Todos los increíbles números que definen la Super Bowl LII
Las cifras que acompañan a la final de la NFL son mastodónticas desde cualquier punto de vista. Es el show supremo del año en Estados Unidos.
La Super Bowl es el gran acontecimiento del año en Estados Unidos. no hace falta añadir el adjetivo deportivo. Es, con mucho, el evento más masivo que se celebra en ese país y es capaz de paralizar a la sociedad a la vez que centrar la atención de la misma durante tres o cuatro horas en un único foco. Nada es capaz de conseguir algo similar.
Eso supone que los números que se pueden asociar al gran partido sean de los que ponen la cabeza a dar vueltas a punto de explotar. Las cosas muy grandes tienen ese efecto.
Esta edición 52 de la Super Bowl se jugará en el US Bank de Minneapolis entre los New England Patriots y los Philadelphia Eagles. Para los Patriots puede suponer su sexto trofeo, lo que les colocaría empatados con los Pittsburgh Steelers como la franquicia con más triunfos en el partido, mientras que para los Eagles sería su primer anillo de la era de la Super Bowl.
En el descanso actuará Justin Timberlake, que ya es la tercera vez que lo hace, también récord de este show.
Lo que ya sabemos es que los precios de las entradas han marcado máximos históricos. La más barata se vende por unos 4.700 dólares en mercados secundarios y, por supuesto, todo el papel está vendido hace muchos días.
A nivel televisivo, la NFL ha sufrido dos años seguidos de caída de audiencia, pero es impensable que la Super Bowl LII no sobrepase los 100 millones de espectadores medios y los 160 millones de espectadores en los momentos más interesantes del partido. Esto la situaría como una de las diez emisiones más vistas de la historia de Estados Unidos. Las otras nueve, claro, también son Super Bowls.
El precio de los anuncios no ha dejado de crecer. Este año, 30 segundos de anuncio cuesta 7,7 millones de dólares. Por ponerle en perspectiva, un anuncio medio de un minuto de duración en la Super Bowl supera el salario de Bill Belichick y Doug Pederson combinado como entrenadores de los Patriots y los Eagles.
El partido es un verdadero apocalypse gallinaceo. 1.035 millones (¡¡!!) de alitas de pollo se consumirán durante la Super Bowl LII. Claro, que se estima que las patatas que se comerán superarán las 14.000 millones (hablamos de patatas fritas individuales, no del tubérculo entero, conste) y 3,5 toneladas de guacamole servirán para mojarlo todo. He dicho toneladas, sí.
Si le sumamos que los pedidos de pizzas aumentan un 350% con respecto al domingo en que más pizzas se venden en el año, podemos concluir que para bajarlo todo hay que beber mucha cerveza. Y tendremos razón, porque 52 millones de cajas se habrán vendido para cuando acabe el encuentro.
En el aspecto social, las cifras impresionantes siguen presentes. Un 10% de norteamericanos llaman a sus trabajos el lunes después de la Super Bowl para decir que están malos y no pueden ir a trabajar. De ellos, un 15% se encuentran con que su jefe tampoco ha ido a trabajar. Esa cifra es una ridiculez al lado de lo que puede pasar en Philadelphia, donde un triunfo de los Eagles hará que se destruya la civilización tal y como lo conocemos, por lo que el concepto de "ir a trabajar" no sabrán ni lo que es.
Un 20% aseguran que se saltarían bodas o bautizos de familiares por ver la Super Bowl y, ojo, un 14% de los americanos subrayan que se perderían el nacimiento de su hijo por ver a su equipo in situ en el gran partido.
Todo es gigantesco, como veis.