“Pese a mi palmarés, soy un novato en Ironman”
Gómez Noya debutó el pasado junio en el Ironman y en octubre será uno de los favoritos en Hawái, la meca de la larga distancia: “un animal diferente”. Este viernes hace la Challenge de Praga.
Siempre se le preguntó cuándo iba a hacer un Ironman y en junio por fin lo hizo. Segundo en Cairns (Australia) y con 7h 56:38, sub-8 horas.
Tras 20 años de carrera por fin puedo decir que soy finisher de un Ironman (se ríe). Es bonito hacer algo diferente. Salí de mi zona de confort para un reto complicado, pero estoy muy contento con mi debut. Creo que voy por buen camino.
Viene de la distancia olímpica, en la que ha sido cinco veces campeón mundial y plata en Londres 2012, y de la media distancia, ¿qué cambia?
Es casi otro deporte, no es que sea más del doble de distancia, es que lo que sientes es diferente. Cuando pasas de las 6 horas tienes que dominar la prueba tácticamente, reservar energías, comer y beber lo suficiente es clave. Hay que ser muy cuidadoso con los ritmos.
Detálleme las diferencias en cada disciplina.
La natación (3,9 km) no cambia demasiado, a veces es más importante reservar fuerzas en el agua. En Cairns nadé a un ritmo medio alto y me fue bien. La bici (180 km) es quizá el mayor cambio. Vas en cabra, no puedes ir a rueda. Hay que trabajar mucho la posición, me entrené mucho solo, pendiente de mis vatios para saber cuándo tienes que levantar el pie o arriesgar más. Corriendo (42.195 metros) para mí los ritmos no tienen mucho misterio, porque los domino de la ITU (hizo 2:41 en maratón) y mi objetivo es buscar el 2:35-36.
¿A nivel físico machaca más que la distancia olímpica?
Es diferente. A la hora de entrenar la olímpica es más lesiva porque trabajas con más intensidad en la pista y te duelen más cosas.
Pero a nivel psicológico la película es totalmente diferente.
Sí, sabes que vas a tener días muy largos, en carrera estás en competición y no se hace pesado. Tienes que tomar decisiones y ser capaz de gestionar mentalmente los ritmos, la alimentación. Aquí muscularmente te vas destrozando poco a poco. La bici a nivel mental es lo más duro porque cuando llevas 150 km estás deseando bajarte y es ¡para correr una maratón!
Aquí sólo puede hacer dos o tres pruebas al año.
Me sorprendió que a los tres días estaba normal, imagino que si te pones a exigirle al cuerpo te costaría. Pero no creo que sea para tanto.
¿Qué le hizo decir en 2018 hago Ironman sí o sí?
Llevaba varios años valorándolo, pero tenía objetivos en olímpica hasta que el año pasado al haber ganado el Mundial de medio Ironman decidí dar el paso para ver si me adapto al Ironman y si no para volver a la ITU para intentar clasificarme para los Juegos de Tokio 2020. No los descarto. Voy a esperar a ver cómo acaba este año y dejo la puerta abierta.
Y supongo que si está en esto del Ironman será para ganar en Hawái en octubre.
Esa es la ilusión y el objetivo, que es muy ambicioso. Sé que tengo un palmarés bueno e importante, pero en Ironman al final soy un novato. Hay gente mucho más curtida que yo que ha probado que puede ganar carreras grandes y yo todavía no he hecho nada. Eso sí, en Hawái no firmo nada, yo cuando salgo a una carrera siempre voy con mentalidad de ganarla. Me haría ilusión ser el primer español en vencer allí, sería estupendo. Eneko Llanos fue segundo e Iván Raña top-ten.
¿Qué le dicen Raña y Llanos de Hawái?
Que es un bicho especial, otro animal. Una cosa es correr Ironman y otra es Hawái. Hay muchos que se estrellaron.
¿Echa de menos la distancia olímpica?
A veces sí y a veces no. Cuando vi encerronas como la de Abu Dhabi no, pero cuando veo esa intensidad en competición y la toma tan rápida de decisiones sí. Es un orgullo ver a amigos allí como Mario Mola y Fernando Alarza.