El gran boquete que deja Edwin Encarnación

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Hay equipos que no pueden vivir en la felicidad demasiado tiempo. Aún cuando esta sea relativa y ni siquiera de para un título o una presencia en las World Series, la realidad histórica acaba haciéndose cargo de su obligación y les pone en su sitio.

Los Toronto Blue Jays son uno de esos equipos. Durante veintidos temporadas estuvieron alejados de los playoffs y se convirtieron en una de las franquicias, de las que juegan en las cuatro grandes ligas norteamericanas, sinónimo de fracaso absoluto.

Y, de repente, la felicidad de las victorias encadenadas, de mirar de tú a tú a los más grandes y ser capaz de pelear con ellos hasta las últimas consecuencias.

No es un eufemismo. En las dos últimas temporadas los Blue Jays han jugado las Series de Campeonato de la Liga Americana. En ninguno de los casos fue una casualidad. En modo alguno se puede decir que su presencia entre los cuatro mejores equipos de la competición fue accidental. Es más, a nadie le hubiese extrañado que alcanzasen las World Series o que las ganasen tanto en 2015 como en 2016. Un ataque de descomunal potencia y una aseada defensa les permitieron pegarse tamaño lujo y poner patas abajo su estadio y a su afición.

Pero la alegría dura muy poco en casa del pobre y, de repente, se ven sin el mayor de sus bates. Sin, probablemente, el hombre emblema de esta resurrección y esta era.

Edwin Encarnación se ha marchado y ha dejado huérfana a una franquicia que, desde luego, sigue teniendo un ataque muy potente y la sensación de que puede pelear con los mejores de la Liga Americana. Sí. Pero no es menos cierto que tendrá que llenar los zapatos, gigantescos, que Encarnación ha dejado en el grupo y en el alma de los Blue Jays.

Para mayor dolor, el gran pegador se ha ido a los Cleveland Indians, uno de los grandes rivales actuales de Toronto, por lo que la pérdida, además de sentimental, es de calado competitivo al reforzar a uno de los enemigos directos en la pelea por las World Series.

Que ahí, y no a otro lado, debe aspirar este equipo. La rotación de pitchers, sin parecer estelar sobre el papel, se ha consolidado como una de las más fiables, y la parte principal del turno de bateo es para dar miedo a cualquiera, más si tenemos en cuenta que Josh Donaldson siempre ha de ser considerado para MVP.

Será un año raro. En Toronto no caerán en la irrelevancia, pero Encarnación ya no estará ahí para pelear junto a ellos.

El detalle histórico

Marcus Stroman recientemente dijo que Toronto tiene la mejor rotación de Grandes Ligas, una declaración aventurada, pero el ejemplo perfecto de que a este joven equipo no le falta confianza. Después de quedarse dos años consecutivos en el umbral de la Serie Mundial, y tras una agencia libre que trajo varios cambios, la confianza de los Blue Jays será puesta a prueba, especialmente ahora que el toletero Edwin Encarnación engrosa las filas de sus verdugos más recientes: los Cleveland Indians.

Las tres claves del equipo

1. Designado o resignado. Edwin Encarnación se llevó sus 42 jonrones a Cleveland, dejando un hueco enorme en la parte media del lineup de Toronto. La llegada de Kendrys Morales en esa posición es de ayuda, pero para llenar ese vacío se necesita de mucho más.

2. Tulo time. La campaña anterior el estelar shortstop Troy Tulowitzki jugó al menos 130 partidos por primera vez desde 2011 y el manager John Gibbons lo necesita sano una vez más. Solo así podrán olvidarse, aunque sea por momentos, de la ausencia de Encarnación.

3. Stroman. Para que los Blue Jays alcancen sus objetivos van a necesitar de mucha consistencia de su cuerpo de lanzadores, empezando por Marcus Stroman, quien en 2016 sufrió un marcado retroceso luego de proyectarse como una de las estrellas del futuro.

Lo mejor

1. La mejor efectividad de la Liga Americana se reforzó con Francisco Liriano. Nada mal.

2. El nuevo Josh Donaldson ahora incluye más pasaportes y menos ponches. Cuidado.

3. No va a encontrar un mejor center fielder que Kevin Pillar. Por más que lo busque.

Lo peor

1. La dupla Melvin Upton y Ezequiel Carrera en jardín izquierdo promete dolores de cabeza.

2. La salida de Encarnación deja un hueco de 42 jonrones que es muy difícil de llenar.

3. El manager John Gibbons no tiene mucha flexibilidad en la banca en caso de ausencias.

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