Garett Bolles vuelve a entrenar y el sol a brillar en Denver
El left tackle rookie, uno de los mejores jugadores de los Broncos en este inicio de temporada, podría jugar esta misma semana a pesar de su lesión.
Ayer se veía a Vance Joseph, entrenador de los Denver Broncos, feliz, sonriente, con la cara de esa gente que no debe dinero y tiene los pagos al día. Que te pones a charlar con ellos en la cafetería y te pagan el café. Un hombre feliz.
¿Y todo por un left tackle rookie? Pues sí, todo por un left tackle rookie.
Garett Bolles se lesionó el pasado domingo en el partido contra los Dallas Cowboys y salió del campo en carrito. Se le vio, luego con muletas. El miedo a una lesión de larga duración planea sobre el equipo en esos momentos. A lo largo de la semana los miedos fueron bajando de escalón en escalón. Al principio se dijo que podría estar fuera un mes. Luego un par de semanas. Ayer se entrenó y no está descartado para jugar esta jornada, aunque dicen que no van a forzar.
El alivio es general en el equipo, y más que nadie en Joseph. Porque puede parecer ridículo que un rookie, y en cima un left tackle, sea tan importante en un grupo que ha jugado dos partidos majestuosos y tiene en la defensa su principal argumento para pelear por entrar en los playoffs. Y, sin embargo, la realidad es esa: Garrett Bolles, en tan sólo dos partidos, se ha mostrado como indispensable.
Estamos en una época de gran debate acerca del nivel y la formación de las líneas ofensivas. Se dice, creo que con razón, que hay pocos jugadores de nivel para los que se necesitan en la NFL en esos puestos. Que en la NCAA, acostumbrados a jugar la spread offense, ya no forman a los grandes mastodontes de la línea como sería necesario para jugar con los profesionales. Por eso, este año, Garett Bolles fue el primer OL drafteado... en el puesto #20. Lo que antes hubiese sido un seguro top diez, top cinco se podría apostar, acabó en la parte final de la primera ronda. Y podéis estar seguros que John Elway, presidente de los Broncos, agradeció el regalo.
Porque su OL era la de tantos y tantos equipos que ven morir sus esperanzas por ella. El año pasado ni eran capaces de proteger al quarterback ni de correr ni de nada en ataque. Con Bolles en el lado ciego de la línea sólo han permitido, por ese lado, un sack y una presión a Trevor Siemian. Detrás de él, C.J. Anderson se ha convertido en el cuarto corredor con más yardas de la liga.
La diferencia es inmensa. A tal punto que los Broncos han ganado a dos buenos equipos, Chargers y Cowboys, y Trevor Siemian ha dejado de sonar como un quarterback ilegítimo en la liga de los pasadores titulares. Por supuesto, sólo hablamos de dos semanas, muy escasa muestra para hacer consideraciones finales. No obstante, queda probado que Garrett Bolles es alguien muy importante en el equipo y que aporta toda la alegría del mundo cuando se le ve entrenar tras los miedos de perderle por un periodo significativo de tiempo.
Y, desde el punto de vista personal, también da gusto que una gran historia pueda tener continuidad feliz.
Garett Bolles era carne de cañón, alguien sin futuro. Con 19 años estaba viviendo en la calle. Alcohol, drogas, malas amistades, vandalismo, robos... su padre, militar, le echó de casa. Estaba durmiendo al raso cuando un profesor de su instituto, en Utah, le acogió. Tanto él como su mujer pensaron que no estaría más de tres días con ellos antes de que la situación reventara.
Pero Bolles vio el fondo del pozo. En esos tres días decidió abrazar la religión de sus benefactores, pues Utah es un estado muy religioso, y poco a poco se comprometió con su nueva vida. Entró tarde en la universidad de Utah, por eso ha llegado a la NFL con 24 años. Se ha casado, ha tenido un hijo y se ha reconciliado con su padre.
Pasó de ser un delincuente juvenil, bocazas y chulo, a un ejemplo de trabajo, esfuerzo y disciplina. De hecho, los que lo entrevistaron antes del draft dicen que les impresionó su madurez y su forma de afrontar la vida, tanto como su amor absoluto por el fútbol americano que, para Bolles, es el deporte que más hace aflorar las virtudes que considera imprescindibles en su nueva vida.
Ahora, en Denver, es capaz de ser una de las grandes noticias del año. En el campo y fuera de él.