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NFL árbitros

Las interferencias en el pase deberían ser revisables de oficio

Lawson hizo público hoy que la NFL llamó a los Detroit Lions para pedir disculpas e informar de que la señalización de la falta a favor de Green Bay había sido incorrecta.

Las interferencias en el pase deberían ser revisables de oficio
Benny SieuUSA Today Sports

La semana pasada, en la primera jugada del segundo cuarto del duelo entre los Packers y los Lions que los de Green Bay terminaron ganando por 34-27, el cornerback Nevin Lawson fue penalizado por una interferencia en el pase de 66 yardas a Trevon Davis, que situó el balón a una yarda de la end zone. Una jugada después, los Packers anotaban un touchdown que dejaba el marcador 21-3.

Lawson hizo público hoy que la NFL llamó a los Detroit Lions para pedir disculpas e informar de que la señalización de la falta había sido incorrecta.

Es evidente que en este caso Aaron Rodgers no estaba buscando la penalización, sino sorprender a la defensa rival con un pase a un jugador que había ganado la posición, sin embargo, cada vez hay más situaciones en las que se busca directamente esa penalización para salvar un drive moribundo, y quizá haya llegado el momento de revisar ese castigo.

Las interferencias en el pase son casi siempre las faltas que reciben un castigo más duro, incluso mayor que una falta personal, que se castiga con 15 yardas desde el final de la jugada, y que si se produce muy cerca de la end zone incluso se reduce a la mitad de la distancia a la línea de anotación. En una interferencia no hay ningún tipo de reducción de condena.

En el football universitario, la penalización se marca en el punto de la falta en interferencias de menos de 15 yardas, y se castiga con 15 yardas como máximo cuando se produce en un punto más lejano. A veces se ha discutido instaurar esa solución en la NFL, pero se ha descartado porque los defensas podrían sacar ventaja de la regla en pases largos, en los que una interferencia flagrante siempre es mejor solución que un touchdown.

Por tanto, estamos en un callejón sin salida.

Sin embargo, en una interferencia tienen que darse una serie de circunstancias que muchas veces no son tenidas en cuenta cuando se tira un pañuelo. Una de ellas es que el balón tiene que ser atrapable, otra es que en muchos casos ambos jugadores se están agarrando mutuamente, o incluso el receptor está fingiendo un agarrón, cuando es él mismo el que intenta trabarse el brazo, o el que tropieza con sus propios pies al correr mirando hacia el cielo. Lo malo es que una vez el árbitro ha tirado el pañuelo, eso ya no importa. La espada de Democles cae sobre la defensa de turno, y un ‘big play’ amarillo puede decidir el resultado final de un partido con o sin razón.

Mi opinión es que cualquier interferencia en el pase que signifique un castigo de más de 15 yardas debería ser revisable de oficio, como lo es un cambio de posesión o un touchdown. Y en este caso, no debería aplicarse el criterio de evidencia absoluta para mantener la penalización, sino de certeza de que ha habido falta. Estoy seguro que con esa medida se controlaría el ‘uso fraudulento’ de la norma que están haciendo algunos ataques (insisto en que no es el caso de la jugada del Packers-Lions), y un castigo que en ocasiones está decidiendo partidos injustamente se juzgaría de forma mucho más objetiva.

Porque en el fondo eso es lo que pedimos a los árbitros, que castiguen sólo lo que deban castigar.