“Tengo la habilidad de Salinas y la motivación de Coentrao”
David Amor, humorista y actor de 'Gym Tony' y 'El club del chiste', atiende al Diario AS para contar su pasado en ASOBAL y su pasión por la bicicleta y el motor.
Tu nombre real es David López, ¿de dónde viene tu nombre artístico ‘David Amor’?
Fue en mis inicios en televisión. En un programa de variedades, teníamos invitadas, yo siempre llevaba preguntas del público y era muy cariñoso/mimoso con las empleadas. Entonces, el presentador dijo que tendría que tener un personaje y decidió llamarme David Amor, y...nada, empecé a usarlo también en mi show de monologuista, se fue quedando, y hasta hoy.
Estudiando INEF coincidiste con María Castro, quien te abrió las puertas como modelo:
Comencé INEF en Pontevedra, pero nunca la acabé, hice la mitad, luego empecé a trabajar. María Castro, compañera de universidad, me presentó a una agencia de modelos en la que ella también participaba.
Sin embargo, nunca perdiste el contacto con el deporte:
No, siempre me gustó el deporte. Como mi padre se iba desplazando de un lugar a otro, probé muchas cosas: taekwondo, piragüismo, voleibol, fútbol, balonmano… Al final me quedé en el balonmano. Creo que fue por el ambiente, tuve grandes amigos, aunque era muy malo. Además, empecé relativamente tarde, tenía compañeros que llevaban seis años o más jugando.
En una entrevista para la televisión de La Rioja afirmaste ser “tontomotriz” para jugar al fútbol:
En el fútbol no hay manera, queda muy lejos de la cabeza. Tengo JulioSalinitis crónica: la habilidad de Julio Salinas, la velocidad de Amunike, y la motivación de Coentrao. Gracias a Ángel, un ahijado de mi padre, opté por el balonmano. En Pontevedra hay mucha afición, aunque yo empecé con 12 o 13 años. Comencé yendo a verle jugar porque era muy bueno y viví el ambiente de aquel pabellón de Pontevedra lleno…Imagínate, iba la banda militar, tocaban el séptimo de caballería cuando atacaban…Yo quedaba fascinado, era un niño, imagínate la motivación. Iba a verlos entrenar como un niño va hoy a un campo de fútbol, y me picó. Empecé a jugar pero tuve muy, muy poquito éxito deportivo.
Aunque llegaste a la selección nacional:
Llegué a la selección, sí, pero eso fue mucho después. Empecé jugando en infantiles de primer año de la Sociedad Deportiva Teucro, de Pontevedra. Al año siguiente, cambiaron de categoría, pero me echaron por muy malo. Entonces, me ofrecí a un equipo de colegio, al Sagrado Corazón, también de Pontevedra, con unos amigos. Jugaba de extremo derecho como Juanín García, donde juegan los bajitos o los jugadores malos. Estuve dos años, pero el equipo no tenía más categorías.
Al año siguiente, pego un estirón y la cosa comenzó a cambiar. La última temporada como juvenil, me llamaron para disputar un campeonato de España con la selección gallega, en la que yo apenas jugaba, era siempre el primer descarte.
Fue una cosa rara en mi carrera deportiva, en plan de 'bueno, no tengo nada que perder'. Me la jugué y por alguna razón me salió bien, y desde aquello me empezaron a llamar para la selección nacional de las categorías inferiores. Digamos que aquel campeonato de España fue un punto de inflexión bastante potente en mi carrera deportiva.
A menudo, recuerdas como inolvidable el momento en el que tu madre te comunica la convocatoria:
El seleccionador gallego, después de acabar el partido del campeonato de España, fue un poco enigmático: “Disfruta todo lo que te venga a partir de ahora”. Era todo muy raro porque yo no jugaba habitualmente. Mi madre -que debió de intuir algo- vino al instituto, al recreo, y de repente llega la convocatoria para el equipo nacional. Era una preselección, nada definitivo, pero ya sólo vivir la experiencia…Además, siendo Galicia, con su ambiente en el balonmano, que es como una familia...Verte en una de esas, sin padrino ni nada, pues fue muy, muy especial.
Fue algo más que una experiencia…
Así es, fui subcampeón olímpico juvenil en Moscú 98. Fue uno de los regalos que me dio el deporte, aunque sea en el juvenil, sin toda la pompa que tiene unas olimpiadas generales...puedo entender al deportista cuando dice que las olimpiadas es lo más especial. Estábamos allí 7.000 deportistas de más de 100 países. Recuerdo que hubo una gala de inauguración en el estadio, y que había previsión de lluvia. Eso es una cosa que me impactó de chaval: hicieron despegar cazas soviéticos para disipar las nubes y que no lloviera...y durante la gala no llovió.
Sueles bromear con tu coincidencia con Urdangarín:
Fue un partido en Oviedo, él estaba con la categoría superior, ellos acababan de jugar y nosotros íbamos a jugar después o al revés, -no lo recuerdo bien-. Fue una broma que hizo de cómo lanzaba el balón...En aquella época todavía caía bien a todos. De mi generación llegaron a la élite casi todos menos yo, que era el paquete. Con algunos hablo muy de vez en cuando, nos cruzamos mails pero...la vida, al final, te empieza a separar, cada uno hace su camino. Es complicado. Cuando nos vemos, tenemos buena relación y buen trato, porque es una alegría. Si coincide que a veces vienen a jugar cerca y ando por casa, voy a verlos o nos llamamos de vez en cuando.
Guardo especial relación con Carlos Prieto, que ahora anda por Alemania; con Santi Urdiales hablé un par de veces; con Raúl Entrerríos nos vimos un par de partidos; Iker Romero hace mucho que no sé de él; con Roberto García Parrondo nos saludamos bastante una época...bueno, cuando se da la casualidad, porque la vida luego es complicada, cada uno hace su camino.
¿Por qué decides dejar el balonmano?
Hay un momento que la Federación habla conmigo, me dan el toque porque todos están jugando en equipos de arriba menos yo. En verdad, yo por fichajes y cosas que a lo largo de mi carrera a lo mejor me equivoqué un poco. También hubo contratiempos circunstanciales, como entrenadores muy buenos con los que tenía ganas de trabajar y -de repente- en pretemporada los ficha otro equipo, se van y te quedas colgao, con un proyecto deportivo en el que a lo mejor no era mi momento.
Digamos que yo tardé mucho en jugar a balonmano, tenía buenas condiciones -alto, fuerte, me gustaba, era trabajador- pero me costó mucho tiempo entender el juego. Digamos que estuve demasiado tiempo tirando de mis cualidades físicas.
Después, con 20 años fiché en Granada. Fue así como una puerta, realmente yo quería quedarme en Galicia -en el Teucro-, pero no hubo mucho entendimiento. Creo que hubo gente por en medio con mala fe, y al final la oferta de Granada era muchísimo mejor. Me fui para allá, pero no me fue bien.
Fue un año duro: me lesioné del hombro; perdí peso en el grupo -peso específico de lo que yo debería haber aportado-, incluso hubo un momento en el que yo no me sentí parte de ellos; tuve problemas con los estudios, no cumplieron parte del trato que incluía estudiar en Granada; y...decidimos rescindir el contrato.
Entonces, a falta de dos meses para acabar la temporada, me volví para casa. Para mí fue muy duro. Había sido una apuesta personal, y fue un fracaso bastante importante para mí. Me volví un poco asqueado de todo. Entonces, fiché por un equipo de Primera Nacional, por seguir jugando y seguir en contacto, pero cuando volví a Galicia ya empecé con la televisión.
Al año siguiente, las negociaciones con el equipo fueron terribles. En teoría, iba a dejar de jugar, pero antiguos compañeros de cuando yo había jugado de pequeño formaron un equipo y firmé por ellos. Ahí empecé a desarrollar paralelamente mi carrera de televisión a nivel autonómico. Ese año con los compañeros fue muy bien, porque volví a divertirme jugando a balonmano, volví a acordarme de por qué jugaba al balonmano, de hecho ascendimos de categoría a Primera Nacional.
En una fase de ascenso, jugamos contra el filial del Portland, en Zaragoza, y la verdad es que volví a engancharme al balonmano. Volví a fichar por un equipo con objetivos, buenos entrenadores...y gracias a eso, con 26-27 años me llegó una oferta del Teucro -el equipo de mi ciudad-, que en aquel momento estaba en División de Honor B. Estaban iniciando un proyecto, y –económicamente- tratando de limpiar el club: -por eso me fichaba- jugadores baratos con implicación, de la casa...
Para mí, fue un momento delicado porque en aquel momento estaba presentando un programa en la Televisión de Galicia, era un éxito profesional grande para mí, había llegado a una cota...y, claro, si fichaba por el equipo de balonmano, la televisión tenía que desaparecer.
En el balonmano no hay grandes sueldos: en dos meses de televisión, cobraba lo que todo el año en balonmano, pero me hacía mucha ilusión y decidí apostar por el balonmano. Dejé el programa, creía que ese era el momento, que si no lo hacía ahí... Tenía 27 años, y a mi edad esa oportunidad no la iba a volver a tener. Fue genial porque creo que hice un buen papel, una buena temporada en lo que se pedía. Ascendimos a ASOBAL y, tan contento estaban con mi rendimiento, que me ofrecieron renovar.
Jugué un año en ASOBAL, fue muy bien, mantuvimos la categoría, y casi nos metimos en Europa, pasa que ese año el Atlético de Madrid no ganó, y no nos clasificamos finalmente. Fue muy bonito, porque después de tantos años de frustración, de pensar que no valía para esto...pude ver mi nivel, que estaba ahí. Aparte, tuve compañeros como Guardiola y Víctor, a los que siempre hago la misma broma de lo que les enseñé yo a defender allí en Teucro.
Luego, me di cuenta que no tenía nada más que aportar al balonmano de élite y económicamente no le veía viabilidad en el futuro, así que decidí retomar la televisión. Seguí jugando -fui el segundo máximo goleador de Primera Nacional-, hasta este año que es el primero que no juego.
Para mí el balonmano es una pasión. A veces, he llegado a sacrificar trabajos para ir a jugar, es un compromiso, una cosa que me mantiene muy activo. También hay un momento que la tele es muy inestable, así que tampoco quise desmontar mi vida. De hecho, al principio de llegar en Madrid seguía jugando en Galicia. Tuve la suerte de encontrar un club donde entrenar en Madrid y el viernes volaba a Galicia, entrenaba con mi equipo y jugaba el fin de semana. Era una forma de mantenerme en forma y de poder jugar.
Además del balonmano, practicas otros deportes:
Corrí un par de campeonatos de España de quad, y fui piloto de una marca para unas pruebas. Me gusta mucho el quad y el mundo del motor en general. Ahora llevo dos o tres años que me ha dado por la bicicleta. Un día viendo un reportaje sobre las 10000 del Soplao -una ruta que se celebra en Cabezón de la Sal en Cantabria-, me emperré un montón. Es una carrera amateur, le llaman 'el tour de los amateurs', y yo quería sentir esa sensación. Soy así, me gusta probar, me gustan las locuras.
Tengo a mi amigo Pedro Nimo, campeón de España de maratón, que me ayudó con la estructura, y en cuatro meses y medio pasé de no andar nada en la bici a acabar la prueba. Ya llevo dos años yendo, disfrutando mucho. Digamos que me metí en lo de la bici, me empecé a preparar y a ir a otras rutas, como la Cuatro picos, espectacular.
En una entrevista calificaste a Gómez Noya como “héroe”:
Un día llevamos a un programa de televisión en Galicia a Iván Raña, quinto en Sídney y Pekín, y contaba cómo tenía que ir a unas olimpiadas, sin ningún tipo de físio, es decir, solo. Es triste que tengan a alguien como Noya para hacerse la foto porque 'es guay', creo que debería valer para algo más.
En este país, nos cuesta mucho reconocer las cosas, coño, somos un país mediocre a nivel de sociedad. Es bastante evidente, sólo hay que mirar alrededor. En lugar de tomarlo como algo malo, hay que tomarlo con un empujón para mejorar. Intentar por apostar por el deporte de verdad.
Recuerdo que en mi época del Teucro, teníamos problemas para cobrar, siempre estábamos pendientes de si llegaban subvenciones del ayuntamiento, la diputación...¿Cómo un dinero público es para pagar lo mío? Mi dinero público debería utilizarse para pagar buenos monitores, mejorar las instalaciones base, que el deporte no sea algo de entretenimiento, sino como calidad de vida, que la gente conozca lo que es el deporte.
Cada fin de semana, voy a ver un partido de niños de fútbol... y yo a los padres los encerraba a todos. No sé cómo se permite. Todos los presidentes cobran suficiente pasta como para preocuparse un poco y empezar a cerrar campos de verdad, cada vez que haya un insulto o una mala palabra.
El fin de semana pasado escuché a un padre decirle a un niño: “Métele el codo en los dientes”. A mí no me parece normal, y permitirlo o que alguien vaya a un estadio grande y llame hijo de puta a un árbitro, y diga 'bastante cobran'...Yo no lo veo así, la dignidad de nadie no tiene precio. Yo no llevaría a mi hijo a un campo de fútbol porque no quiero que escuche ciertas cosas. Y me da pena porque el fútbol es un deporte maravilloso, pero no quiero que escuche ciertas cosas...es lamentable, y lo permitimos. Luis Enrique insinuó que los campos se quedarían vacíos, pues a lo mejor se tienen que empezar a quedar vacíos. Son cosas duras y difíciles, sin ganas no cambiamos, si no hay ganas de cambiar...seguiremos en la mediocridad, por eso digo que somos una sociedad mediocre.
Leo Harlem es colaborador del Diario AS y gran amigo tuyo:
Leo es una enciclopedia del deporte, tiene una colección de bicis preciosa, pero no las usa, ni las toca. Nos conocimos en El club del chiste, hicimos una gira juntos, tenemos aficiones en común. Además, le tengo mucha admiración, teníamos muy buen trato. Leo es un tío muy especial, tengo muchas anécdotas con él. Recuerdo un día que coincidimos en El club de la comedia, hacía tiempo que no nos veíamos y empezó a gritar: “Bueno, al acabar aquí qué vas a hacer” -yo no sabía-, “bueno, ya me ha liao el gallego, ya tengo que ir a cenar”.
Leo es un tío que me enseñó a disfrutar de una buena cena, una buena compañía y un buen vino...Recuerdo una muy divertida que salimos a cenar con un jugador del Valladolid, que le había metido un gol a Paco Buyo en el Madrid. Era muy simpático porque Leo le iba contando cosas que había hecho el propio jugador, que él no se acordaba. Leo sabía tanto que sabía más de lo que él propiamente había hecho: “Jo, ese gol que metiste” y el jugador no se acordaba. Leo es un tío maravilloso, tiene mucho mérito, es un gran actor, pero escucharlo en el día a día es un regalo. Vivíamos cerca en El club del chiste, y cuando volvíamos en taxi, recuerdo infinidad de taxistas llorando de la risa...¡y estaba contando el día a día!. Leo es un malas pulgas muy divertido.