Dave Roberts actuó con cabeza al cambiar a Rich Hill
La maniobra del técnico de los Dodgers, que le costó la oportunidad de lanzar un partido perfecto, deja clara su prioridad que es llegar bien a playoffs.
Completar un partido perfecto en las Grandes Ligas de béisbol es un hito único, uno que está al alcance de un reducido número de elegidos y que han sido bendecidos con el favor de los dioses de este deporte, que te sonríen en un día dado que debes aprovechar porque seguramente no te vas a encontrar en otra circunstancia igual en toda tu carrera.
Tan exigente y tan escasa es la perfección en el pasatiempo nacional.
Sólo 21 jugadores en la Era Moderna de la Major League Baseball, que se remonta a 1900, han sido capaces de lograr tal gesta. Algunas de las más notables leyendas no han sido capaces de hacerlo y otros muchos que han pasado sin pena ni gloria, han alcanzado la inmortalidad. Gente como Cy Young, Don Larsen (el único en playoffs y Series Mundiales), Sandy Koufax, Randy Johnson, Roy Halladay lo consiguieron. Y otros perdurarán por siempre y para siempre como Philip Humber, que evidentemente tuvo momento eterno de gloria y ahí quedó todo.
Es un tren que pasa una vez por la vida y tienes que cogerlo. Como bien sabe Armando Galarraga, cuyo acceso a la Historia del béisbol quedó truncado por la pifia monumental en primera base del árbitro Jim Joyce.
Y por eso se entiende mejor toda la polémica que se ha originado por la decisión de Dave Roberts de sustituir a Rich Hill cuando había completado siete entradas perfectas en sólo 88 lanzamientos y que le costó seguramente la oportunidad de alcanzar la inmortalidad.
No nos engañemos. Dave Roberts hizo lo que tenía que hacer por el bien de Rich Hill, sus Dodgers y las opciones que tienen de jugar en playoffs, que todo va unido.
Es verdad que si se tratara de un partido más, uno en el que Rich Hill estuviera rodado y sin ningún atisbo de problema físico, el veterano pitcher de 36 años sale a lanzar la octava para ver lo que puede ocurrir, pero nada de lo anterior se ajustaba al momento en cuestión.
Rich Hill fue una apuesta inteligente por parte de Oakland Athletics, una que le ha dado un excelente resultado en el traspaso que le mandó junto a Josh Reddick el 1 de agosto por un paquete de jugadores que vendrá bien para ayudar en la reconstrucción de la franquicia de la bahía. Todo ello por menos de 6 millones de dólares.
Sin embargo, su gran campaña ha tenido un antes y un después. Hasta el 7 de julio, su campaña es increíble, con una marca de 9-3, 2.25 de ERA y 90 strikeouts en 76 entradas, que le convierte en uno de los pitchers más atractivos del mercado. Aunque algo trivial, pequeño como una ampolla en su mano izquierda le condiciona y de qué manera a partir de ese momento.
Tras apenas cinco lanzamientos el 17 de julio contra Toronto Blue Jays, Hill empieza su particular calvario, uno que le lleva a cambiar de equipo sin volver a jugar antes de cerrarse el mercado y debuta con los Dodgers no poco después de ese 1 de agosto… sino el 24 de agosto contra los Giants con 81 lanzamientos.
Echad cuentas. Más de un mes por una persistente ampolla que se convierte en algo serio y que afecta al grip con el que los pitchers imprimen esos endiablados efectos. Que no todo son los clásicos achaques en hombros y codos.
El partido que enfrentaba a Dodgers y Marlins era únicamente el tercero de Hill con la camiseta angelina. En todos ellos la constante había sido la misma. Limitarle en torno a los 80-90 lanzamientos. Y Dave Roberts no se saltó el guión ni con el partido perfecto en marcha, aunque eso le vaya a costar horas de sueño.
Es cierto que actuaciones como ésta son de las que invitan a la épica porque esto es lo que nos gusta y mucho. No sabes si vas a tener una oportunidad así en toda tu vida, que es lo más probable, y se entiende la frustración de Hill que negó la mayor sobre que estaba empezando a gestar algo en su mano izquierda, algo que subrayó su entrenador y el preparador que conoce el estado de la mano izquierda del pitcher como si fuera la suya propia.
Pero imaginemos que sale Rich Hill a la octava y pierde el partido perfecto y el no-hitter, que por otro lado es lo más habitual porque es lo que suele pasar casi siempre. O que lo consigue y alcanza la inmortalidad al mismo tiempo que vuelve a hacer acto de presencia la dichosa ampolla, con la consiguiente ausencia y no pequeña que va asociada.
¿En qué situación queda Dave Roberts y los Dodgers de cara a los playoffs?
Porque ese es el verdadero y tiene que ser el único objetivo de los angelinos. La oportunidad de conseguir algo histórico es extraordinaria, pero lo es más todavía poder contar con un Rich Hill casi en plenitud de facultades y que fortalecerá una rotación a la que intenta llegar en estado óptimo Clayton Kershaw.
Porque un grupo liderado por el zurdo de oro, Rich Hill, Kenta Maeda y la combinación restante de Julio Urías, José De León o Ross Stripling tiene mucha mejor pinta cuando empieza la hora de la verdad para los Dodgers, que será a partir del 4 de octubre y no el pasado 10 de agosto.