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Oakland Raiders

Jon Gruden impone sus reales en los Oakland Raiders

El nuevo entrenador del equipo se ha convertido en, de facto, el gran líder de la franquicia como se demuestra en el despido de Marquette King.
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Jon Gruden impone sus reales en los Oakland Raiders

Cuando a un entrenador le das el contrato más excesivo de la historia reciente de la NFL has de esperar que dicho entrenador se crea el amo de la franquicia y haga y deshaga a su antojo por encima, incluso, de la figura del general manager. Los Oakland Raiders decidieron poner todas las fichas en la casilla de Jon Gurden cuando le dieron 100 millones de dólares por los próximos 10 años y ha quedado claro que la figura del general manager, Reggie McKenzie, es la de un mero ayudante.

Es probable que esté siendo un poco injusto. Es, sin embargo, lo único que puedo pensar al ver los movimientos de la plantilla en esta agencia libre y, más concretamente, el último: el despido del punter Marquette King.

King es uno de los mejores punters de la NFL. El año pasado consiguió 42,7 yardas netas por punt, lo cual está más que bien y, por cierto, es la mejor marca de su carrera profesional, que se inicio en 2012.

Desde un punto de vista deportivo, no tiene sentido el despido. Cualquier pateador que los Raiders vayan a tener esta temporada será, con alta probabilidad, peor que Marquette King. Y, para refrendar esta idea, desde el entorno de la franquicia se deja caer sin disimulo que el problema es que a Gruden no le parece bien la personalidad de King. Sin más. No cree que pueda trabajar con él y por eso lo corta.

El jugador, en efecto, tiene una personalidad complicada, o eso se puede deducir de momentos en los que su anterior entrenador, Jack Del Río, le criticó públicamente en rueda de prensa tras dos partidos consecutivos en los que se ganó penalizaciones de 15 yardas por sus faltas dentro del campo, algunas de ellas de una exuberancia poco común en el puesto de punter.

Se puede aducir, por supuesto, el hecho de que era un jugador carísimo para el equipo. Con el despido, los Radiers se ahorran 2,9 millones de dólares y, ciertamente, el que ocupe su lugar va a cobrar bastante menos.

Sin embargo, no podemos olvidar que ese dinero se lo dio, con alegría, Reggie McKenzie. El general manager se hizo cargo de la franquicia en el año 2012 y, entonces, ya firmó a King como jugador sin draftear. En el año 2015 le firmó la extensión con la que pasó a cobrar como un especialista élite.

Es por eso que se puede concluir que lo que dice Gruden va a misa. Por muy buena opinión que McKenzie tuviese de Marquette King, tanto como para darle ese contrato hace tres temporadas, hay un nuevo sheriff en la ciudad.

Jon Gruden decidió que quería volver a jugar como en el siglo pasado y por eso ha fichado a jugadores como Doug Martin, como Jordy Nelson, como Leon Hall, y por eso se ha movido para contar a otros como Michael Crabtree y Marquette King, jugadores de un perfil personal más complicado. Dos jugadores que había fichado Reggie McKenzie como parte muy importante de su proyecto anterior.

No tiene porqué ser malo ésto. No es el primer entrenador que se hace con las riendas de toda la franquicia y convierte al general manager mucho más en un gestor que en un estratega. Y, la verdad, no había otra solución cuando el dueño del equipo de Oakland, Mark Davis, le dio 100 millones de dólares a Jon Gruden. Pocas cosas dan tanta autoridad como el dinero, y una de ellas es el muchísimo dinero. Estos Oakland Raiders tienen un jefe, no dos, y está muy claro quién de los dos es.