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NFL

Detrás de las cámaras del Super Bowl LI

Lo que es considerado prácticamente un día nacional, quedó en evidencia con un despliegue de patriotismo… y no precisamente de Nueva Inglaterra.

HoustonActualizado a
Detrás de las cámaras del Super Bowl LI
Gregory ShamusAFP

James camina por el corredor de tercer nivel del NRG Stadium. Observa en todas direcciones y no encuentra a su esposa. Con toda seguridad no es la primera vez que se siente extraviado, luego de llegar desde Sudáfrica hace muchos, muchos años.

Resignado pide un teléfono y llama. Es uno de los pocos que no lleva un jersey; tras conocer su país de origen, eso resulta lo menos sorprendente. Pero James es la excepción, no la regla.

Todos los demás, con su acompañante debidamente localizado, representan los colores de su equipo. Otro día más con miles de Tom Bradys, Julios Jones y uno que otro despistado Michael Vick.

Es día de Super Bowl, todo se vale. Es día del Super Bowl. Es día de los patriotas. Y no precisamente de Nueva Inglaterra.

El rojo de los Falcons inunda los pasillos, entusiasmados con apenas la segunda aparición de su equipo en el Super Bowl. Todos sonrientes, se saludan con un entusiasta “Rise Up”. “Rise up”, responden. El grito de batalla está a flor de labios. Llegar aquí es solo el siguiente paso.

El Azul en el mar de jerseys de los Patriots es un océano de indiferencia. Las sonrisas son más discretas, la interacción mínima. Es la confianza que se confunde con la soberbia. Seis Super Bowls previos en la era Brad-Belichick hacen eso.

Rojo y azul… y una ensordecedora ovación para George H.W. Bush, el 41er presidente de Estados Unidos, y su esposa Laura Bush. Él, de azul, en silla de ruedas y con un semblante frágil. Ella, de rojo, en un transporte motorizado. El resto, de rojo, azul y blanco, ondeando las banderas estadounidenses que encontró cada uno de los asistentes al llegar a su asiento.

Rojo, en la corbata de Samuel L. Jackson, quien dirigió el cántico de los Falcons durante un video en las inmensas pantallas del NRG, durante una pausa comercial.

Azul en el impecable y gigantesco traje de Shaquille O’Neal al entrar al estadio. Hubiera sido más fácil sacarle la billetera que una sonrisa. Pero no hubiera sido muy inteligente intentarlo.

Rojo, azul y blanco. Los colores de Falcons y Patriots. De Texas. De Estados Unidos. Del Super Bowl 51.