Palmarsson gana su primer partido para el Barcelona
29-30. Con el balón a cero y con empate en el marcador, un lanzamiento de falta desde nueve metros, se coló en la portería del Valladolid
El Barcelona jugó con fuego en el Pabellón Huerta del Rey de Valladolid, y no se quemó porque esta vez surgió la versión buena de Aron Palmarsson para salvar a los azulgrana de dejarse su segundo punto en cinco temporadas. Se juntó todo en las dos últimas acciones, que atacaba el Barcelona (y eso es un respeto enorme para los árbitros), y que lanzaba el islandés: a dos segundos, golpe franco que ejecuta Palmarsson y en la acción saca exclusión y otro golpe franco, desde el mismo sitio, ahora con el reloj a cero, él sólo delante de la defensa, con cinco jugadores, y el portero; y como la posición era central, se ladea para la derecha y...marca el 29-30 definitivo.
Es decir, el Barça, que va a ser campeón de Liga, que declara que no se fija en los números ni en las estadísticas, sí que las mira y le importa, porque celebró la victoria como si fuese el triunfo en la Champions. Posiblemente porque en este partido Palmarsson haya recibido el espaldarazo definitivo que necesitaba para sentirse integrado en el grupo, muy importante de cara a los próximos compromisos europeos.
Pero la lectura también es otra, que el Barcelona estuvo contras las cuerdas ante un equipo de la zona media de tabla, de los que no pelean por Europa. Y eso, salvo que Pasqui lo tenga programado así, para llegar mejor a la semana que viene (ante el Montpellier) es preocupante. Porque el Atlético Valladolid tuvo cuatro goles de renta al descanso, porque el Barça luego remontó pero no fue capaz de apuntillar, y porque en Europa su nombre no impone tanto como en España donde los árbitros, en caso de duda, son azulgrana por cuestión de jerarquía, porque en la última acción barcelonista a otra camiseta no le hubiesen concedido tres posesiones en menos de 15 segundos.