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Carolina Panthers

Nos vemos en septiembre, Carolina Panthers

El equipo ha ampliado el contrato de su entrenador, Ron Rivera, hasta el año 2020 y la franquicia afronta su venta en una offseason crucial.

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NEW ORLEANS, LA - JANUARY 07: Cam Newton #1 of the Carolina Panthers reacts during the second half of the NFC Wild Card playoff game against the New Orleans Saints at the Mercedes-Benz Superdome on January 7, 2018 in New Orleans, Louisiana.   Jonathan Bac
Jonathan BachmanAFP

Cuando las últimas heroicidades de Cam Newton quedaron sin recompensa y los New Orleans Saints avanzaron hacia la ronda divisional, los Carolina Panthers dieron comienzo a la offseason más importante de su historia reciente.

La franquicia está en venta. El dueño y fundador, Jerry Richardson, ha sido acusado de acoso sexual y de haber creado un ambiente de trabajo tóxico y, antes incluso de que la NFL le obligara a vender el equipo, algo que sin duda hubiese sucedido, él se ha apartado y ha puesto en el mercado el club.

Esto hace que cualquier análisis deportivo quede en un segundo plano. Cualquier tipo de revolución, si quiera de cualquier mínimo cambio en la dirección, ha de ser cosa de los nuevos propietarios y del camino que quieran seguir.

De ahí que Marty Hurney, el general manager, haya extendido el contrato del entrenador, Ron Rivera, hasta el año 2020 a la espera del inevitable terremoto que se les viene encima a todos los trabajadores de la franquicia.

Los interrogantes que se abren para esta offseason, que hoy mismo comienza, son, pues, de pequeño calado. Cam Newton seguirá siendo el santo y seña de la plantilla, Luke Kuechly su homólogo en la defensa, el ataque planeará crecer en torno a las figuras de Christian McCaffrey y Curtis Samuel, se tenderá a reforzar la secundaria y el pass rush tanto en la agencia libre como en el draft, se hablará de retoques en la línea ofensiva. Y ya. Todo muy normal. Todo muy estándar.

La pregunta clave es: ¿debería ser así, si nos fijamos sólo en lo deportivo?

Y la respuesta, la mía al menos, es que no, es que es necesario un movimiento más poderoso porque este grupo está a muy poco de ser un perenne candidato a la Super Bowl y, ahora mismo, sólo lo es si pensamos con optimismo.

Es cierto que han ganado once partidos de temporada regular, y que hacerlo en la NFC Sur es poco menos que una hazaña. Y también es cierto que el partido de ayer contra los Saints no lo ganan por el canto de un duro. Pero, por las mismas, en ningún momento se han visto como un equipo dominante que sea capaz de sobrevivir a las monedas que salen cruz.

La gestión desde la banda tiene mucho que ver con ello. El uso que se ha hecho de Christian McCaffrey tiene que hacer enarcar las cejas por Charlotte. El chico se ha pasado el año recibiendo balones fuera del backfield y siendo considerado un comodín, una pieza para jugadas diferentes, sin probarle como running back puro. La renovación de la secundaria va varios pasos por detrás de lo previsto y deja vendida a la defensa más veces de lo deseable. Cuando Cam Newton o Luke Kuechly no están, o bajan un mínimo su nivel, el grupo se resiente una barbaridad.

La respuesta de Rivera a estos problemas no está siendo ni ágil ni eficaz. Es más, en muchas ocasiones parece que no quiere ni asumir que son problemas y que son más producto de la situación, esto es, solucionables por sí solos.

No lo son. El año pasado perdió a Sean McDermott como coordinador defensivo y este año todo apunta a que perderá a Steve Wilks. Parece que cubrirá la plaza con una promoción interna y que Mike Shula seguirá como coordinador ofensivo. Encaja con la situación general de estabilidad y, por lo tanto, con un continuismo que puede ser muy peligroso para el equipo.

Sin embargo, es entendible que no es el año para moverse en exceso. Sólo cuando los Carolina Panthers tengan un nuevo dueño se podrán plantear este tipo de cuestiones. Mientras tanto, esperad una offseason de lo más normal por Charlotte.