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TÚNEZ 1967

El reloj de acero de Von Carsten, otra pionera

La nadadora participó en los Juegos de 1967 y fue, junto a Mari Paz Corominas, la única española que acudió a los Juegos Olímpicos de México.

Pilar von Carsten, en el centro de la imagen.
RFEN

Hasta la edición de Túnez, en 1967, la mujer no había participado en los Juegos Mediterráneos. Los países africanos ponían reticencias debido a su organización social y cultural. Se abrió la veda ese año, aunque no se pudo paliar la todavía desigualdad de género, con 1211 hombres y solamente 38 chicas, de las cuales seis eran españolas. Una de ellas, Pilar von Carsten (Madrid, 1947), que obtuvo el diploma olímpico en los 100 libre en natación al finalizar cuarta. “Vivimos todas en una casa. Nos lo pasamos muy bien, el ambiente fue maravilloso. Para nosotras resultó ser como unos Juegos Olímpicos”, comenta ahora desde su residencia en Madrid.

Von Carsten no consiguió el regalo que les había prometido Anselmo López, vicepresidente del Comité Olímpico Español (COE), a los ganadores de la prueba, que era un Rolex de oro. La madrileña tuvo que conformarse con uno de acero, galardón que se le concedió a todos los participantes. Solo lo logró Mari Paz Corominas, quien ganó los 100 espalda, y Manolo Santana, entre otros, quien no renunció a repetir éxitos, y se quitó la espina de perder la final de Nápoles cuatro años antes.

Túnez 67 no dejó demasiada huella en la delegación española, que finalizó la competición en cuarto lugar, con 30 medallas más que la tercera, que fue Francia, pero con un oro menos. El empacho de bronces castigó al deporte español, que seguía acudiendo a estas competiciones cómo podía, inmersos en el amateurismo, con el respaldo también de un Juan Antonio Samaranch que cada vez ganaba más peso internacional.

Ballesté, Camprubí, Pulido y von Carsten,
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Ballesté, Camprubí, Pulido y von Carsten,

Precisamente, y retomando el hilo de Túnez, la historia de Mari Paz Corominas y Von Carsten es paralela. Ambas se convirtieron en las únicas mujeres clasificadas para los Juegos Olímpicos de México, en 1968. Estuvieron un mes y medio compartiendo habitación y entablaron una relación de amistad y respeto que aún perdura. “Teníamos siempre protección, aunque nos pasamos casi todo campeonato entrenando y no nos dejaban salir”, comentó con Carsten, nueve veces campeona de España. La hermana de Von Carsten también fue nadadora y batió récords de España antes de los Juegos, lo que le daba el billete. Pero el régimen solo quiso llevar a dos chicas. Se quedó en Madrid y colgó el bañador.

Las hermanas nacieron para ser deportistas: “Mi madre nos llevó de niñas al Velázquez de Madrid, en la avenida Iberia, pero lo cerraron. Luego fuimos al gimnasio Moscardó, donde entrenaban los deportistas de la Residencia Blume. Entre otros, recuerdo de maravillarme viendo entrenar a Miguel de la Cuadra Salcedo. Con 11 años me lancé a nadar mi primera prueba, y la gané. Con 13, ya iba a campeonatos internacionales”, rememora Pilar, quien quiere dejar una cosa clara: “Siempre nos trataron muy bien. En España y en Túnez”.