Los Vikings aplastan a unos Texans llenos de dudas
El equipo de Minnesota sigue invicto, dando además una lección de football ante unos Texans que fueron superados siempre en todas las facetas del juego.
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De repente, la defensa de los Texans, el arma que les ha sostenido durante tanto tiempo, ya no es lo mismo. La baja de JJ Watt es una losa, mientras Osweiler no alcanza las expectativas y el ataque no consigue dar el paso adelante que esperaban en Texas.
Y también de repente, los Vikings se están comiendo el mundo. Sobreponiéndose a todas las bajas (esta vez fueron Jonathan Joseph y Ryan Griffin, aunque aún no se sabe la gravedad), reinventándose cada domingo y siendo un rodillo en defensa.
Pero la buena noticia es que el ataque de Minnesota está siendo poderoso, casi imparable, sin Bridgewater ni Peterson. Asiata y McKinnon se repartieron el trabajo en un plan de juego igual de corredor que cuando reinaba en el backfield el mejor runningback de la última década. 37 carreras y 30 pases. Los Vikings insisten percutiendo, obligando a las defensas a cerrarse, mientras Bradford lanza pases letales, incisivos, cortos y largos, de todos los tipos y colores, sin inmutarse aunque Diggs (su mejor receptor) se perdiera el partido lesionado, ni aunque Rudolph (su objetivo favorito) tuviera siempre una lapa pegada a su espalda. Esta vez destrozó a la secundaria rival con Thielen, que en siete recepciones consiguió127 yardas, un touchdown y, lo que es peor, dando un aviso a navegantes de que con Bradford tras el center el juego aéreo de los Vikings se ha vuelto imprevisible y letal, y sabe aprovechar a la perfección el trabajo de demolición del backfield.
Los Texans llegaron al descanso pidiendo la hora, perdiendo 24-6 tras solo conseguir 73 yardas ofensivas totales, 19 de ellas de carrera, casi todas en un último drive desesperado. Porque en eso consistió todo el esfuerzo para los Texans. Incapaces de romper el muro creado por la infranqueable defensa de los Vikings, tenían que usar cuartos downs y lo que hiciera falta. Como alguien que bracea en el río incapaz de mantener la cabeza fuera del agua, y resignado a que antes o después terminará en el fondo. De hecho, muchas de las yardas de los Texans llegaron cuando ya a nadie le importaba, porque los Vikings tenían el partido ganado, y habían dominado todos y cada uno de los aspectos del juego.
Cómo sería la cosa, que hasta Blair Walsh hizo un partido perfecto: un field goal de19 yardasy cuatro extra points. ¡Qué bonito es vivir en un mundo en que tus compañeros facilitan al máximo tu trabajo! E incluso los equipos especiales, que están haciendo una temporada sobresaliente, se unieron a la fiesta con un touchdown de retorno de punt de79 yardasde Marcus Sherels... Y Patterson, el eterno retornador, cogía una recepción en la end zone. En este equipo todos están jugando más y mejor de lo que lo habían hecho nunca. ¡¡¡Loa a Zimmer!!!
Los Vikings siguen invictos, con cinco victorias de calidad, y con un juego perfecto en que todo funciona. Sin importar las lesiones, sin que preocupe el rival. Y por fin la NFL se los está creyendo. Y un domingo más, Sam Bradford debe terminar los partidos musitando por lo bajini: “¡¡Cómo mola jugar en un equipo de verdad!!”