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JUDO

¿Qué fue de Ernesto Pérez, primera medalla en Atlanta-96?

Disputó tres Juegos Olímpicos y se retiró a los 32 años. Su plata sigue siendo la única de los judocas españoles en las citas olímpicas

Madrid
¿Qué fue de Ernesto Pérez, primera medalla en Atlanta-96?

Hasta la irrupción de Ernesto Pérez Lobo (Madrid, 1970) en los Juegos Olímpicos de Atlanta, la única referencia popular del judo masculino español era Santiago Ojeda, el canario de Gáldar fallecido prematuramente en 1997, y que fue campeón de Europa del peso pesado. El canario llegó al judo desde la lucha, mientras que Ernesto compitió siempre sobre el tatami.

Pérez Lobo estudió en el colegio Mirasierra de Madrid, que durante más de dos décadas tenía como deporte único el voleibol, y sus equipos fueron cantera del Atlético de Madrid y del Real Madrid. Pero esta parte no la vivió Ernesto, porque cuando él llegó al colegio el centro ya había cambiado de estrategia. Y así empezó en la competición de judo, y con su 1,91 metros de altura y 120 kilos de peso, destacó pronto en la competición nacional, siempre en la máxima categoría, en más de 95 kilos, en la que fue siete veces campeón de Europa.

En 1992 debutó en los Juegos Olímpicos, en Barcelona, donde logró el diploma olímpico, lo que de alguna manera ya mostraba que era uno de las esperanzas españolas del futuro. Y como sabía de sobra que del judo no se vive, trabajaba de técnico de montaje en Telemadrid.

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Fue una apuesta segura de la Federación Española, porque el madrileño era un tipo serio, trabajador, meticuloso, al que el servicio militar retrasó un poco su preparación. También se entrenó en Japón, para preparar los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1992, donde al judo español se le miraba con esperanzas por aquello de las medallas de oro, cuatro años antes, gracias a Miriam Blasco y Almuneda Muñoz. Y sí, la delegación cumplió: plata de Ernesto, y bronces de Yolanda Soler y de Isabel Fernández.

La medalla de Ernesto fue la primera de España en Atlanta, y un metal en el que no se confiaba en exceso. El único convencido de ello era el madrileño, que lo avisó a quien le quiso escuchar: "Puedo estar en la final". Sí, estuvo, y perdió ante el francés David Douillet que en aquel momento era una mole implacable, más que el gigante chino Liu (2,05 metros, 180 kilos), con menos capacidad de reacción y al que derrotó el español en las semifinales tras haber superado antes al campeón de Europa, Tataroglu, y al subcampeón del Mundo Moeller.

Su éxito le valió el reconocimiento público, e incluso laboral, porque en Telemadrid decidieron que dejase los cables y fuese uno de los reporteros de En Acción, un programa de deporte en el que también trabajaba la atleta Teresa Rioné.

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Duró seis años más en la competición, porque en 2000 también estuvo en los Juegos, los de Sydney, donde repitió el séptimo puesto de Barcelona, con los que su bagaje olímpico son tres participaciones con una medalla y dos diplomas, porque en 2002 dijo adiós al deporte. Además, fue plata y bronce en la máxima categoría del Campeonato de Europa, y por equipos, estuvo tres años compitiendo con un equipo alemán, con el que ganó el Campeonato de Europa, aunque siempre fue fiel a su club madrileño, el Kiofu, a cinco minutos de su casa..

Tras dejar la competición, Ernesto pasó a los despachos, y trabajó en los Qatar en la organización se los Juegos Asiáticos, donde tuvo el compromiso de poner en orden las competiciones de combate en sala, y el fútbol femenino. Salió de Telemadrid con un ERE y recaló en el grupo de trabajo de la candidatura olímpica de Madrid 2016, que no tuvo éxito, con lo que acabó en Estados Unidos: se fue a acompañar a su mujer, con un contrato de su empresa en Houston, y aprovechó el tiempo, porque allí aprendió inglés, acabó la carrera universitaria de Administración de Empresas, dio clases de judo, y encontró trabajo en una multinacional para el control de cargas en los fletes, con contrato de Nueva Orleans.

Ha vuelto a Madrid, por aquello de la unidad familiar, y padre de dos hijos, Ernesto trabajaba ahora como entrenador en el Centro de Alto Rendimiento, y además ha entrado en la Federación Europa como directivo en la área de educación, para potenciar la enseñanza del judo en Europa. Desde su modestia, nunca ha dejado su deporte, aunque sí, su recorrido internacional es impresionante en un deporte en el que su nombre luce con luz,