Marshawn Lynch pierde los papeles ante un árbitro
El running back de los Oakland Raiders está teniendo una mala temporada que se ha agravado con un acto intolerable y una justa expulsión.
La temporada de Marshawn Lynch en los Oakland Raiders está siendo mala. Sin paños calientes. Ha conseguido tan sólo 266 yardas en siete partidos. El juego de carrera no funciona y él es una de las patas fundamentales del mismo. Cuando salió del retiro para jugar con el equipo de su tierra, de su corazón, ya se sabía que habría un periodo de adaptación importante, que por algo llevaba todo un año apartado de los terrenos de juego, y una duda razonable sobre su verdadero nivel. Pero se puede asegurar que este bajísimo nivel no estaba en los pronósticos.
Ayer elevó la decepción a un nuevo estrato cuando fue expulsado del partido contra los Kansas City Chiefs en el segundo cuarto.
El motivo fue que saltó desde la banda hasta el campo para meterse en una pelea, algo ya lo suficientemente grave como para ser sancionado y reprendido por el equipo. Y resulta que eso quedó en nada porque, al llegar a la bronca, sólo se le ocurrió encararse con un árbitro, agarrarlo de la pechera y forcejear con él.
Oh, oh, Marshawn. No, no, Marshawn. Hay pocas cosas menos tolerables que ponerle las manos encima a un árbitro, aunque sea de manera más o menos accidental o ligera, algo que encima no parece que sea el caso.
Tras ser expulsado del partido Jack Del Río le dijo que esto era intolerable, y lo mismo contó a la prensa tras la victoria de su equipo en la que, es evidente, Lynch no contó. De hecho, sólo sumó nueve yardas en dos intentos. El jugador se quedó en el vestuario y le vio, luego, felicitando a sus compañeros.
Se enfrenta a una multa económica. Eso por lo menos, porque la la NFL es dada a sancionar con partidos a sus jugadores, aunque las imágenes de un atleta zarandeando a un árbitro son los suficientemente llamativas como para que pudiera existir la posibilidad de hablar de algo más serio.
Los Oakland Raiders están 3-4 por récord de victorias y derrotas. El ataque no está funcionando como querrían, y buena parte de culpa tiene que recaer en el que llegó para ser el corredor principal del equipo y no está avanzando apenas yardas. Si encima se convierte en un problema disciplinario, apaga y vámonos.