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Ayúdanos a encontrar a Andrew Luck por Europa

No sé si es tu caso, pero cada vez hay más gente preocupada por Andrew Luck. No solo por el estado de su hombro derecho lesionado, sino también porque, según rumores no confirmados por los Indianapolis Colts, pero repetidos con insistencia en redes sociales, en la franquicia no han vuelto a saber de él desde el día que se vino a Europa. Ni una simple llamada, ni un mensajito de whatsApp, nada.

Como veis, el asunto es para preocuparse. Ya sabéis cómo está el mundo, y más para un joven estadounidense perdido por el viejo continente. Que aquí hay mucha gente muy mala, dispuesta a aprovecharse de un tipo despistado, y más si tiene dinero.

Por eso, he decidido tomar cartas en el asunto y solicitar tu valiosa ayuda. ¡¡Por favor, te ruego encarecidamente que nos ayudes a encontrar a Andrew Luck!!

Por si no estás al tanto de su historia, Luck es el quarterback de los Indianapolis Colts. Un fenómeno. El heredero de Peyton Manning. Uno de esos pocos tipos por los que merece la pena ver football americano. Capaz de colar un balón por el ojo de una aguja a más de 50 yardas mientras una jauría de rivales intenta arrancarle la cabeza y su línea ofensiva silba mirando al cielo y pasea por el césped como si la cosa no fuera con ellos.

Andrés el Suertudo (que así se podría traducir su nombre) recibe un salario acorde con su prestigio. Hasta el punto que a finales de junio de 2016 firmó un contrato que le convertía en el jugador mejor pagado de toda la NFL. Nada menos que 140 millones de dólares en seis años, 47 de ellos garantizados. Sí, lo sé, para ti y para mí, calderilla, pero una cantidad asquerosamente repleta de ceros solo al alcance de los más suertudos de la galaxia. Y eso que Luck se había perdido nueve partidos en esa temporada por una lesión de hombro que se produjo contra los Titans en la semana 3. Qué digo una lesión, por LA LESIÓN DE HOMBRO CON MAYÚSCULAS que aún le tiene no solo postrado, sino perdido y asustado en medio de los bosques europeos, y rodeado de infinitos peligros. Un drama.

La cuestión es que Luck jugó en 2017 mal que bien (bueno, qué narices, jugaría renqueante, pero lo hizo de maravilla como siempre) lidiando con su lesión, pero su hombro terminó por decir “¡basta!” y en enero decidió operarse. Sin embargo, pocas semanas después empezó a quedar claro que su recuperación no era la esperada y que podría perderse todo el año. Llegó septiembre sin noticias de Luck, que retrasaba su debut peligrosamente y, según pasaban los días, comenzó a quedar muy claro que este año nos íbamos a quedar con las ganas. Que no colaría ningún balón por el ojo de una aguja, y que su lesión de hombro había pasado de ser una pequeña contrariedad a un gigantesco problema que, según los más cenizos, podría incluso poner en peligro el resto de su carrera.

Por fin, el 3 de noviembre se confirmó la fatal noticia. Como un mazazo que golpeó a los aficionados a la NFL, tan necesitados de talento que inyectarse en cada semana de football. Luck no jugaría este año. Era incluido en la lista de reservas lesionados y se despedía de 2017. Ni suertudo ni leches, Andrew Luck, un genio tocado por el dedo de los dioses, debió ser acariciado en el hombro con demasiada fuerza por Zeus para que sus previstas leyendas épicas mutaran en partes de guerra.

Para consuelo del jugador, si tuviera que retirarse por culpa de esta lesión sumaría otros 30 millones de dólares a los 57 que ya ha recibido de su contrato. 18 en 2018 y 12 en 2019 que están estipulados en caso de que se lesione, y de los que solo se libraría el equipo si consiguiera traspasarlo. Algo que no habría que descartar si tenemos en cuenta que Jim Irsay, propietario de los Colts, está convencido de que la lesión de su quarterback tiene más que ver con cuestiones mentales que con dolencias físicas. Más o menos lo mismo que sucedió en España con Gaspar Rubio, el ‘Rey del Astrágalo’, que, para quién no sepa la historia, fue un genial jugador de fútbol de los años ‘30 y ’40 que cada dos por tres no podía jugar porque le dolía el astrágalo. Todo el mundo creía que lo decía para justificarse, porque era un vago redomado, pero con los años se confirmó que, efectivamente, había jugado casi 20 años con ese hueso del pie roto.

Como parece obvio que Luck no debía fiarse mucho de los médicos de una franquicia en la que el propietario cree que tiene una lesión mental del astrágalo, parece que su relación con el equipo no es ahora mismo todo lo fluida que debería (eso son suposiciones que seguramente ambas partes negarían). El caso es que Luck decidió hacer la maleta a mediados de noviembre, y viajar al viejo continente para intentar encontrar en Europa la cura para su hombro derecho con tratamientos que no están disponibles en los ‘United States’.

Y desde entonces silencio. El más pavoro y aterrador ‘nada’.

Así que, mientras dos docenas de equipos limpian sus armas y ocupan sus puestos de montería por si Andrés el Suertudo se pone a tiro en el próximo mercado de invierno, yo vivo sin vivir en mí. ¿Y si no se ha puesto en contacto con el equipo porque la ha sucedido algo grave? ¿Y si perdió un tren en Victoria Station y desde entonces deambula perdido por los canales de Londres? ¿Y si se metió por dirección prohibida en la calle Preciados y está retenido en comisaría? ¿Y si fue a visitar Versalles y se perdió en el laberinto?

Por tanto, solicito encarecidamente tu ayuda para que podamos encontrarle. La idea es que nos reunamos todos mañana en el campo de Gibraltar al amanecer. Y como seremos multitud, cientos de miles, uniremos nuestros hombros y echaremos a andar hacia el norte, ocupando todo el ancho primero de España y luego del resto del continente. Y peinaremos cada milímetro gritando “¡¡¡¿Andrew, estás ahí?!!!” hasta localizarlo.

Porque oye, no sé tú, pero yo estoy muy preocupado y le echo muchísimo de menos.

“¡¡¡¿Andrew, estás ahí?!!!”