Los Vikings entran en la fase más compleja de su proyecto
Minnesota tiene un equipo que aspira a la Super Bowl y se ha gastado un potosí en la posición de quarterback. Es el momento de cuadrar cuentas.
Los Minnesota Vikings han renovado a su excelente linebacker Eric Kendricks para los próximos cinco años por 50 millones de dólares, 25 de ellos garantizados y 15 a cobrar ya mismo. Ésto sitúa al jugador como el tercer linebacker de la liga que más dinero garantizado ha recibido con su extensión de contrato, sólo por detrás de Luke Kuechly de los Carolina Panthers, unánimemente considerado como el mejor jugador en la posición, y Anthony Hitches, que se benefició del mercado libre al pasar de los Dallas Cowboys a fichar por los Kansas City Chiefs el mes pasado. En salario anual, Kendricks queda sólo por detrás del citado Kuechly, Bobby Wagner de los Seattle Seahawks y Alec Ogletree, cuyo enorme sueldo fue la clave de ser traspasado desde Los Angeles Rams a sus actuales New York Giants.
Kendricks ha sido una pata fundamental de la defensa que, según las estadísticas (valen tanto las clásicas como las avanzadas), sólo puede ser situada detrás de la de los Jacksonville Jaguars como la mejor de la temporada pasada. Tras ser elegido en segunda ronda del draft en 2015, el linebacker ha sido el líder en placajes de los Vikings cada temporada. No se puede entender el éxito de esta unidad y, por lo tanto, del equipo sin él.
Por lo tanto, el movimiento no admite dudas por ninguna de las partes. El jugador merecía ser pagado y seguir siendo parte de este grupo. El equipo no iba a escatimar a la hora de pagar a uno de los suyos y, además, alguien que lleva escrito el ideal de "capitán de la defensa" en la frente.
Lo que también nos cuenta esta extensión de contrato es que los Minnesota Vikings han entrado en la parte más complicada de todo proyecto NFL, que no es otra que la de pagar a los grandes jugadores que has conseguido en el draft, que te han traído hasta la dulce posición de aspirante al anillo de forma permanente, pero que ya pasan a ser estrellas. Y a todos no se puede pagar.
Los Vikings han creído dar el volantazo definitivo esta agencia libre con el fichaje de Kirk Cousins. Esos 28 millones de dólares al año, 84 totalmente garantizados en tres años, son la guinda al proyecto y, a la vez, la que obligará a tomar decisiones complicadas en los próximos años. Bien es sabido que no existe mayor activo en un equipo NFL que un quarterback titular en contrato rookie, pues es entonces cuando aún tienes margen para pagar estrellas en otros puestos. Una vez que pasas ese Rubicón la ingeniería financiera se complica enormemente. Los Vikings ya lo han pasado.
Junto a Kendricks, Harrison Smith, Xavier Rhodes y Everson Griffen ya están pagados. Eso deja a Anthony Barr como la pieza clave a renovar en el próximo turno. Lo mismo pasa con Danielle Hunter. Ambos son esenciales en el pass rush y el primero, además, puede competir como jugador más talentoso de la defensa junto a Rhodes y Smith.
En ataque, de manera análoga, Stefon Diggs pedirá lo suyo en breve, pues acaba contrato en este 2018. Y tal y como se ha puesto el mercado de receptores, con más de 15 millones de dólares pagados a Sammy Watkins, o a un jugador de slot como es Jarvis Landry, es fácil imaginar que las negociaciones serán un dolor de cabeza.
Ahora mismo, los Vikings están en una posición sana con respecto al espacio salarial. Aún con la renovación de Kendricks están unos ocho millones de dólares por encima del límite, así que tienen margen como para planificar el futuro sin apuros. Pero los habrá, sin duda los habrá. Es el precio a pagar por tener un equipo aspirante a ganar la Super Bowl, y al que le añades 28 millones para cada uno de los próximos tres años en la posición de quarterback. Por supuesto, bendito problema a tener.