Quadra-Salcedo ya tiene una estatua en la ciudad universitaria
Allí compitió habitualmente el lanzador, luego periodista, aventurero y divulgador Miguel de la Quadra-Salcedo. El acto, muy emotivo, fue un éxito.
Miguel de la Quadra-Salcedo, fallecido hace dos años, ya tiene estatua en las pistas de la Universidad Complutense, viejas, pero históricas, de pista de tierra, como en los tiempos antiguos. La efigie, de la que es autor Víctor Ochoa, se ha sufragado por suscripción popular, en la que han aportado dinero 350 personas. La iniciativa corrió a cargo de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA), secundada por la Universidad Complutense.
A la una de la tarde se descubrió el monumento al atleta coleccionista de récords y títulos españoles y antes hubo competiciones de todos los niveles y la exhibición de jabalina con estilo circular a cargo de Bernardino Lombao, ex entrenador de élite y amigo personal, durante infinidad de años, de Miguel, fue suspendida por problemas de salud. "Tampoco consideré que lo que iba a hacer enriquecería el acto", dijo Lombao a este periódico.
Con ese estilo, inspirado en el lanzamiento de barra vasca, un deporte rural de Euzkadi, Miguel de la Quadra-Salcedo lanzaba más allá del récord del mundo con la forma tradicional. El atleta era partidario de ser discreto, de no desvelar la nueva técnica, pero se le animó en España a lanzar con esta técnica inmovadora y la Federación Internacional de Atletismo la prohibió.
Esta mañana el madrileño de nacimiento y vasco-navarro de sentimiento ha recibido un emotivo homenaje de antiguos compañeros, admiradores, algunas autoridades y personas que ni siquiera habían nacido cuando él brillaba.
Entre los presentes estaban Carlota Castrejana en representación de la Federación Española de Atletismo (Raúl Chapado se encontraba fuera de Madrid), Arturo Casado, Jorge González Amo, Aurora Pérez, Blanca Miret, Luis Felipe Areta, Ignacio Sola, José Alcántara… José Javier Etayo, presidente de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA) fue el promotor de la iniciativa. "Este es un homenaje a una persona y a un atleta irrepetible", dice el profesor de Ciencias Exactas en la Universidad Complutense de Madrid. "Además del homenaje a Miguel, hemos recuperado un espacio clave en el atletismo español, como son las pistas universitarias, en las que se han formado, entrenado y competido muchos de los mejores atletas españoles de la época".
Jorge González Amo, que fue plusmarquista español de 1.500 metros, cuenta una anécdota simpática sobre Miguel de la Quadra-Salcedo, un gamberro entrañable: "Persiguió a Teodoro, el cuidador de la instalación, montado en la vespa con la que iba a las pistas y armado con una pértiga, como si fuera un picador, en broma. Y Teodoro sorteaba aquello como podía y se fue al almacén y se armó de una jabalina". Un gran duelo, sin duda.
Bernardino Lombao renunció a hacer una exhibición de lanzamientos estilo español de jabalina. "En primer lugar, no veo que aporte mucho a esta fiesta entrañable y en segundo, tengo problemas de cadera", dijo a este periódico. Pero aclara: "Tenía en el coche el cubo de hojalata, que es difícil de conseguir en estos tiempos, porque ahora impera el plástico, con el jabón para que la jabalina resbalase sobre la mano, y también tenía esa jabalina".
Ignacio Sola, que fue plusmarquista olímpico en pétriga (5,20) en los Juegos de México 1968, calificó a Miguel de la Quadra-Salcedo como "un pionero", y destacó que el homenaje se hiciese en las pistas universitarias de Madrid: "Son nuestra casa. Aquí comenzó el atletismo español de verdad. Yo empezaba cuando él acabó, se quedó en Chile, pero cuando regresó fue a ver a José Luis Torres, su gran amigo y entrenador, al Gimnasio Moscardo, y allí estuvimos conociendo sus aventuras. Y luego nos vimos con mucha frecuencia".
Tras su retirada del atletismo, Miguel trabajó en la Amazonia cargo del gobierno colombiano, fue reportero de guerra en Televisión Española, con trabajos espléndidos en Vietnam, Congo, en el Chile del golpe de Estado de Pinochet… y luego fue el alma mater de la Ruta Quetzal, en la que miles de niños y adolescentes de países hispanoamericanos viajaban y estudiaban historia, costumbres y medioambiente de países de América.
Murió hace dos años menos un día. Ya estaba en la historia. Ahora lo está aún más.