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Los Steelers viven felices en el filo (de acero) de la navaja

Los seguidores de los Steelers se lo están pasando mejor que nadie en la temporada 2017. Llevan un récord 10-2 y están empatados en la cima de la conferencia con los New England Patriots; a principio de septiembre tenían un quarterback deseando jubilarse y desde que empezó noviembre tienen un pasador desbocado; Antonio Brown es líder en yardas de pase, LeVeon Bell en yardas de carrera, JuJu no solo es un nombre divertido y la línea ofensiva es un lujo; su defensa es una de las que menos puntos permite y estadísticamente es fortísima justo donde aparente tener su talón de Aquiles: pese a que sobre el campo parece que su secundaria tiene demasiados despistes, es el segundo equipo que menos yardas de pase permite por partido.

Si sumamos todos los ingredientes, nos sale un equipo con pedigrí suficiente para aspirar al anillo. De hecho, solo hay una piedra en el camino que parezca suficientemente grande para pelearles el título de Conferencia: New England.

Cada victoria, una taquicardia

Pero los seguidores de los Steelers no se lo están pasando mejor que nadie por todo lo anterior.

Lo que realmente está convirtiendo en apasionante la temporada de Pittsburgh es que cada domingo hacen equilibrismo en el filo de la navaja… y al final ganan. Sus partidos no son como los de otros favoritos, que dejan el asunto listo para sentencia en el segundo cuarto y convierten la segunda mitad en un trámite. Los adoradores de los Señores del Acero se pasan las tres horas de partido con el corazón en un puño, agitando enloquecidos sus Terrible Towels y rezando a San Cristóbal para que les lleve a buen puerto. Su equipo le ganó a los Browns por 3, a los Chiefs por 6, a los Lions por 5, a los Colts por 3, a los Packers por 3 y a los Bengals por 3. Todos rivales inferiores en teoría y a los que hubo que ganar con nocturnidad y alevosía cuando el tiempo llegaba a su fin.

Si estudiamos el calendario de Pittsburgh, ha sido un regalo sin casi rivales de entidad. Desarbolaron a los Vikings en la semana dos, cuando los morados estaban aún conmocionados por la pérdida de Bradford, perdieron con los Bears en la tres en lo que se puede considerar un accidente y de nuevo en la cinco contra los Jaguars en lo que sí fue un tremendo trompetazo y un toque de atención. Desde entonces solo se han visto las caras contra enemigos inferiores, pero sus victorias apuradas abren un interrogante sobre el auténtico nivel competitivo que el equipo puede alcanzar en playoff. Y más ahora que Shazier, el alma de su defensa, difícilmente volverá a jugar este año, y ya veremos más adelante.

Dos citas decisivas

Por eso son tan importantes las dos próximas citas de Pittsburgh en su estadio. Ante unos Ravens renacidos este domingo, y contra los Patriots en la semana 15, los Steelers necesitan demostrar que sus victorias apuradas no son síntoma de nada. Que tienen más que ver con la intención de conseguir que sus seguidores vivan los partidos con emoción hasta el último segundo que con una preocupante dificultad para convertir las yardas ganadas en puntos.

Pittsburgh tiene sobre el papel uno de los ataque más competitivos de la NFL, pero solo ha superado los 28 puntos en tres de sus doce enfrentamientos. Además, su defensa debería resentirse por las bajas y da la sensación de que según van transcurriendo las semanas también pierde consistencia.

Por supuesto que todas las penas son menos cuando se tiene un 10-2 y se demuestra semana a semana una sangre fría solo al alcance de los equipos más experimentados para salir de situaciones comprometidas. Sin embargo, el resultado ante Ravens y Patriots puede bajarles a la tierra y sumirles en una pequeña crisis en el peor momento posible, o convertirles en 1 de todos los power rankings.

Mientras tanto, sus aficionados viven felices en el filo de la navaja.