El dato que hace a Matt Ryan el mejor QB del año
La maestría del ataque de los Atlanta Falcons en los terceros downs en los ocho últimos partidos de la temporada está fuera de cualquier lógica.
New England Patriots - Atlanta Falcons en directo
Creo que el tercer down, en concreto el tercer down y largo, es la forma más pura de evaluar la competencia de un quarterback. Es más una sensación que una realidad absoluta y, bien lo sabéis, creo que es muy, muy difícil extraer el juego individual de un pasador sin tener en cuenta sus receptores, su línea, sus bloqueos, su backfield, su coordinador ofensivo, su gameplan... Otras personas estiman más el ratio de touchdowns por intercepciones, las de más allá creen que las yardas por intento son la verdadera prueba del algodón, apuntad el quarterback rating para otro grupo de seguidores de la NFL y sumad, para que no quede nada sin sumar, el porcentaje de completados, el número de victorias y derrotas del equipo a palo seco, el número total de yardas o los puntos. Lo que queráis, que no me meto en eso.
Yo, insisto, es en el tercer down donde creo que se diferencia a los buenos de los grandes, y a los grandes de los excepcionales. Es un trabajo, en líneas generales, puro de pasador: en el pocket, mirando la progresión de las rutas y encontrando al que está mejor colocado para mover las cadenas. Simple y definitivo.
Matt Ryan ha tenido un año excepcional. Le van a dar el MVP de la temporada regular y, ahora mismo, es uno de los dos grandes favoritos a hacerse con el mismo trofeo en la Super Bowl LI. Sus números, desde cualquier punto de vista, son extraordinarios. Las sensaciones que deja en el campo son aún mejores. Y, como guinda, sus estadísticas en tercer down en los últimos ocho partidos de la temporada, seis de la regular y dos de playoffs, son un escándalo. Algo sin parangón ni medida racional. Una exageración histórica.
Durante estos partidos, Ryan ha completado 55 pases de 67 intentados; un 82.1%, cuando el segundo mejor, Aaron Rodgers, al que considero el mayor genio que he visto nunca en este lance, está en torno al 70%, que ya está bien. 40 pases de esos sirvieron para conseguir un primer down, un 52.6% de las veces.
Más espectacular es aún el hecho en los terceros y largo, los que son para más de siete yardas: 27 de 31 para Ryan, con un 38,9% de primeros downs logrados.
Además, le adornan en esas jugadas seis touchdowns y cero intercepciones, con un QB Rating que roza la percepción.
Pocas cosas más devastadoras para una defensa en esta liga que un ataque que es capaz de hacer eso. Cuando obligas al enemigo a tener un tercer down largo es porque te has comportado de forma notable en los dos primeros downs; la defensa puede estar legítimamente orgullosa de su trabajo. La inmensa mayoría de los ataques de la NFL ante un tercera y largo sudan tinta china y no pocos de ellos buscan jugadas de seguridad como screens, carreras o pases por detrás de la línea de primer down, para no arriesgar el balón y dejar pasar el drive sin sobresaltos.
No los Falcons. Con Ryan a los mandos han convertido el momento más duro de los ataques en la pesadilla de las defensas. Y les han desmoralizado una y otra vez, sin piedad, en los últimos ocho partidos.