Los Seahawks limitarán más los jugadores de su draft board
La franquicia de Seattle quiere eliminar los máximos riesgos posibles y, por eso, será más estricta en la evaluación del carácter de los rookies.
Los Seattle Seahawks construyeron un auténtico equipazo a través de los drafts del año 2010, 2011 y 2012. En una serie de sucesivos aciertos, algunos de ellos (Russell Wilson tercera ronda, poco más que añadir) de la categoría de que te toque la lotería, montaron un equipo que les permitió aspirar a ganar la Super Bowl durante un lustro entero. Ganaron un anillo y estuvieron a una yarda de carrera (...) de ganar otro.
Aquellas promociones del draft hicieron que Pete Carroll alcanzara el estatus de entrenador legendario y su mano derecha en las oficinas, el general manager John Schneider, el de gurú incontestable del draft. Algo, por cierto, bien ganado y que me parece justo. Nada que objetar.
El problema es que, desde entonces, el nivel de los aciertos en la franquicia ha bajado de manera alarmante. Y, claro, eso lleva a que el proyecto no sea sostenible. Porque las viajes figuras sólo tienen dos caminos: o pagarles una millonada que te quita toda la vida en el espacio salarial, o ver como se marchitan físicamente.
Los Seahawks han sufrido ambos inevitables destinos a la vez, y con poco a lo que agarrarse en los últimos procesos de selección de draft, por lo tanto, se enfrentan a un periodo de reconstrucción en el que estarán lejos de los mejores. Por supuesto, siempre hablando sobre el papel y a meses vista de que comiencen los partidos, con la inevitable cuota de error que eso acarrea.
Dice ahora John Schneider, que es muy consciente de lo anterior, que lo que les motiva este año de cara al draft es cerrar lo más posible su lista de candidatos, de jugadores dignos de ser drafteados por ellos. Y, en ese sentido, que han ido eliminando a promesas a mucho mayor ritmo que antaño, sobre todo fijándose en sus defectos en el ámbito de la personalidad o de generación de problemas y conflictos.
Cuenta Schneider que, más que nunca en su periplo al mando de los Seahawks, "estamos permitiendo menos excusas a los jugadores y por éso nuestra lista es más escasa que las de hace años. Quieres eliminar los riesgos asociados a ciertas personalidades. No es algo que puedas conseguir por completo, pero sí que quieres limitarlo".
El año pasado los Seahawks no hicieron caso de esta máxima. Con su primera elección, en segunda ronda, se llevaron a Malik McDowell, que era un muchacho complicado en Michigan State. En la pretemporada tuvo un accidente con un quad y no llegó a debutar; según el propio Schneider, y también en palabras de Carroll, la relación no es fluida y al equipo le falta mucha información. Tanto, que se da por hecho que le van a cortar ya, sin que haya disputado una sola jugada con el equipo.
En 2015 la primera elección de Seattle, también una segunda ronda, fue Frank Clark, que había sido denunciado por violencia machista contra su pareja mientras estaba en la universida de Michigan. En este caso, la carrera de Clark en la NFL está siendo, de momento, más que digna.
Pero esos casos parece que han hecho mella en la organización de la franquicia. Los Seattle Seahawks saben que tienen que volver a acertar, y a lo grande, en el draft para que su reconstrucción no se eternice. Para ello han afinado, al menos este año, lo más posible en cuanto a los jugadores conflictivos, y se presentarán en la noche del jueves, siempre según las palabras de su general manager, con el menor número de atletas que se recuerdan en su draft board.