Ya se fue Todd Haley, ¿ahora qué sigue para el ataque de los Pittsburgh Steelers?
Las seis temporadas de Todd Haley en Pittsburgh estuvieron plagadas de controversia y conflictos con Ben Roethlisberger.
Cuando se trata de Todd Haley y el ataque de los Pittsburgh Steelers, los números no cuentan la historia. La salida de Haley después de seis años como coordinador ofensivo no tiene que ver con el rendimiento, sino con el conflicto irremediable que tenía con el quarterback Ben Roethlisberger.
De ser el caso, los Steelers tardaron cinco años en tomar ese paso y solo jalaron el gatillo después de una temprana eliminación ante los Jacksonville Jaguars en la que Pittsburgh no convirtió dos cuartas oportunidades de corto yardaje en la derrota de 45-42. La posterior declaración de Roethlisberger de que no podía hacer cambios en la línea para mandar una jugada personal, solo fue la gota que derramó el vaso.
No es que Haley lo haya hecho mal, pues en sus seis años en el cargo Pittsburgh se mantuvo entre los 10 primeros en puntos y yardas durante sus últimas cuatro temporadas. Pero hay cosas que van más allá de los números y mantener contento a un quarterback que ya ha coqueteado antes con el retiro es una de ellas.
Ahora, Pittsburgh finalmente da indicios de respeto a la jerarquía de un quarterback con dos Super Bowls como lo es Roethlisberger, al designar a un hombre de toda su confianza y con quien lleva una excelente comunicación como Randy Fichtner, quien fue coach de quarterbacks durante las últimas siete temporadas.
Con Fichtner al control, se puede esperar que a Roethlisberger se le otorguen todas las comodidades necesarias. Desde la libertad para cambiar jugadas tras efectuar las lecturas, hasta operar desde el “no huddle”, en donde se ha mostrado como uno de los pasadores más eficientes de la NFL.
La llegada de Fichtner es importante para Roethlisberger, sin lugar a dudas. Pero eso solo tacha un punto en una larga lista de pendientes que tiene Pittsburgh si quiere mantenerse como uno de los ataques más peligrosos de la NFL.
La cuestión que encabeza la lista tiene nombre, apellido y una cifra de alrededor de 15 millones de dólares anuales: Le’Veon Bell.
Sin Bell en el backfield, la ventana de un séptimo título para esta generación se cierra prácticamente por completo. Bell ya dejó en claro que no va a aceptar ningún tipo de descuento, y dejarlo probar el mercado sería el peor de los pecados. “Juice” le da a la ofensiva otra dimensión y a Roethlisberger un arma con la que no muchos quarterbacks cuentan.
Mientras Bell y los Steelers mantengan su larga y amarga disputa contractual, el coordinador ofensivo podría ser Todd Haley, Randy Fichtner o Randy Orton. Da lo mismo. Pittsburgh debe enfocarse en renovar a largo plazo a Bell, ofrecerle los ceros que se requiera, si no quieren malgastar los últimos años de Roethlisberger y las mejores temporadas de Antonio Brown.