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MONTAÑISMO

Alex Txikon: "Sólo pido al Everest que me deje intentarlo"

El día 25, el vizcaíno (35 años) viaja hacia el Everest (8.848 m.) para intentar coronarlo en invierno y sin oxígeno artificial. Sería el primero en conseguirlo.

Bilbao
Alex Txikon: "Sólo pido al Everest que me deje intentarlo"
Amaia Larrazabal

-¿Subir el Everest es el gran reto de su carrera?
-En cuanto a compromiso, el mero hecho de salir es un éxito. Para afrontar el Everest en invierno ha habido que dar muchos pasos. La primera expedición tuvo lugar en 2002. Son 15 años de carrera para poder llegar hasta aquí. Sacar la financiación para intentarlo es otra odisea en si. Estamos, por tanto, en puertas de mi expedición más grande. (Le acompañará el madrileño Carlos Rubio, de 28 años).

-Es algo que puede marcarle para toda la vida. ¿Un sueño?
-No tanto como eso. Llevo once ochomiles y al Shisha Pangma he ido en dos ocasiones. ¿El Everest? Nunca lo he intentado. Hay gente que me dice que me gusta subir montañas, cuanto más altas mejor. Pues me faltan las tres más altas para acabar los 14. Ha llegado el momento; en el camino del año pasado en el Nanga me di cuenta de que no hay montaña imposible.

-Dice Sir Chris Bonington que con la edad pierdes ambición pero el amor por la montaña sigue igual. ¿Coincide?
-Cada día me enamoro más de la montaña y mínimos detalles que antes no disfrutaba ahora me hacen sentir más vivo. La ambición no es buena compañera, estoy vivo y contestando a estas preguntas porque no la tengo.

-¿Vio el Everest en alguna de sus expediciones anteriores? ¿Qué sintió?
Cuando lo veo por primera vez es en 2004, no llegué al campo base por muy poquito. No me llamó la atención. Miras esa lista y por ser el más alto, puedes pensar: ¡A por él! La conozco hasta 7.400 metros porque comparte ruta con el Lhotse. Pero me llegaban más otras montañas. Es un plus lo de la expedición invernal para intentarlo, porque no me motivaba nada.

-¿Qué tanto por ciento de éxito contempla?
-He estado en unas 30 expediciones y en menos del cincuenta por ciento hemos coronado. Si miramos mis estadísticas, de cuatro intentos invernales a montañas de ocho mil siempre he superado los siete mil metros con creces, haciendo un buen trabajo. La gente no lo valora, pero superar los 6.500 en invierno es mucho más exigente y comprometido que hacer una cumbre de ocho mil en temporada estival. De las cuatro, bueno cinco invernales pero una no era de ocho mil, llevo un 25% de éxitos… ahí podría marcarse el horizonte, pero ahora las probabilidades son mucho menores. Solo pido que el Everest me deje intentar la cumbre.

-Se le pasa por la cabeza: ‘¿Y si no vuelvo?’
-¡Siempre! Pero volveremos. Lo sentí en el Nanga Parbat.

-Siempre dice que ni una gesta tan importante como esta vale más que una vida.
-El cincuenta por ciento del Everest se completará si es que se llega a la cumbre. Y el resto es lo más importante, cuando regresas al campo base con vida; la supervivencia con todos los compañeros de expedición. El Everest es llegar ahí. Saber darme la vuelta hasta hoy me ha funcionado.

-Los hasta 60 grados bajo cero... invitan a dar la vuelta.
-Llevamos a los límites al ser humano cuando nunca antes se ha hecho. Ang Rita alcanzó su cima sin oxígeno el 22 de diciembre de 1987, pero salieron en otoño, equiparon la montaña y cuando se encontraban 200 metros por abajo seguía siendo otoño, fue una expedición preinvernal.

-El año pasado hubo en terremoto por la zona, ¿cómo está ahora?
-Devastó ciudades y pueblos. Terrible. He ayudado en lo que he podido, tenía que haber ido a Nepal… esta expedición es nuestra aportación al país.

-¿Por qué elige esta ruta?
-Me habría gustado la cara norte, pero con los chinos es imposible; han pasado más de 50 años desde que ocuparon el Tíbet, a ese gran país. El reloj hace tic-tac, porque el invierno tiene fecha de caducidad… ¡y nosotros!

-¿Hay una expedición americana intentando el mismo hito? El año pasado se desató una locura competitiva con el Nanga que le molestó…
-No te puedes fiar de nadie, la competición no es buena a este nivel. Sí tengo constancia de que hay alguna, espero que tengamos buena armonía y cada uno trabaje en su sitio. Me es indiferente si se organiza algo paralelo. Voy a lo mío.

-¿Qué siente el cuerpo cuando respira a esa altitud sin ayuda?
-La sangre se espesa una barbaridad, pasa a ser como la mermelada. Tres semanas después del Nanga me hice un corte y no sangraba. Te sientes especial al contemplar ese paisaje majestuoso… Es un cansancio extremo, a ocho mil metros das 25 pasos; a 8.300, 15; y luego darás diez, con un minuto para recuperar.

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