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New York Giants

Los Giants refuerzan su ataque… y juegan con fuego

La lógica dice que Marshall es un gran fichaje. Pero aquí entra en juego el legendario gafe del receptor, que nunca ha disputado los playoffs.

Los Giants refuerzan su ataque… y juegan con fuego

Los New York Giants entraron en los últimos playoffs gracias a una magnífica defensa construida a golpe de talonario. Y fueron apeados de las eliminatorias porque su ataque era famélico. Así que este año se han puesto manos a la obra y su primer fichaje para 2017 es Brandon Marshall. ¿El ex de Broncos, Dolphins, Bears y Jets compartiendo campo con Beckham Jr. y Shepard? Ni en los mejores sueños de Eli Manning. La fría lógica dice que los Giants acaban de reforzar su condición de candidatos a todo para la nueva temporada.

Las reacciones positivas no se hicieron esperar. No hay periodista, experto o gurú que haya dejado de alabar la operación. Y es lo normal, lo lógico. Los fríos datos lo dejan claro: uno de los principales problemas de los Giants en ataque era la excesiva dependencia de la conexión Manning-Beckham JR. Y por supuesto, eso le hacía la vida mucho más fácil a las defensas rivales: si conseguían cortocircuitar esa línea de pase, el ataque de los de Nueva York se volvía fácil de domesticar.

La solución evidente, la más sencilla, era empezar por buscar a algún otro receptor que le diera a Manning más opciones y obligase a las defensas rivales a desviar recursos. La lógica dice que hay muy pocas soluciones mejores que Brandon Marshall. Por talento puro, no hay demasiados receptores en la liga que le superen. Y en los Giants va a ser el segundo receptor en el orden de prioridades. Un lujo. Aporta además soluciones diferentes. Beckham Jr. y Sheppard viven de su velocidad. Marshall vive de su físico. Y ya conoce la presión mediática a la que Nueva York somete a sus estrellas. No le pillará de nuevas.

Cierto es que los problemas del ataque de los Giants no terminan con sus receptores. La línea de ataque, a pesar de la atención que se le ha prestado en el draft, sigue siendo un foco de problemas. La decadencia de Eli Manning parece ya imparable. Y falta un juego de carrera consistente. Fiable. Ni siquiera es necesario que lidere al equipo, como en los mejores años de Coughlin: con que ayude también a abrir huecos a la hora de lanzar el balón es suficiente. Pero para eso queda tiempo. El mercado de jugadores sin contrato ni siquiera se ha abierto todavía. Queda más de un mes para el draft. Y siempre quedará la segunda ronda de jugadores cortados en junio. Así que de momento, de nuevo usando la lógica, sobresaliente para los Giants.

Pero, y aquí empiezan los problemas, el football no siempre es lógica. Y con Brandon Marshall, los Giants juegan con fuego. O más bien con el gafe, que tiene casi las mismas letras. Con el gafe ya legendario de un jugador enorme, con una calidad innegable… pero que nunca en su carrera, y van ya once temporadas, ha logrado clasificarse para playoffs.

Y no estamos hablando de jugadores como Archie Manning, quarterback de los New Orleans Saints en la época más negra de su historia. O como Joe Thomas, seguramente uno de los mejores tackles izquierdos de la liga, pero condenado a jugar en la reencarnación de los Cleveland Browns. Lo normal en ambos casos es que ninguno de los dos equipos entrase nunca en las eliminatorias por el título.

No, el caso de Brandon Marshall es distinto. Marshall ha conseguido algo mucho más difícil: quedarse fuera de los playoffs con equipos que parecían destinados a clasificarse, y además en muchos casos de la forma más dolorosa posible. Ahí están los Jets de 2015. O los Chicago Bears de 2012, que se quedaron fuera a pesar de tener el mismo récord, 10-6, que los Vikings, ellos sí clasificados. Llegó a un Miami que acababa de clasificarse para playoffs por primera vez en más de un lustro. Fue sólo el principio de una racha de casi una década sin playoffs. Y en 2010 lo tuvieron en su mano: llegaron 7-6 a tres jornadas del final. Perdieron los tres últimos partidos.

Brandon Marshall, en resumen, es a los jugadores de ataque lo que Takeo Spikes fue para los de la defensa. Uno de los mejores middle linebackers de su generación. Un portento físico, que rindió siempre al 100% de sus posibilidades. Y que nunca entró en los playoffs. Y no porque no jugase en buenos equipos. Empezó su carrera en unos Bengals que justo después de marcharse él empezaron a clasificarse regularmente para los playoffs. Pasó por los Eagles en 2007. Los de Philadelphia entraron en playoffs nueve veces en once temporadas entre 2000 y 2010. Aquel año, evidentemente, no lo hicieron.

Jugó en San Francisco entre 2008 y 2010. En 2011 llegó Harbaugh y casi con los mismos jugadores llevó el equipo hasta las puertas del anillo. Pero para entonces, Navorro Bowman le había quitado el sitio a Spikes, que ya se había marchado a San Diego. Unos Chargers que habían entrado en las eliminatorias en cinco de los siete años anteriores. Y que volvieron a hacerlo en el año posterior a la salida de Spikes. Pero que pasaron dos años en blanco con él en el equipo.

En ningún caso se puede culpar de los males de sus equipos al rendimiento de Spikes. Y lo mismo ocurre con Marshall. Hay poco que reprocharle… pero la mala suerte le persigue. El que firma este artículo no es supersticioso porque da mala suerte. Y prefiere guiarse por la lógica. Pero hay fuerzas oscuras con las que prefiere no jugar. A los Giants les había costado mucho (en tiempo y en dinero) volver a los playoffs. Demasiado como para arriesgarlo todo fichando a un jugador con semejante gafe a sus espaldas.