El eterno reencuentro entre Bill Belichick y Tom Coughlin
El entrenador de los New England Patriots y el asistente del general manager de los Jacksonville Jaguars tienen una preciosa historia compartida.
Al final de la temporada 2009 de la NFL se clausuró el Giants Stadium. Poco después fue demolido. Cuando cae un edificio del calado emocional de este recinto deportivo es normal que muchas lágrimas se vayan con él. Los recuerdos, los instantes vividos, los amigos que faltan, los triunfos y las derrotas. Somos seres humanos todo el tiempo, y el deporte de alta competición, para la mayoría de nosotros es emoción. También para los más duros. También para los protagonistas.
Con motivo de aquel cierre, las cámaras de NFL Films llevaron a Bill Belichick por las tripas de la que fue su casa. Y, en uno de los momentos más vulnerables del que va a pasar a la historia como el mejor entrenador que jamás haya conocido esta liga, Belichick fue incapaz de contener la emoción y las lágrimas. Con la voz tomada por el instante, pasó a relatar como se colocaban en la sala de vídeo, como se hablaban entre el staff, y dijo: "Aquí estaba Romeo (Crennel), aquí Bill (Parcells), aquí me ponía yo y aquí no recuerdo quién... Tom, sí, Tom era el que estaba aquí".
Tom. Tom es Tom Coughlin y, como en un viejo western, los grandes amigos se volvieron enemigos y el destino les cruzó una vez tras otra en el duelo final de pistoleros. Aquello era 1990 y hoy, con la final de la AFC de la temporada 2017 a escasas horas vista, Bill Belichick y Tom Coughlin tendrán que matarse el uno al otro de nuevo. Toda una vida con los caminos entrelazados.
En los New York Giants, Belichick era el joven coordinador defensivo estelar y Coughlin el entrenador de receptores. Coincidieron tres años, el último de ellos ese mágico 1990 en el que ganaron la Super Bowl XXV a los Buffalo Bills en una gigantesca sorpresa y con uno de los planes defensivos más celebrados por la mitología de la NFL. El éxito de aquel grupo de mentes que trabajaban bajo el mando de Bill Parcells hizo que Belichick pudiera convertirse en el entrenador jefe de los Cleveland Browns y Tom Coughlin hiciera lo propio en la Universidad de Boston College. Era 1991.
Nadie podría haber augurado, entonces, que la única oposición para que Belichick consiguiese siete (!!!) anillos como entrenador jefe iba a ser Coughlin.
Tom Coughlin pasó de Boston College a los Jacksonville Jaguars, con los que jugó una final de la AFC ya en su segundo año de existencia, y, de ahí, a los New York Giants. Bill Belichick acabó su periplo en los Browns tras cinco campañas y volvió a estar bajo el ala de Parcells en Patriots y Jets antes de aceptar ser entrenador jefe de estos últimos... para, al día siguiente, presentar su dimisión con una servilleta que decía, textualmente, "dimito como entrenador jefe de los New York Jets" al tiempo que aceptaba el mismo puesto en los New England Patriots.
En el año 2007, los Patriots de Belichick eran imparables. No, de verdad, Acabaron la temporada regular con un 16-0 de récord, los únicos en hacerlo desde que la NFL es de 16 partidos, y se presentaron en la Super Bowl XLII como los grandes favoritos ante los New York Giants de Coughlin.
Nadie que siga esta competición necesita que le recuerden ese partido. Y, si no la sigues, si eres nuevo, si te has acercado a este artículo por casualidad, por un interés incipiente o, sencillamente, eres muy joven, te pido que veas ese encuentro antes de seguir.
Tal y como en el año 1990 los Giants completaron un partido defensivo increíble ante los muy favoritos Bills, en el 2007 los de Nueva York amargaron el ataque perfecto de los Patriots para dejarles en 14 puntos y completar uno de los días más asombrosos que nos ha regalado esta competición. Con jugada milagrosa incluida, la recepción de David Tyree en pase inenarrable de Eli Manning, Tom Coughlin evitaba que Bill Belichick ganase su, entonces, cuarto Lombardi Trophy como entrenador jefe.
Repetiría la hazaña en el 2011, en la Super Bowl XLVI. Cierto que los Patriots no eran tan favoritos y cierto que los Giants no llegaban tan de sorpresa al gran partido, pero el caso es que se trata sólo de matices porque, de nuevo, los de Nueva York eran víctimas a priori y acabaron ganando con un gigantesco partido defensivo en el que, además, finiquitaron el duelo con un pase mágico de Eli Manning a Mario Manningham. Tom volvía a apartar a Bill de la gloria.
Si los Patriots hubiesen ganado aquellos dos partidos, Bill Belichick tendría hoy siete anillos y Tom Coughlin ninguno, por lo que el duelo de este fin de semana pondría menos carga emocional, menos carga histórica, de la que realmente pone en juego.
Los Jaguars volvieron a confiar en Coughlin, ya no como entrenador sino como asistente del general manager, para recomponer su franquicia. Y vaya si lo ha hecho. Tanto que el puñetero devenir de los acontecimientos ha vuelto a colocar a los viejos amigos frente a frente.
A pesar de que los New England Patriots son muy favoritos, algo me dice que Bill Belichick no está nada tranquilo ante este duelo. Y el domingo, cuando levante la vista y mire a la cabina desde la que Tom Coughlin estará observándole pensará que "es Tom, sí, es Tom el que está sentado ahí".