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Green Bay Packers

La tierra llamando a Green Bay...¡Dios mío, nadie contesta!

Los Packers se han movido un poquito más en el mercado de invierno, pero la falta de ambición y atrevimiento puede volver a lastrar su próxima temporada.

ATLANTA, GA - JANUARY 22: Aaron Rodgers #12 of the Green Bay Packers reacts during the second quarter against the Atlanta Falcons in the NFC Championship Game at the Georgia Dome on January 22, 2017 in Atlanta, Georgia.   Streeter Lecka/Getty Images/AFP
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STREETER LECKAAFP

Alguien me tiene que explicar a qué viene el afán que tiene medio mundo por viajar a Marte. Asumiendo que la mayoría ya estamos en la luna, entiendo que sería un viaje largo, aburrido, durante el que tendríamos que hacer nuestras cosas por un tubito, comer purés precocinados y dormir atados en la cama, para no salir volando. Más o menos como si te ingresaran en un psiquiátrico, pero sin paseos por el jardín.

Además, seguro que no te dejan meter en la nave espacial ni una mísera cerveza. Que si alguno se pasa empinando el codo, el destino final puede terminar siendo Plutón. Y ya se sabe que bebida y volante, aunque sea en el espacio exterior, no acaban de congeniar demasiado. De tabaco ni hablamos. Y aunque quepa la posibilidad de que te permitan meter en el macuto un poquito de cannabis para uso terapéutico, como los mecheros estarán prohibidos, la única forma de desahogarse en un ataque de claustrofobia sería hiperventilar en una bolsa de plástico.

Los Packers viven en Marte

Me diréis que tengo poco espíritu aventurero, pero desde aquí recomiendo a todos los que sueñan con un viaje así, que empiecen dándose un paseo hasta el bar de la esquina, para disfrutar de esos pequeños placeres de la vida en forma de copa de clarete con tapa de sangrecilla, mientras levantamos la vista al cielo en la terracita y disfrutamos del calorcito del sol primaveral. Y que se metan Marte donde les quepa.

Además, que nadie se engañe. Marte ya ha sido hoyado por el hombre. El equipo verde y amarillo decidió hace tiempo abandonar el Planeta Azul para montar una colonia en el mundo Rojo que se ha convertido en un marrón donde se ve todo negro.

Ted Thompson como Neil Armstrong

El primero en pisar Marte fue Ted Thompson, su general manager, que después de que el equipo ganara su última Super Bowl el 6 de febrero de 2011, sintió que flotaba de alegría. Y flotando, flotando, aterrizó en lo que al principio le pareció una playa de Malibú. Pero ni mar salado ni leches. Se encontró solo en medio del cuarto planeta del sistema solar obligado a crear una colonia de queso. Como el ratoncito Pérez.

Desde entonces, es como si la franquicia se estuviera trasladando poco a poco, creando una colonia marciana en la que el mundo transcurre a otro ritmo, los días son cuarenta minutos más largos y los años duran 687 días. Y mientras el resto del universo NFL intenta forjar sus equipos entre la agencia libre y el draft, con unas migajas de no drafteados, ellos siguen una trayectoria diferente, más alejada del sol, y difícil de entender para los que vivimos en la tierra.

Hartos de tan poco atrevimiento

Hace cosa de un año el asunto ya fue un clamor. Mike McCarthy, en entrenador, suplicó en público a Ted Thompson durante una entrevista en el combine que por fin fichara en el mercado. Aaron Rodgers lo pidió, la afición lo reclamó, todos viajaron en procesión hasta marte, sin nave espacial ni nada, a pata y pecho descubierto, pero el día de la apertura de mercado el general manager estaba dando una conferencia en un colegio. Poco después fichó a Jared Cook para que dejaran de grabarle mensajes en su teléfono rojo, y volvió a sus exploraciones marcianas, en busca de vida en el Mar de Kaiser y de Kenny Clark con su pick de primera ronda.

Ahora que lo pienso, ¿no será que Ted Thompson descubrió hace ya tiempo lo del clarete y la sangrecilla al solecito de la terraza y desde entonces lo ha convertido en su forma de vida?

Cuatro movimientos que ni fu ni fa

Este año, desde la colonia marciana en el océano de La Rue, Ted ha decidido desmelenarse. Y ha hecho una agencia libre de tirar la casa por la ventana. Nada menos que cuatro fichajes. Como un póker de ases. Martellus Bennett para sustituir a Jared Cook, que no estuvo dispuesto a aceptar una oferta más alta de la que firmó el tight end procedente de los Patriots. ¡Bien, qué narices! Llevamos años diciendo que Aaron es más Rodgers cuando ponen un tight end en su vida, y ya se vio el año pasado cuando Cook volvió a carburar a última hora.

En una fase de excitación desconocida hasta ahora, Thompson no paró ahí. Y se trajo baratillo a Ricky Jean-Francois, procedente de los Redskins. Un defensive tackle que ni bien, ni mal, sino todo lo contrario, pero que tiene tablas, da profundidad y, si suena la flauta, lo mismo hasta ayuda a mejorar la defensa contra la carrera, que lo que es presión al quarterback no parece su fuerte.

Cuando estaba con su clarete, en su terraza de Marte, contemplando la Tierra de Cassini, Thompson debió escuchar más de una vez que hacía falta un tight end, porque se quedó encasquillado en el asunto y también fichó a Lance Kendrick, que puñetera falta que hacía. Pero los designios marcianos son inescrutables.

Por último, Thompson jugó a la ruleta. En Marte hay dos satélites. Uno se llama Fobos (Miedo) y otro Deimos (Terror). Parece que el general Manager ha montado un casino en uno de ellos, no sabemos si en Miedo o en Terror, para jugar a la ruleta fichando a Davon House, procedente de los Jaguars, como el cornerback que ayude a dar un salto de calidad a esa secundaria. Dicen que al saber la noticia, los dos satélites quedaron desiertos, y los campos de Green Bay lucieron más verdes, también en Marte, regados por las lágrimas de sus seguidores.

Siempre cortos de dinero

¿Pero qué narices pasa en ese equipo, que no da un golpe de efecto en el mercado ni siquiera cuando lo necesita? La respuesta, una vez más, está en la gestión de Ted Thompson, más preocupado por conservar que por mejorar. Los Packers, un año más, llegaron al mercado con muy poco dinero que gastar y muy poquita ambición. Esclavos del contrato de Aaron Rodgers, que parece inevitable, y por supuesto bien invertido, pero que quizá debió ser hecho con más habilidad para que no se comiera casi el 12% del cap.

Si el caso de Rodgers entra dentro de lo lógico, no lo es tanto el de Randall Cobb y Clay Matthews. El receptor ya no vale los 12,65 millones de impacto que tiene contra el cap. Y si con 26 años ya estamos con esas, habrá que plantearse por qué se ha quedado tan pronto sin gasolina. Lo mismo le sucede al linebacker, que no hace demasiado era el líder de las huestes defensivas del ejército marciano. 15 millones contra el cap son un lujo para un tipo que parece acabado a los treinta, le queda un año de contrato y parece haber pasado de solución para todo a problema donde le pongan. Si le hubieran cortado, habría dejado 4,1 millones de dinero muerto, pero los Packers habrían recuperado 11 millones limpios que les habrían venido de lujo para hacer las primeros regadíos en la secundaria de Marte, y empezar el primer asentamiento de una defensa de altura.

Los que se quedaron y viajaron al espacio exterior

Para que nadie crea que tengo manía a Thompson, o a los marcianos, el general manager consiguió mantener una pieza clave, como es Nick Perry, que el año pasado resucitó de entre los muertos después de que sus cuatro primeros años como profesional fueran un fracaso. Sin embargo, pagarle 60 millones en 5 años, cuando solo ha jugado al nivel esperado cuando se vio entre la espada y la pared, con un contrato de un año, vuelve a confirmar la tendencia de Thompson a aflojarse el bolsillo con los de casa, como si fueran sus nietos durante las fiestas del pueblo, cuando tal vez debería abrirse a descubrir lo que hay en el resto del mundo.

Ahora solo hay que mirar que se han ido T.J. Lang, J.C. Tretter, Jared Cook, Eddie Lacy, Micah Hyde, Datone Jones o Julius Peppers para pensar que, aunque muchas de esas bajas sean lógicas, los Packers, un año más, han salido perdiendo más que ganando en la agencia libre.

Y tendrán que encontrar cornerbacks de calidad, al menos un linebacker interior y sustituto de Peppers en un draft para enmarcar. Sin olvidar un running back de verdad, que lo de Montgomery reconvertido y la renovación de Christine Michael siguen pareciendo marcianadas.

Otra vez, esclavos del draft

Los Packers vuelven a encomendarse al draft para construir un equipo lastrado por los sueldos altos y los complejos en la agencia libre. Aaron Rodgers, ese sí que es un marciano, es capaz de llevar esa nave descompensada hasta la final de conferencia casi cada año, pero todos tenemos la sensación de que se está desaprovechando un quarterback irrepetible y una plantilla que podría haber sido dinástica de ser mejorada con más ambición.

Y así, un año más, Aaron Rodgers llamó hace unos días a Ted Thompson a través de los medios de prensa, suplicando dos refuerzos en defensa como lo único que pide para aspirar al anillo. Descolgó el teléfono, marcó el número y habló congestionado: “¡La Tierra llamando a los Packers! ¡La Tierra llamando a los Packers!” Y después de varios segundos de espera angustiosa, colgó desesperado y gritó “¡¡¡Dios mío, nadie contesta!!!”

¿seguirá operativa la base marciana de Thompson? Se buscan voluntarios para una misión de rescate.