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BALONMANO

El Naturhouse sufre un duro correctivo ante el Montpellier

37-27. El conjunto riojano estuvo desangelado, acusó la descalificación de Peciña en la primera parte, y ya no tiene margen en Europa

Ludovic Fabregas se abre paso entre la defensa del Naturhouse.
GUILLAUME HORCAJUELOEFE

Entraba dentro de lo posible caer en Francia ante el Montpellier, al que en Logroño se había ganando por un un tanto, pero no de la forma en que se perdió, porque el Naturhouse anduvo con paso errático la mayor parte del encuentro de la pista gala. Careció de solidez defensiva, y se despistó en situaciones en las que tenía ventaja. Además, en la primera parte descalificaron al pivote Peciña, por un posible codazo en el suelo a un francés, y ese fue otro punto de inflexión por lo que suponía de cambios tácticos, que incluso obligaron a Miguel Sánchez a jugar de pivote en algunos lances.

Pero la realidad es que el Naturhouse no fue el bloque correoso y con orgullo de otras ocasiones. No hizo de la necesidad virtud, por más que tengas muchos atenuantes para su bajón: Víctor Vigo no tenía relevo; Garabaya, tocado, tampoco; no estaba Kappelin y Aginagalde y Romeo se alternaron a ratos en la portería del equipo español.

Salió en tromba el Montpellier, sabedor de que el triunfo le colocaba de cara la clasificación. Y luego mantuvo las diferencias en un partido, con muchas exclusiones, con mucho juego subterráneo, con golpes sin sentido. Y fue mejor el Montpellier en todas las posiciones, y de ahí ese inapelable 37-27. Ahora, el Naturhouse, con dos derrotas seguidas, se ha quedado sin margen de error: la próxima semana, ante el Metalurg, está obligado a ganar para conseguir la segunda plaza.