En una España Sub-18 coral, con unos extremos que desequilibran y un dominio del juego en todas su fases, contar con un delantero como Abel Ruiz es un lujo. Sus desmarques, su capacidad para finalizar los ataques y sus movimientos tienen un sentido que lo convierten en un jugador de oro, y gracias a sus goles (siete en cuatro partidos) el equipo de Luis de la Fuente ha conseguido batir a Italia (3-2) y ganar los Juegos Mediterráneos. Otro triunfo de una generación que obtuvo el curso anterior el subcampeonato mundial Sub-17.
Más impetuosos salieron los chicos de Luis de la Fuente en el segundo acto. Primero lo intentó Guillamón con un lanzamiento desviado, luego Abel, en otro gran movimiento, se topó en el último momento con un central italiano y, en el minuto 56, sí logró anotar después de otro desmarque al filo del fuera de juego y un remate cruzado de primeras con la derecha. Italia quedó tocada, apenas pasó del centro del campo y solo creó inquietud en algunos saques de esquina. España supo dormir el encuentro con los cambios y con su presión en campo contrario hasta que el encuentro empezó a languidecer. En ese contexto, con las piernas cargadas y los corazones revolucionados, sobresalió Sancet, un pulmón, sobresaliente con y sin balón.