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Detroit Lions

Un lobo de Wall Street pegándose en un equipo NFL

Brandon Copeland, jugador de los Detroit Lions, vive con el 15% de su sueldo y trabaja en una firma de asesoría de inversores bursátiles.

Un lobo de Wall Street pegándose en un equipo NFL

Esta es la historia de Brandon Copeland, chaval de los alrededores de Baltimore, nieto de jugador de la NFL, y cerebro privilegiado que ha entendido que el football es una profesión corta, de alto riesgo, pero en la que se pueden maximizar beneficios para suplir económicamente toda una vida. Es lo que tiene ser un lobo de Wall Street metido en un vestuario de fútbol americano profesional.

Copeland es un linebacker de los Detroit Lions. Correcto. Pero es, además, un asesor en inversiones bursátiles de la firma Weiss. Y tiene una perspectiva de los negocios muy diferente a la de sus compañeros deportistas, algo que le lleva a realizar locuras como, por ejemplo, vivir sólo con el 15% de su salario.

Brandon Copeland es nieto de Roy Hilton, un viejo jugador de los Baltimore Colts. Su familia se estableció en la zona y él creció allí. Fue un extraordinario atleta en sus años de instituto y eso le llevó a tener la opción de jugar a nivel universitario tanto en football como en baloncesto o atletismo. Eligió lo primero y, además, eligió la escuela de Wharton en la universidad de Penn. Esta es una de las escuelas de negocios más reputadas del mundo y esa es una de las universidades que pertenecen a la muy prestigiosa Ivy League, donde comparte espacio con Harvard, Yale, Princeton...

Ya entonces tuvo muy claro dos cosas: su verdadera pasión era el football, y a ser profesional en ese deporte iba a dedicar todos sus esfuerzos, pero el futuro económico de su vida dependería de su capacidad para gestionar el dinero que ganase y las futuras inversiones.

Por eso dedicó largas horas de madrugada a preparar análisis, predicciones y asesoría sobre diferentes inversiones bursátiles. Algunas de tanto riesgo como son los mercados de opciones, que requieren una atención constante ya que cada mínimo movimiento del mercado te puede hacer perder (o ganar) porcentajes desorbitados con respecto a lo invertido.

Con esos trabajos, las empresas del sector le llamaron y le ofrecieron trabajos. Le contrataron aún sabiendo que su pasión principal era la NFL y que sólo podrían contar con él en términos relativos.

Sin embargo, Copeland se vio absorbido por ese mundo. En sus primeros años en la NFL, que pasó entre los Ravens y los Titans, incluso operaba a través de su móvil entre ejercicio y ejercicio de los entrenamientos. Eso no iba a funcionar, así que se reinventó.

Desde el año pasado ha abandonado las opciones, el estrés del instante, y se dedica a las inversiones a medio y largo plazo. Eso le ha permitido centrarse en su carrera deportiva y eso le ha llevado a ser contratado por los Detroit Lions, habiendo ganado más de un millón de dólares en los últimos dos años.

¿Y qué ha hecho? Ha vivido con el 15% de ese salario, 150.000 dólares para dos años, ha seguido un estricto régimen de inversiones de alto, medio y bajo riesgo con cantidades establecidas de antemano, y ha mantenido su trabajo en Weiss.

A su alrededor, ahora mismo, hay veteranos, jóvenes y rookies que, sin duda, van a acabar arruinados una vez termine su carrera deportiva profesional. Ha pasado siempre y va a seguir pasando. La mayoría de ellos, hoy, seguro que miran a Brandon Copeland como a un bicho raro del que no saben qué demonios hace con su dinero. Es probable que descubran, demasiado tarde, el motivo de tanta heterodoxia.