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San Francisco 49ers

En los 49ers empiezan a sonar los tambores de guerra

Aficionados de San Francisco van a pagar para que una avioneta sobrevuele el estadio pidiendo el despido del general manager.

En los 49ers empiezan a sonar los tambores de guerra

En San Francisco los 49ers preocupan. No es para menos. La dirección de la franquicia es, vamos a ser suaves, errática y ya no es que los resultados sean malos, que lo son, sino que las sensaciones son aún peores y la supuesta mejora tras, en teoría, haber tocado fondo el año pasado, no se atisba por ningún sitio.

Un grupo de aficionados, muy enfadados con la situación, han alquilado una avioneta para que sobrevuele el Levi's Stadium el próximo 6 de noviembre cuando el equipo se enfrente a los New Orleans Saints. El mensaje que portará una gran banderola atada a esa avioneta será "Despedid a Trent Baalke".

Este hombre es el general manager de los San Francisco 49ers y era de esperar que las bofetadas comenzaran a lloverle. Porque en la NFL las críticas siguen el siguiente orden jerárquico: entrenador, quarterback, general manager y propietario. En esta franquicia estamos ya en la fase tres de demolición.

El primero en ser despedido fue Jim Harbaugh, y ahí comenzaron todos los problemas. De hecho, los problemas nacieron de la relación entre ambos hombres, el entrenador y el general manager, que ya venía envenenada por cómo Harbaugh se estaba relacionando con el vestuario. Qué duda cabe que el tipo es alguien difícil de tratar, pero había sido clave en llevarles a tres finales seguidas de la NFC y una Super Bowl.

La marcha de mutuo acuerdo (jajajaja, perdón, el despido) acabó con una era gloriosa y metió a los 49ers en el pozo que están ahora. Y, por cierto, hizo de la universidad de Michigan, donde ahora trabaja el entrenador, una potencia como hacía años que no lo era. Pero esa es otra historia.

El caso es que, de propina, una enormidad de jugadores, por número y por importancia, decidieron retirarse. Patrick Willis, Justin Smith, el despido de Aldon Smith, Chris Borland, media línea ofensiva, el adiós de Frank Gore... todo sucedió muy rápido. Por el medio, la fase dos de la destrucción, esto es, la crítica sin piedad del quarterback llevó al banquillo a Colin Kaepernick. Baalke, en ese momento, había apostado por Jim Tomsula como entrenador interino, aunque aumentó esa interinidad a un año entero. Al acabar el año pasado le despidió.

En resumen: adiós a Jim Harbaugh, Colin Kaepernick al banquillo, despido de Jim Tomsula. Se acabaron las coartadas para Trent Baalke: el siguiente en la lista de criticados ha de ser él.

Y la lógica se ha cumplido. Tras apostar por Chip Kelly como entrenador la afición, y el entorno mediático, ya señalan sin duda a Baalke como la cabeza a sacrificar para empezar a construir un proyecto ganador.

No sólo ha tomado decisiones ejecutivas de dudosa eficacia sino que todas ellas le han salido mal y, además, ha hecho unos últimos drafts que no tienen pinta de aportar gran talento global al grupo.

¿Cómo no criticarle?

Este acto de la afición es sólo la primera muestra de lo que le espera al general manager de los San Francisco 49ers para el futuro cercano. El puesto de Baalke va a ser cuestionado sin pudor hasta que pase una de estas dos cosas: o comienzan a ganar partidos o se va a su casa. No creo que haga falta subrayar cual de las dos parece más probable.