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SUPER BOWL LI

Detrás de las cámaras durante el Super Bowl

No solo Patriots y Falcons llegan a Houston como premio a una temporada de éxitos. Para miles de periodistas de EUA, México y el mundo, es exactamente lo mismo.

Houston
No solo Patriots y Falcons llegan a Houston como premio a una temporada de éxitos. Para miles de periodistas de EUA, México y el mundo, es exactamente lo mismo.
Getty Images

No solo los Patriots y los Falcons llegan a Houston como un premio a una temporada de éxitos. Para miles de periodistas de Estados Unidos, México y el mundo, es exactamente lo mismo: Un premio al trabajo de toda una temporada. Yo me colé.

El Super Bowl es uno de los eventos con mayor cobertura a nivel mundial. Cada paso, cada palabra, es examinada minuciosamente por los centenares de expertos, y otros no tanto, presentes en Houston y de ambos lados de una pantalla en todos los países en los que el football significa más que patear una pelota.

¿Pero qué sucede con todo aquello que no sale en televisión? Una señal vía satélite no refleja con precisión lo anaranjado de la piel de Jimmy Johnson, o la similitud de su peinado con el de Donald Trump.

Sin importar la tecnología de la pantalla de tu televisor, es prácticamente imposible que puedas calcular el peso en el reloj de oro del ex coach de los Cowboys, o como se ven cientos de diamantes en su sortija de campeón.

No, tampoco te darás cuenta de la sonrisa casi infantil que se esboza en la mayoría de los reporteros que lograron obtener una respuesta directa de Tom Brady. Ese es su trofeo Lombardi para muchos de ellos.

De bulbos, full HD o 4K, no importa si tienes internet 4G de banda ancha o de tonos de teléfono. Eso no te dará perspectiva alguna de lo sorprendentemente bajo de estatura que es el legendario quarterback de los Steelers, Terry Bradshaw.

Hay muchos aspectos que pasan desapercibidos. Los brillantes colores en los tatuajes que adornan los brazos de Jake Long, la espesa barba de Julian Edelman, la atención de Patrick Chung con cada uno de los reporteros, mirándolos atentamente a los ojos cuando responde incluso a la pregunta más absurda o lo increíblemente delgado y atlético que luce un tipo de 145 kilogramos como Nate Solder.

No importa si es el primero o el vigésimo Super Bowl de un periodista, ninguno de ellos reconocerá que es un juego más. Hay algunos que juegan como los Giants del 2007, y otros que hacen un ridículo peor al de los Raiders de 2002. Pero todos ellos tendrán todo el café y refresco que puedan beber. Lo que no siempre es bueno.