Jameis Winston mete a los Bucs en puestos de playoff
El quarterback de Tampa Bay tuvo una actuación estelar, una más, en San Diego y hace que su equipo duerma entre la élite de la Conferencia Nacional.
La llegada de Jameis Winston al estrellato de la NFL era cuestión de tiempo. No se trataba de si llegaría a ser uno de los grandes quarterbacks de esta liga sino de cuándo lo sería. Tras lo que hemos visto de él esta temporada, y más concretamente en el último mes, ya se imaginaba que no estaba lejos ese momento. Y, tras el partido que los Tampa Bay Buccaneers han ganado por 28 a 21 a los San Diego Chargers en California, la verdad es que la espera parece que se nos va a hacer corta. Muy corta.
Con el triunfo, los Bucs duermen en puestos de playoff en la NFC. Han igualado, con un récord de 7-5, a los Atlanta Falcons en la cima de la NFC Sur y, además, se han colocado como el segundo equipo de Wild Card en la conferencia.
No fue fácil, porque no es fácil ganar a estos Chargers, pero fue algo mucho mejor: fue convincente.
Jameis Winston, con su juventud exuberante y sus tan sólo 28 partidos en esta liga, mostró algunas de las cualidades que le adornan y que son esenciales para ser un buen QB. Quizás la más llamativa de ellas sea esa elusividad y sangre fría que tienen cuatro elegidos. Cuatro contados con los dedos de una mano. Son innumerables las veces que, frente a los Chargers, se vio con un pass rusher encima del hombro, tocándole, golepándole, queriendo tirarle, casi consiguiéndolo... sólo para verle emerger en medio del pocket con la vista clavada en el frente y, aquí viene lo mejor, una sangre fría intolerable en alguien tan joven. Sangre fría que le permite completar la jugada que, por supuesto, no suele estar detrás de la línea de scrimmeage. No. La búsqueda del primer down es su religión.
Dio igual, incluso, que se lesionase Doug Martin en el tercer cuarto. Winston conectó hasta con nueve receptores diferentes. Ni siquiera tuvo que abusar de Mike Evans, que sólo recibió 3 balones, para poner de rodillas a la defensa de los Chargers.
Su memorable actuación se saldó con 280 yardas, un touchdown y una intercepción, pero es uno de esos casos en los que los números no cuentan ni la mitad de la película.
Porque los Chargers, como acostumbran, fueron un duro rival. Se pusieron por delante hasta en tres ocasiones. Dontrelle Inman en el primer cuarto, en un fenomenal pase de Philip Rivers de 35 yardas; Melvin Gordon en el segundo cuarto, tras un drive espléndido de más seis minutos; y Tyrell Williams en el tercer periodo, en otro big play de 40 yardas, sirvieron para que San Diego liderase en cada instante.
Y a cada una de esas anotaciones respondió Tampa con coraje y fe, que nunca les faltó. Dos momentos fueron decisivos, no obstante, en medio de tanto intercambio de golpes al mentón. El primero fue una intercepción de Lavonta David que retorno para touchdown; y el segundo, ya en el último cuarto, fue un medido pase de Winston a Brate para touchdown que el equipo remató con una conversión de dos a Mike Evans. En ella, de nuevo, la elusividad, la sangre fría y el talento de Winston fue la clave. Puso el 28-21 final en el marcador que sería refrendado por una intercepción de Tandy a un ya desesperado Philip Rivers.
Los Buccaneers están en puestos de playoff a falta de cuatro partidos. No hay duda de que el mérito es de todo el equipo, con instantes en los que han brillado todas las unidades. De Noah Spence y Gerald McCoy en la presión, a Lavonta David y Kawn Alexander o Hargreaves y Canty; de Mike Evans a Doug Martin. Sí. Pero ninguno como un Jameis Winston que ha de empezar a ser nombrado entre los grandes de la liga y al que hay que ir quitándole el apellido de joven promesa.