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AS COLOR: nº 240

Zeke Elliot, el regreso de los corredores

La elección en el draft del running back de la universidad de Ohio State, por parte de los Dallas Cowboys, fue un punto de inflexión en la NFL.

Actualizado a
ARLINGTON, TX - JANUARY 15: Ezekiel Elliott #21 of the Dallas Cowboys runs with the ball in the second half during the NFC Divisional Playoff Game against the Green Bay Packers at AT&T Stadium on January 15, 2017 in Arlington, Texas.   Ezra Shaw/Getty Images/AFP
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EZRA SHAWAFP

Hay instantes que deciden el destino de una competición, de una liga, incluso de un deporte. En el draft de la NFL del año pasado, de 2016, lo tuvimos y casi ni nos dimos cuenta. No fue una sorpresa, pero sí fue un impacto: los Dallas Cowboys, con el número cuatro, escogieron al corredor Ezekiel 'Zeke' Elliott.

Ante nuestros ojos, el propietario de los Cowboys, Jerry Jones, fiel a su tradición de gusto por el espectáculo, por la forma más que por el fondo, por la grandilocuente idea de mejor cuanto más exagerado, gastaba una elección preciosa, vital, en un objeto de lujo. Los corredores habían caído en desgracia en la NFL en lo que a su valor individual se refiere. Muchos eran los que pensaban que daba igual uno que otro, que eran intercambiables, que lo importante era todo lo demás y el corredor, como mucho, la guinda.

No había sido así en el pasado, desde luego. Y, para ser sinceros del todo, tampoco lo era en la actualidad. Sólo era una percepción, bastante poco precisa y caricaturesca, de lo que se había dado en llamar la 'Happy Pass League', una NFL en la que sólo el juego de pase tenía un peso real.

Volvamos a la historia de Zeke. Jones hizo una apuesta de riesgo contra, es de suponer, el sabio consejo de sus hombres de football. Si fue así, como dicta la lógica, decidieron callárselo. De hecho, en la habitación de guerra del draft de los Cowboys todo eran carcajadas, aplausos y parabienes. Así suele ser con los emperadores, claro. Fuera, en las columnas de opinión, el veredicto era muy diferente: otra locura del tipo que no sabe de football, buscando una estrella antes que construir equipo.

Qué equivocados estaban. Qué equivocados estábamos.

Zeke Elliott venía de hacer una machada descomunal en la NCAA. Con Ohio State se había metido en los playoffs por el título de manera un tanto polémica pues el equipo había tenido una temporada disctuble para ser uno de los cuatro mejores de la nación, como se dice en el argot de esa competición. Además, tenían que jugar con el tercer quarterback, Cardele Jones, por lesión de los dos que le precedían en el depth chart. Elliott se echó el equipo a la espalda y en los tres últimos partidos de su carrera colegial, a saber, el campeonato de la Big ten, la semifinal y el campeonato nacional, pasó de 200 yardas. En todos ellos.

Su talento, innegable, su capacidad para decidir partidos, incuestionable, le hacía una golosina en el draft. Pero una golosina no tiene los nutrientes necesarios para alimentarte, por rica que este.

Eso era antes de que Zeke tomase al asalto la temporada 2016 de la NFL. Desde el primer día y hasta hoy, se ha convertido en el arma suprema del equipo con mejor récord de toda la competición. Es candidato a rookie del año, a MVP y, ya, a ganar la Super Bowl. Nadie duda de ello.

No se puede adivinar que será de su carrera. Tampoco que será de él en el 2017, porque el football es un deporte complejo que sube y baja a sus grandes estrellas por montañas rusas en las que ellos apenas si son espectadores: lesiones de compañeros, huidas en la agencia libre, lesiones propias... todo puede pasar. Pero ya se puede asegurar, y no se exagera mucho, que Zeke Elliott va a ser un perenne candidato a mejor corredor de la NFL y, quizás más importante, ha dado un vuelco a la historia de la misma. Este año, en el draft, a los corredores se les mirará con otros ojos; hasta cuatro están previstos en primera ronda, un par de ellos en el top ten, algo impensable hace nada.

Todos ellos, y los amantes del juego de carrera, entre los que me encuentro, le deben, le debemos, una a Zeke Elliott, uno de los nombres más importante del deporte americano en el año 2017.