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Reglas NFL

Los retornos desde la end zone no llegan a buen puerto

La NFL implementó la norma de mandar los touchbacks de kickoff a la yarda 25 para evitar lesiones y los números les dan la razón.

Oct 15, 2017; Jacksonville, FL, USA; Jacksonville Jaguars defensive back Peyton Thompson (25) chases Los Angeles Rams wide receiver Pharoh Cooper (10) as he runs back the opening kick-off for a touchdown during the first quarter of a football game against the Jacksonville Jaguars at EverBank Field. Mandatory Credit: Reinhold Matay-USA TODAY Sports
Reinhold MatayUSA Today Sports

Hace un par de años la NFL decidió que los touchbacks de kickoff pusieran el balón en la yarda 25 en vez de en la 20. Aunque pueda parecer poca cosa, la cuantificación de la distancia que eran capaces de retornar los jugadores desde la end zone hacía pensar a la liga que esas cinco yardas serían diferenciales a la hora de evitar los peligrosos retornos y, por lo tanto, evitar lesiones. Lesiones, además, bien graves, pues sabido es que los retornos son algunas de las jugadas más violentas e incontrolables del fútbol americano.

Y la realidad le ha dado por completo la razón a la NFL. Salvo por un asunto incontrolable: las decisiones individuales de los jugadores.

Este año ha habido 163 retornos desde la end zone en la liga. De ellos, sólo el 24,5%, esto es, 40, han alcanzado la línea de las 25 yardas. Los equipos habrían tenido mejor posición de campo el 75,5% de las ocasiones si los retornadores, sencillamente, se hubieran arrodillado al recibir el balón.

Eso sin contar un factor aún más determinante, como son los fumbles. Resulta que seis de esos retornos sacados desde la end zone acabaron con el balón en manos de los rivales, y una anotación en contra casi segura. Por contra, tan sólo Pharoh Cooper, de Los Angeles Rams, consiguió llevar el balón de punta a punta del campo para anotar un touchdown. Es evidente que el equilibrio riesgo/beneficio no existe en este caso.

La lógica indica, y seguro que también lo hace con los entrenadores, que cada balón chutado desde el kickoff que sobrevuele la línea de inicio de la end zone debería ser cogido y parado allí mismo, rodilla en tierra, por el retornador de cada equipos. Sin embargo, eso no sucede con la frecuencia deseada por la liga y por los propios equipos.

El motivo no es otro que, como me dijo una mujer más lista que yo una vez, los seres humanos somos seres humanos todo el rato. Y un retornador, por norma general, es un jugador muy específico que no está entre las estrellas del equipo. Aunque algún cornerback o receptor titular esté en esas funciones, lo usual es que el encargado sea alguien con habilidad pero del segundo escalón jerárquico de la plantilla.

¿Y sabéis lo que quiere toda persona que está en un segundo escalón jerárquico? Saltar al primero. Y si tocas el balón tres veces en un partido quieres que cuenten. Y mucho. De ahí que quieran, a toda costa, jugársela. Sueñan con pasar la primera línea de placajes y salir a campo abierto a toda velocidad para disfrutar de veinte yardas finales de gloria, algo que les eleve, que les de una carrera mejor, más dinero, más importancia... seres humanos.

Por mucho que les enseñes las estadísticas, pensarán que esta vez es la suya, que son capaces de ganar esa batalla y que son mejores de lo que todo el mundo piensa, mejores que la media de todos esos que no pasan de la yarda 25. Luchar contra eso es casi imposible.

Es por eso que seguimos viendo a valientes y/o inconscientes que cogen el balón en la profunda end zone. Cuatro, cinco, seis yardas más atrás de lo que la lógica dice que se debe hacer y, justo antes de arrodillarse, piensan y deciden que es su momento y salen corriendo hacia el abismo. Es absurdo. Es tonto. Es irracional. Y yo voy con ellos todo el tiempo. Ojala no nos falten nunca.