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Camino a la Super Bowl

¿Y si Donald Trump, y no Goodell, le entregara el Lombardi a Kraft?

Lo tradicional es que el comisionado entregue el trofeo de campeón en las grandes ligas estadounidenses, pero a ver quién es el valiente que le dice “no” a Trump si quiere hacerlo.

¿Y si Donald Trump, y no Goodell, le entregara el Lombardi a Kraft?

Ayer domingo, Gary Myers, periodista del Daily News, publicó un interesante artículo con declaraciones de Robert Kraft, propietario de los New England Patriots, en el que éste explicaba cómo ha cambiado su relación con Roger Goodell y las razones por las que siente un especial afecto, y una estrecha amistad, con Donald Trump, presidente de EEUU, pese a su conocida militancia Demócrata.

Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención de todo el artículo, que os recomiendo leer y cuyos temas clave repasaré en los próximos párrafos, es la última frase: “No word yet if Trump will be at the Super Bowl. If he is and the Patriots win, maybe he can hand the trophy to Kraft and Brady”. (“Nadie ha dicho una palabra sobre si Trump estará en la Super Bowl. Si está y los Patriots ganan, sería posible que hiciera entrega del trofeo a Kraft y Brady”).

Me encantan los artículos que se cierran con una frase redonda y la de Myers obviamente lo es. Y además tiene sentido, porque en la líneas anteriores explica cómo Kraft ha perdido confianza con Goodell tras el caso Deflategate: “No sé si volverá a ser igual, pero para hacer lo mejor para los Patriots a largo plazo, creo que lo mejor es separar temas y seguir adelante”. “De la misma manera que está haciendo nuestro quarterback, estoy intentando ser positivo y mirar hacia el futuro y no al pasado. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero estoy haciendo lo que puedo para dejar el tema atrás”.

La amistad entre Kraft y Goodell

Kraft fue el mayor valedor de Goodell en la negociación del último convenio colectivo de la NFL en 2011 y eso provocó que ambos fueran uña y carne durante años, hasta tal punto que se extendieron los rumores de que esa amistad provocaba que, ante la duda, en las oficinas de la NFL se tomaran siempre las decisiones que más pudieran beneficiar a New England. Para muchos, una de las razones del ensañamiento de Goodell con los Patriots en el caso Deflategate es que se presentó como la ocasión ideal para que el comisionado cortara esos rumores y abriera distancias con la franquicia.

Lo curioso es que la relación entre ambos se estrechó en 2011, durante las negociaciones con los jugadores, y precisamente ese fue el año en que cambió radicalmente la vida de Kraft y comenzó su estrecha amistad con Tramp.

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La muerte de Myra Kraft

Pocos meses después de cerrarse el acuerdo entre la NFL y la asociación de jugadores, murió de cáncer la mujer de Kraft: “Cuando Myra murió, Melania y Donald (Trump) vinieron a nuestra sinagoga al funeral, y me visitaron durante la semana de luto”. “Durante el primer año, el más deprimente de mi vida, Trump me llamó todas las semanas para ver cómo estaba, para hacerme invitaciones y para levantarme el ánimo. Él fue una de las cinco o seis personas hicieron algo así y le estoy agradecido”.

La cuestión es que ahora, pocos días antes de que se celebre la gran final del football americano, el periodista también preguntó a Kraft sobre una de las grandes cuestiones de la semana: si Goodell entregará a Kraft el trofeo Vince Lombardi en caso de que los Patriots se proclamen campeones. Posiblemente, esa sería la fotografía del partido por encima de cualquier instante mágico que pueda vivirse sobre el emparrillado. Sin embargo, Kraft fue bastante prudente en su respuesta: “No voy a hablar sobre eso”. “Espero que ganemos, después ya hablaremos sobre lo que hacer”.

Sin ninguna duda, y después de todos los ríos de tinta que han corrido tras la sanción de la NFL a los Patriots por desinflar balones en un partido de postemporada de hace dos temporadas, cuando ganaron su última Super Bowl, los aficionados de New England esperan con ansia a que se produzca ese momento de violenta colisión. Podría convertirse en el ejemplo perfecto de que la venganza se sirve fría, y más si Kraft le hiciera algún tipo de desplante a Goodell, algo bastante improbable, por no decir imposible. Otra cosa sería lo que podría suceder al día siguiente si Tom Brady fuera elegido jugador más valioso de la final. Goodell se vería obligado a seguir un protocolo tradicional no solo de entrega de trofeo, también de rueda de prensa conjunta en la que podrían decirse más que palabras… aunque tampoco es fácil imaginar a Brady saliéndose de la más estricta etiqueta para hacerle un desaire al comisionado. Sin embargo, la más mínima mirada o mueca de recochineo se convertiría en portada de todos los medios estadounidenses.

El factor ‘Presidente Trump’

Dicho todo lo anterior, este año puede entrar una pieza nueva en la ecuación que haga saltar por los aires tanto protocolo. No sería de extrañar que si Trump decidiera ir a presenciar la Super Bowl en directo, quisiera entregar el trofeo a su amigo Kraft, y ya puestos, a su amigo Brady.

Ha sido bastante habitual, casi tradicional, que los presidentes de EEUU hayan emitido mensajes previos al partido, que se han visto en las pantallas gigantes del estadio y en la retransmisión televisiva. Es fácil de entender que quieran a provechar el momento de máxima audiencia, y con todo el mundo eufórico antes de comenzar el gran duelo, para darse un baño de masas. Os enlazo el mensaje de Obama pocos días después de ser investido presidente. No fue el único año que lo hizo durante su etapa presidencial.

Conociendo a Trump, y su afición por dar golpes de efecto, no sería raro que decidiera dar un paso más, hacer su proclama en directo desde dentro del estadio y entregar el Lombardi al campeón.

Otra cosa es que a los Patriots les haga demasiada gracia en caso de que sean los campeones.

New England, el equipo de Trump

En los últimos días se ha visto un par de veces a Tom Brady molesto cuando le preguntan sobre su amistad con Trump, y ya puede armarse de paciencia, porque va a ser la pregunta más repetida. También Bill Belichick va a tener su dosis de presión después de proclamar pocas horas antes de las elecciones que apoyaba a Trump pese a ser Demócrata. Sobre su amistad con Kraft ya he hablado en párrafos anteriores… Los Patriots ya son oficiosamente el equipo de Trump, y si ya de por sí son una franquicia que provoca rechazo entre mucha gente, como cualquier equipo grande que impone su dictadura (deportiva) durante muchos años, ese Sambenito no es ahora el más popular que digamos, y menos después del arranque meteórico y poco diplomático de Trump como inquilino del despacho oval. Los Patiots ya se convirtieron en un símbolo en 2001, cuando se les representó como la encarnación del espíritu americano de trabajo y capacidad de salir adelante después de los atentados de las Torres Gemelas, cuando ellos ganaron su primera Super Bowl con una plantilla llena de perdedores y de jugadores que nadie quería (curiosamente, una plantilla muy similar a la actual en ese sentido).

No parece que ahora les vuelva a hacer mucha gracia volver a encarnar ninguna campaña similar, y menos cuando es bastante impopular ser señalado como amigo del nuevo inquilino de la Casa Blanca. Lo tradicional en las grandes ligas estadounidenses, desde siempre, es que el comisionado entregue el título al campeón. Sin embargo, si el presidente se empeña, a ver quién le dice que no. Y el papelón que significaría para la NFL mejor no pensarlo. Hasta el punto que estoy seguro de que Goodell entregaría encantado el Lombardi a Kraft, el MVP a Brady, e incluso les besaría efusivamente, con tal de no ver a Trump asomar por allí.

Y también sospecho que tanto Robert Kraft como Tom Brady preferirían que, si ganan el partido, que es lo primero, lo más importante para ellos, y lo que está por ver, sea el enemigo Goodell y no el amigo Trump quien les entregue el trofeo. El aceite de hígado de bacalao, mejor en pequeñas dosis que a moro de la botella.