NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

GIMNASIA

¿Qué fue de Mary Lou Retton, la primera americana de oro?

Ganó el título olímpico en la general individual de 1984 y rompió el monopolio de los países de Europa del Este. Hoy son cinco las 'chicas de oro'

Madrid
¿Qué fue de Mary Lou Retton, la primera americana de oro?

La aparición de Simone Bilas en la gimnasia mundial ha sido de tal magnitud que ha ensombrecido el pasado de la gimnasia estadounidense, pero antes que ella se colgase la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río, en Estados Unidos ya funcionaba la hermandad limitada de las norteamericanas campeonas olímpicas, un póquer de estrellas que inicio Mary Lou Retton en 1984 (Los Ángeles), y que más adelante fueron completando Carly Patteson (2004), Nastia Liukin (2008) y Gabby Douglas (2012), más Simone “que es la mejor”, según Maru Lou.

Pero la realidad es que con Retton empezó todo, porque en 1984 ella se convirtió en la primera gimnasta estadounidense en ganar el oro olímpico en la general individual, la primera mujer de un país que no fuese de Europa oriental, y si bien es cierto que tuvo la colaboración del boicot soviético con la ausencia de la favorita, Natalia Yurchenko, su rivalidad con las rumanas, con Cathy Szabo en la lucha por el oro, dejó en un segundo plano las ausencias de las otras destacadas.

Mary Lou nació en Fairmont, en Virginia, el 24 de enero de 1968. Su padre, de origen italiano (su apellido original sería Rotonda), fue jugador de baloncesto en la Universidad de Virginia, donde Ronnie coincidió con Jerry West, un mito de la NBA hasta el punto que su gesto con el balón es el logotipo de la Liga. Ronnie jugaba de base, con sólo 1,72 metros de altura, y logró en aquel equipo una gesta jamás igualada por su universidad: el subcampeonato nacional de la NCAA. Pero Retton sabía que no tenía futuro en el baloncesto, y probó en el béisbol; durante seis años estuvo en uno de los equipos menores de los Yankees de Nueva York, con un buen balance como bateador.

En aquel ambiente deportivo, Mary Lou se decidió por la gimnasia, y seguidora incondicional de Nadia Comanecci, en 1982 se trasladó a Houston para trabajar a las órdenes de Bela y Martha Karolyi, que en 1981 habían emigrado a Estados Unidos tras dejar al equipo rumano por discrepancias con la política del país y habìan llevado a Nadia al éxito en Montreal. Y ahí empieza el ascenso de la Retton, que había nacido con displasia en las caderas, pero gracias al entrenamiento pudo corregir en parte este problema.

En 1983 ya era una delas mejores gimnastas de Estados Unidos, pero no pudo competir en el Mundial de Budapest por culpa de una lesión en la muñeca. Sin embargo, en 1984 ya se proclamó campeona de Estados Unidos y se clasificó con nota destacada en la prueba de selección para disputar los Juegos, aunque su participación estuvo en el aire por culpa de una lesión en la rodilla.

En Los Ángeles Mary Lou logró la medalla de plata con el equipo de Estados Unidos, y entró en la final para disputar el título individual en una competición en la que sumaría dos dieces, una puntuación espectacular, en suelo y salto. Su rival fue la rumana de origen húngaro Cathy Szabo, que quedó segunda por sólo 0,05 décimas y en un desenlace un tanto irregular: la última prueba de la rumana, en la barra de equilibrios y en la que se decidía el oro, se retrasó cuando la europea iba a comenzar su rutina. Un problema en la sala tuvo a Cathy parada y sin competir. Aquel incidente no llegó a mayores. Nadie lo recuerda, aunque fue uno de los incidentes que marcaron el desenlace. Mary Lou, pequeña, fuerte, potente, un ratòn mecánico siempre sonriente, se ganó a su país por su simpatía y por su medalla de oro.

Cuando acabaron los Juegos Olímpicos Mary Lou Retton, con cinco medallas, un oro, dos platas y dos bronces, era la heroína del país. Tanto se convirtió durante muchos años en la deportista más notable y popular de Estados Unidos, siendo imagen publicitaria de todo tipo de productos comerciales, incluso su figura apareció en los sellos de ¡Paraguay! lo que fue pieza de interés para los filatélicos.

Mary Lou se retiró muy joven para la gimnasia actual, porque sólo tenía 17 años, aunque siguió viviendo en Houston, donde conoció a su marido, Shannon Kelley, jugador de fútbol americano en la Universidad de Texas, en Austin, un tipo de 1,85 metros, 40 centímetros más alto que la gimnasta, y con quien tiene cuatro hijas: Shayle (1995), McKenna (1997), Skyle (200) y Emma (2002). Las cuatro han sido deportistas, y tres han hecho gimnasia, aunque nunca al nivel de la madre.

Políticamente conservadora, Mary Lou Retton se significó y fue activista con la candidatura de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos. Incluso participó en alguna convención nacional de los republicanos.

Durante los años que ha vivido en Houston, donde su marido trabajaba en el programa deportivo de la Universidad de Houston Baptist, la misma donde estuvieron gimnastas españoles como Rodríguez de Sadia, Rubio, Barrio y Gloria Viseras, por ejemplo, Mary Lou se convirtió en una ama de casa atípica, porque viajaba por todo el país dando conferencias, participando en causas solidarias e incluso trabajando como comentarista de gimnasia en la televisión.

Ahora ha vuelto a su ciudad natal, porque su marido ha encontrado trabajo en Fairmont, donde hay una calle y un parque con el nombre de la gimnasta, y como sus hijas han competido por todo el país, ella las acompaña para seguir al día con el deporte que la lanzó a la fama, además de estar en contacto permanente con sus compatriotas de las “chicas de oro”.

Hace unos años pasó por el quirófano para que le intervinieses la cadera izquierda, y aunque desde entonces le dijeron que dejase la actividad física, no oculta que sigue haciendo volteretas y saltando en la cama elástica. No hace mucho declaró que la gimnasia es un deporte tan divertido para los niños que ella no se opuso a que sus hijas hiciesen gimnasia, “pero otra cosa es la gimnasia de élite, aunque ahora ya no es tan agresiva como en los ochenta, cuando caías una y otra vez en suelos muy duros que minaban tu salud física”.