Brady y Belichick: la 'cabra' y el 'cabrón'
En el deporte U.S.A. nos encontramos frecuentemente con el acrónimo G.O.A.T. (Greatest Of All Time) para referirse al más grande deportista de todos los tiempos en una disciplina. Curiosamente, la palabra ‘goat’ significa literalmente cabra.
Antes de la disputa de la Super Bowl me pidieron si podría escribir unas breves líneas a modo de presentación del que fuera el MVP de dicho encuentro. Después del gran espectáculo que resultó el partido, en el que se batieron numerosos records y fue una las finales más épicas y grandiosas que se recuerda, decidí que ni podía ser tan breve ni podía hablar sólo de uno de los protagonistas sin citar al otro.
Me gustaría empezar aclarando que no sólo no soy fan de los New England Patriots sino que, de hecho, es un equipo que me cae bastante mal. Sólo lo digo para que tengáis en cuenta que estas no son las palabras de un fan rendido a su equipo, sino al contrario: de un escéptico absoluto al que no le queda más remedio que reconocer lo que, tras el partido de la madrugada del domingo al lunes, ya es objetivo: Brady y Belichick son los mejores, los Greatest Of All Time, los G.O.A.T. (las cabras) del football americano.
Tom Brady nació el 3 de agosto de 1977 en San Mateo, California, muy cerca de San Francisco, y creció en la época de los míticos 49ers de Joe Montana, su ídolo. Estudió en la Universidad de Michigan, donde fue suplente los dos primeros años de Brian Griese, quien jugaría durante diez años en la NFL. Como curiosidad, Griese ganó una Super Bowl, la XXXIII, durante su año de rookie, como suplente de otro quarterback histórico, John Elway. Esa Super Bowl XXXIII fue la primera disputada y perdida por la última vícitima de Brady, los Atlanta Falcons. Ironías de la vida.
Brady fue el títular de los Wolverines de Michigan sus dos últimos años en la facultad en la que, por cierto, se graduó cum laude. Y en 2000 decidió presentarse al draft de la NFL. No le fue muy bien y cayó hasta la sexta ronda, donde le eligieron los Patriots con el pick 199. Aunque empezó como cuarto en la lista de quarterbacks del equipo, su buen hacer le llevó a terminar el año como suplente del titular indiscutible, Drew Bledsoe. Aunque llegaría a debutar esa misma temporada (un solitario partido como suplente en el que conectaría un pase de tres intentos para 6 yardas), su futuro en la liga no parecía demasiado brillante.
Pero en el año siguiente, la diosa Fortuna sonrió al joven Tom. Durante el segundo partido de temporada regular, los Jets (encarnizados rivales divisionales) lesionaron de gravedad a Bledsoe, que sufrió una hemorragia interna como consecuencia de un brutal placaje (eh, he dicho que la fortuna sonrió a Brady, no dije nada de ningún otro). A partir de la semana siguiente, Brady fue ascendido a quarterback titular de los New England Patriots. Ya no abandonaría el puesto. Bledsoe, que apenas seis meses antes había firmado un contrato record de ampliación con su equipo por 10 años más, no volvería a vestir sus colores y jugaría sus últimas cinco temporadas entre los Bills y los Cowboys. La era Brady había nacido.
Ese mismo año Brady disputaría y ganaría la primera de sus cinco Super Bowls, consiguiendo también su primer MVP. Fue el primer Trofeo Lombardi para los Patriots, que habían perdido las dos únicas veces que habían logrado clasificarse hasta ese momento, en las temporadas 1985 y 1996.
Los Pats repitieron título en 2003 y 2004 (única victoria que no se tradujo en un MVP de la Super Bowl para Brady; lo consiguió el receptor Deion Branch), e hicieron la temporada perfecta en 2007, aunque perdieron contra todo pronóstico el título contra unos New York Giants que también les derrotarían en 2011, convirtiéndose en la auténtica bestia negra de los aficionados patriotas. Muchos empezaron a dar por acabado por aquel entonces a Brady, ya veterano y felizmente casado con la supermodelo brasileña Gisele Bundchen, pero en 2014 New England volvió a una Super Bowl que ganó en el último suspiro gracias a una milagrosa intercepción de Malcolm Butler. Y por último, la locura vivida el pasado domingo, en la que los Patriots, que parecían muertos y enterrados (perdían de 25 a mediados del tercer cuarto y ningún equipo había logrado remontar más de 10 puntos en la gran final) protagonizaron la remontada imposible, dejando un buen puñado de records por el camino. Muchos records y a muchos escépticos que, como yo, no han tenido más remedio que quitarse el sombrero y hacerle una reverencia al espigado jugador de ‘sonrisa Profident’ .
Sin embargo, no todo son luces en la carrera del quarterback, que también ha estado salpicada de polémica. Desde el incio de su carrera, con la llamada ‘Tuck Rule’ (una interpretación del reglamento inédita hasta entonces que convirtió una pérdida que les hubiera hecho perder un partido de playoffs en una posesión que les llevó a ganarlo y a conquistar su primer anillo) hasta la más reciente del ‘DeflateGate’: la acusación de desinflar balones por debajo del límite, lo que le llevó a ser sancionado cuatro partidos este mismo año y a su equipo a perder varias rondas del draft.
Pero aunque hasta ahora sólo he hablado de Tom Brady, la trayectoria del jugador resulta indivisible de la de su entrenador jefe, Bill Belichick. Y es que si Brady ha demostrado ser la Cabra, el G.O.A.T., de los quarterbacks de la NFL, a Bellichick sólo podría denominársele como ‘El Cabrón’. Entiéndame bien, estimados lectores, cabrón como superlativo de cabra. Y es que si Brady es el mejor QB, a Bellichick se le puede ir empezando a considerar no sólo el mejor head coach de la NFL, sino de todo el deporte americano.
Belichick, como muchos entrenadores de la NFL, empezó su carrera como asistente en varios equipos, hasta que en los New Cork Giants (después de varios años) le dieron la oportunidad como coordinador defensivo. En este puesto ganó sus dos primeras Super Bowls con los neoyorkinos, y los Cleveland Browns le ofrecieron dar el salto a entrenador jefe. Después de cuatro años, una primera experiencia en New England como asistente y una vuelta a Nueva York otra vez como coordinador defensivo (aunque esta vez en el otro equipo de la ciudad, los Jets), los Patriots volvieron a ficharle ya como entrenador jefe en 2000, con los consabidos resultados. Su record con el equipo de Boston es un escalofriante 201 victorias por 71 derrotas a lo largo de 17 temporadas.
Además de los 5 títulos, las 3 veces que ha sido nombrado entrenador del año o el ser uno de los únicos 10 entrenadores que cuenta con más de 200 victorias (7º en la lista con un total de 237, a sólo 8 de Curly Lambeau), algo que maravilla del coach es su increíble habilidad para adaptarse. Recordemos que este año empezó sin Brady los cuatro primeros partidos, ganando tres de ellos y perdiendo uno que jugó con su tercer pasador. Además, no ha podido contar prácticamente en todo el año con uno de los mejores jugadores de la liga, el tight end Rob Gronkowski, cuya ausencia prácticamente ni se ha notado. Una muestra más es la siguiente lista: de los principales artífices de la última Super Bowl, ninguno fue escogido por los Patriots en primera ronda del draft. Ni siquiera en segunda. Atención: aparte del ya mencionado Brady (6ª ronda), el receptor estrella Julian Edelman fue escogido en séptima ronda y James White, autor de tres touchdowns y que bien podría haber sido nombrado MVP el domingo, en cuarta. Además, ha convertido en piezas importantes a jugadores que habían pasado sin pena ni gloria por sus anteriores equipos, como los receptores Chris Hogan y Danny Amendola o el linebacker McClellin.
Pero al igual que Brady, su carrera también se ha visto salpicada por la polémica: el llamado ‘Spygate’ fue todo un escándalo en el que cogieron a un asistente de los Patriots filmando las señales defensivas de los Jets, cosa que, por descontado, está terminantemente prohibida. El entrenador fue sancionado con una multa de medio millón de dolares (la más alta impuesta en la liga hasta ese momento), y el equipo con otros 250.000, aparte de perder varias rondas del draft.
Héroes o villanos, ángeles o demonios, buenos o malos, lo que está claro es que tanto Brady como Belichick son las cabras de Nueva Inglaterra, los G.O.A.T., y sus Patriots han encontrado un lugar al lado de los equipos más míticos de la historia del deporte como los Bulls de Jordan, los Celtics de Bill Russell, los Lakers del Showtime, el Brasil de Pelé, el Madrid de las 6 Copas de Europa o el Barça de Guardiola.