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Audiencias televisivas

A la NFL no le está funcionando programar football ‘a la europea’

En 2016 la NFL ha tenido más espectadores que nunca en EEUU, pero, aunque parezca contradictorio, ha bajado el tiempo que ha pasado viendo NFL cada aficionado.

A la NFL no le está funcionando programar football ‘a la europea’

Antes de empezar a escribir, tengo que dejar claro que no soy objetivo. Estoy radicalmente en contra de que una jornada de liga, del deporte que sea, se extienda durante todo un fin de semana con una sucesión interminable de partidos que se van encadenando con monotonía insulsa. Odio esa teoría de que los partidos no se deben pisar, y me parece una decisión exclusivamente mercantilista: “tenemos un producto que vender y tenemos que estirarlo todo lo posible para que la vaca no deje de dar leche”.

También entiendo que el deporte televisado es un negocio, y que los criterios organizativos son puramente financieros. Los mejores partidos en prime time, los peores partidos rellenando las peores horas, una planificación que con la letra grande trata a todos por igual, pero que con la pequeña beneficia al que más ingresos genera. Negocio puro y duro en el que la afición de los seguidores es lo menos importante y no se piensa demasiado en la repercusión a largo plazo. Y es lógico; las cuentas de resultados hay que presentarlas cada año y no vale quedarse por debajo de los objetivos bajo el argumento de que hay que cuidar y fomentar la afición.

Por tanto, no son los medios los que se adaptan a los formatos de las competiciones y a los gustos de los aficionados, sino que son las competiciones, y los aficionados, los que deben adaptarse a las necesidades del que paga por emitir la competición. Parece lógico e inevitable, nos guste o no. Y aunque la NFL aparentemente vaya a dar un paso atrás en ese camino, terminará por dar tres hacia adelante y todos tendremos que adaptarnos.

El añorado carrusel de los domingos

Cuando era un niño enamorado del fútbol, adoraba el carrusel. Casi todos los partidos jugándose a la vez, y todos con el transistor pegado a la oreja mientras hacíamos lo que fuera en las tardes del domingo. Con goles saltando como perdices de estadio en estadio, pasando de catorce a ninguno en la quiniela y con la emoción a flor de piel durante dos horas de infarto. Y más cuando veías el partido de tu equipo en el estadio, y el marcador simultáneo iba cambiando frenético para que tu equipo pasara de la zona de calma a la de descenso, para que un gol en la jornada 5 se convirtiera en asunto de vida y muerte.

O tal vez era mi infancia, y la añoranza de aquellos momentos sea solo el sueño de volver a ser un niño.

Y también quizá por eso adoro la NFL como competición. Porque me quita una buena palada de años cada domingo, cuando intento seguir siete u ocho partidos a la vez y los touchdowns se agolpan en mi cerebro, incapaz de asimilar tanta información, feliz del atragantamiento y de vivir durante tres horas a ritmo vertiginoso. Como en un fórmula 1 exprimido en la recta de meta. Y lo mejor es que cuando termina, queda un segundo plato con otros cuatro o cinco partidos simultáneos disputados en la costa oeste. Y como pasaba en el fútbol de mi niñez, cuando todo eso termina, llega el gran plato fuerte, el mejor partido de la jornada, que se puede paladear individualmente, mientras aún saboreamos los mejores momentos de las siete horas anteriores.

Abrir el abanico de horarios

Pero como no podía ser de otro modo, la NFL miró a Europa, y a la NBA, y a la MLB, y a tantas y tantas otras competiciones, y decidió que había llegado el momento de abrir el abanico de horarios, de vender cada partido lo más individualmente posible, para mejorar audiencias y ganar más dinero.

Y el tiro le puede estar saliendo por la culata.

Porque este año, la NFL ha tenido más seguidores que nunca. La friolera de 203 millones de espectadores ha visto en algún momento un partido durante un rato en EEUU (5 millones más que en 2015). Pero sin embargo, ha disminuido el tiempo medio que cada aficionado ha pasado viendo NFL, lo que parece contradictorio sin pensamos que cada vez hay partidos en horarios diferentes.

El principal argumento para explicar esa disminución se debe al interés que despertó la elección presidencial en el duelo entre Trump y Clinton. La prueba es que hasta la semana 9 la media de minutos viendo NFL se redujo en un 13% respecto a 2015, y sin embargo, a partir de esa fecha las cifras también se redujeron, pero un porcentaje prácticamente inapreciable.

Los partidos aislados no funcionan igual.

Pero las elecciones no son las únicas culpables. Hay un dato curioso que abre una nueva ventana de discusión. Durante las primeras semanas algunos analistas echaron la culpa de las bajadas de audiencia a que cada vez más aficionados seguían la NFL por el canal RedZone. Sin embargo, los descensos de audiencia no eran significativos en los partidos celebrados durante el carrusel del domingo, cuando el RedZone está activo. Los bajones de audiencia se notaron realmente en los partidos celebrados de forma individual. Sunday Night, Monday Night, Thursday Night y los encuentros de Londres disputados en horario matinal en EEUU. En esos casos, era mucho más habitual que los espectadores abandonaran la retransmisión. Incluso ha sucedido lo mismo en la Super Bowl, que tuvo una de las mejores cifras de espectadores de la historia pero un descenso respecto a años anteriores en minutos vistos por espectador. Y eso que hubo tiempo extra.

La conclusión lógica es que los aficionados están pegados al asiento cuando hay emoción, pero se borran en el momento en que esta desaparece. Y es más fácil encontrarla en una tarde trepidante con muchos partidos en juego que en un solo choque que debe enganchar a la audiencia por sí solo. Además, si un espectador adquiere el hábito de zapear durante un partido, será complicado que no deje de hacerlo en un futuro, incluso en una trepidante tarde de domingo de carrusel, aunque lo haya empezado a hacer durante el jueves por la noche.

Más ventanas que nunca

Entre jueves, tres tandas de domingo, lunes noche, Acción de Gracias y los partidos matinales de Londres, la NFL tuvo en 2016 catorce ventanas más de emisión que hace ocho años (110 en total) y el plan de expansión no parece estar funcionando. Parece que la NFL piensa tomar medidas y, para empezar, los partidos de Londres probablemente volverán a celebrarse con el horario de la primera tanda del domingo.

No parece que corran peligro los partidos del jueves, pese a que hay infinidad de gente en contra, y muchos argumentos para criticar su oportunidad. Tampoco va a desaparecer el clásico de lunes, aunque sea evidente que sus días de gloria han quedado atrás y en 2016 han dado a la ESPN los segundos peores números desde que emiten el partido en 2006. Sin embargo, lo sucedido sí parece haber dado un toque de atención a la NFL en un intento por ampliar sus horarios televisivos con un producto que ya tiene bastante saturados a los estadounidenses. Los sábados, y también los jueves, se emiten partidos universitarios, y los viernes high school. Incluso los martes y miércoles, teóricos días sin football, se emiten partidos de universidades pequeñas a nivel local aprovechando que es la única ventana en que no tienen que competir con otras programaciones.

Número de espectadores, minutos frente a la televisión y emoción. Tres patas de un taburete que la NFL debe cuidar para no terminar contagiada por el problema de, por ejemplo, el fútbol español, donde la negativa a programar partidos de Liga simultáneamente quizá mejore los ingresos, pero ha cambiado para mal la pasión con que se vive la competición.