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‘Tanking’ en la NFL

Bueno para los Cleveland Browns y malo para el resto de la NFL

Si la reconstrucción de los Cleveland Browns acaba con éxito, se producirá un efecto contagio que puede desvirtuar una competición con tan pocos partidos.
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CLEVELAND, OH - OCTOBER 30: A Cleveland Browns fan looks on during the second quarter against the New York Jets at FirstEnergy Stadium on October 30, 2016 in Cleveland, Ohio.   Jason Miller/Getty Images/AFP
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Jason MillerAFP

¡Ay los años sabáticos! ¿Quién no ha soñado alguna vez, o muchas, con tomarse un año sabático? Conocí a un viejo periodista, que ya ha fallecido muy anciano, que se tomó un año sabático para escribir un libro que llevaba años deseando publicar. A la vuelta, contaba muerto de risa que no lo había terminado, pero que había merecido la pena tomarse los doce meses de descanso. ¡Se los había pasado enteros en la cama! Con la máquina de escribir entre las piernas y las sábanas pero, sobre todo, buscando la inspiración y la musa perdida en largas horas de retoces de somnolencia.

En la NFL no existen los años sabáticos. Hay quien dice que, como las meigas, haberlos haylos. Pero ese famoso ‘tanking’ descarado que vemos año tras año en la NBA y la MLB no ha aparecido en la NFL salvo en momentos muy puntuales. Posiblemente, el último caso flagrante lo vivimos en la temporada 2011, cuando los Colts, con Peyton Manning lesionado y con los dos pies fuera del equipo, terminaron con un récord 2-14. Lo que son las cosas, sus dos victorias llegaron en las semanas 15 y 16, cuando el número 1 del draft ya no corría peligro pese a que los Rams terminaran también con solo dos victorias.

Como siempre, la clave está en el quarterback

¡Y oh casualidad! el primer elegido en el draft de 2012 fue Andrew Luck que se fue a los Colts. Mira tú por dónde. ¡Qué cosas! Porque otro precepto inmutable en la NFL es que los ‘tankings’ solo se amagaban cuando llegaba al draft un quarterback superferolítico. Por tanto, no es muy aventurado pensar que el año que viene habrá una batalla encarnizada por perder partidos entre Jets, Browns, 49ers y algún otro espabilado que se sumará a la búsqueda del récord más imperfecto posible para conseguir a Sam Darnold con el número 1 del draft. Y sí, es un quarterback. Y sí, también dicen que es la mejor promesa desde Peyton Manning, desde Aaron Rodgers, desde John Elway, desde Dan Marino y desde el sursum corda. Y sí, como los Bears consigan el número 1 del draft lo elegirán sin dudarlo salvo que Trubisky haya terminado su temporada de rookie escupiendo touchdowns como escupía rayos Zeus. (Entre nosotros, y os lo digo bajito, todo apunta a que los Jets están trabajando muy a fondo para perder los 16 de temporada regular, los cuatro de pretemporada y un camión de bomberos si hiciera falta para conseguir a Darnold).

Aún hay muchos que niegan que aquellos Colts de 2001 se dejaran llevar. Lo que nadie se atreve a desmentir es que en la NBA y en la MLB cada año hay un puñado de equipos que no compiten. No solo es que no sean competitivos, es que casi ni lo intentan. Hasta el punto que en la NBA los puestos del draft son por sorteo (con ventaja para los peores récords) para intentar disuadir a los que se dejan vapulear.

El tanking institucionalizado

En la NBA el ‘tanking’ no desvirtúa tanto la competición. Cada equipo disputa 82 partidos de temporada regular y todo el mundo tiene que jugar multitud de encuentros contra equipos buenos malos y regulares. En la MLB es aún menos grave. 162 partidos de temporada regular son muchos para que un puñado de ‘maletas’ sea capaz de marcar la competición. Y más sabiendo que el draft en el béisbol no es tan decisivo como en la NFL.

Si el ‘tanking’ se institucionaliza en la NFL, la competición puede salir muy perjudicada. Cuando todo se decide en 16 partidos, y los calendarios son tan diferentes, si un equipo no tan bueno se enfrenta a dos o tres peritas en dulce puede tener una ventaja decisiva sobre un equipo mejor, pero que no disfruta de esa ventaja en su calendario.

Demasiados años apestando a ‘marrón’

Los Browns llevan nueve años apestando. Miento, llevan haciéndolo desde que se refundaron en 1999, o incluso antes. Sin embargo, el 3 de enero de 2016 ficharon a Sashi Brown como General manager y dos días después a Paul DePodesta como jefe de estrategia. Y en esas 72 horas reinventaron la forma de gestionar una franquicia de la NFL heredando un sistema que DePodesta puso en marcha con éxito en la MLB durante años, hasta el punto de inspirar la famosa película Moneyball con Brad Pitt de protagonista.

Los Browns han estado desde entonces acumulando rondas altas del draft y fichando jugadores que necesitarán mañana más que hoy. Y como secuela inevitable han hecho algo impensable en la NFL hasta ahora: desentenderse de una temporada completa. En 2016, los de Cleveland fueron un equipo indigno de la competición. Solo transmitieron buenas sensaciones durante el primer mes y medio, cuando todos los demás equipos estaban ajustándose. En cuanto la cosa se calentó, ellos se diluyeron como un azucarillo en el que nada funcionaba. Algún seguidor del equipo me responderá que la culpa fue de las lesiones, que la abuela fuma, y que al final le ganaron un partido a los Chargers. Sí, vale, pero la imagen fue tan patética que, incluso sabiendo que era una consecuencia inevitable dentro de un plan de reconstrucción prefijado, Jimmy Haslam, propietario del equipo, las tuvo picudas con Hue Jackson, su prestigioso entrenador, durante el mes de diciembre. El dueño estaba de acuerdo con la nueva política, aunque no tanto con tirar así una temporada, dando una imagen tan lastimosa.

El peligro de que el plan funcione

Después de una estupenda agencia libre con la que redondearon una línea ofensiva de quitar el hipo, y un draft para enmarcar con tres primeras rondas, los Browns de 2017 pueden empezar a hacer sus pinitos a poco que Cody Kessler se mantenga sano y juegue al nivel que le augura Hue Jackson. Ya solo les falta que Josh Gordon vuelva rehabilitado para que a todos se nos caigan los palos del sombrajo. El tiempo ideal para reconstruir una franquicia es de tres años y en Cleveland puede que lo consigan incluso en menos.

El problema es que, si el proyecto funciona, ese plan de reconstrucción se popularizará, y a las franquicias perdedoras les dejará de importar si ganan dos o cinco partidos en una temporada, o si su equipo está completamente desequilibrado y falto de talento. No les preocupará perder doce meses sobre el emparrillado si eso sirve para ganarlos en los despachos.

Un draft con sorteo en la NFL

La NFL quizá pueda permitirse que un equipo por conferencia se tome un año sabático sin que eso afecte en demasía a la competición, pero si el ‘sistema Browns’ se pone de moda, la liga puede saltar por los aires, completamente desvirtuada con calendarios excesivamente desequilibrados. Y la conclusión será que más pronto que tarde se adoptará un sistema de sorteo del draft similar al de la NBA. Roger Goodell solo necesita una pequeña excusa para incorporar una nueva fecha clave que de presencia a la NFL durante la larga offseason. Y ese posible sorteo sería una bomba mediática y un programa de gran audiencia para su NFL Network.

Después de más de un año de dudas y de augurios de fracaso, el plan revolucionario de los Cleveland Browns empieza a ver la luz al final del túnel, y eso es muy bueno para ellos, pero las consecuencias de ese éxito pueden ser muy graves para una competición en la que, hasta ahora, un domingo cualquiera podías ganar o perder contra cualquiera.