Trevor Siemian será el QB titular de nuevo en los Broncos
Una de las historias de la Cenicienta más increíbles de la NFL en tiempos recientes está un paso más cerca de producirse en la franquicia de Denver.
Lo improbable, lo impensable, lo inconcebible está a punto de suceder: Trevor Siemian da un paso más para ser el quarterback titular de los Denver Broncos.
Ese paso es la confirmación por parte de su entrenador, Gary Kubiak, de que será el QB que comience el tercer partido de pretemporada. Este encuentro es, por tradición y lógica, el más importante de los que se juegan en agosto en la NFL. Si los dos primeros sirven como desentumecimiento y ver quién es quién entre los que luchan por meterse en la plantilla final de 53 jugadores, el tercero es un ensayo en toda regla de los que se posicionan como titulares, que llegan a participar incluso más allá del descanso en algunas ocasiones. El cuarto partido, a sólo una semana de que comience la temporada regular, no interesa a nadie ni se usa para nada.
Por eso que Kubiak le dé los mandos del primer equipo a Siemian esta semana es una muestra más de que es el favorito para ser el titular en la semana uno, en el partido inaugural que los Broncos disputarán con los Panthers, revancha de la Super Bowl 50, el 8 de septiembre.
Porque sus dos rivales en esta carrera, Mark Sánchez y Paxton Lynch, están mostrando dos cosas que ya se sabían: uno es una máquina de perder balones y el otro es un rookie. Ninguna de las dos cosas tiene pinta de cambiar en breve. Quizás es más fácil que cambie la de Lynch y todo. Así que Siemian, que es de segundo año y cuida un poco mejor el balón que Sánchez, pinta a titular.
Un tipo de séptima ronda, con sólo un año de experiencia, de la universidad de Northwestern, que no ha cogido un sólo snap en el mundo profesional... QB titular de los actuales campeones de la Super Bowl.
No, no busquéis casos similares. No los hay.
Cenicienta Siemian
Esta historia es una de las que podemos encuadrar en el grupo 'Cenicienta', imposibles sueños de personajes llamados a ser secundarios que acaban en improbable triunfo.
Cuando John Elway, presidente de los Denver Broncos, se gastó una séptima ronda en Trevor Siemian en el draft de 2015 seguro que no pensaba que hoy estaría mirándole como a su QB titular. Y seguro que no deseaba ver este escenario. Una séptima ronda es un tiro al aire, dado con la intención de tener cuerpos con los que rellenar la plantilla; no suelen usarse en pasadores y, si se hace, es con proyectos de jugadores que tienen un algo y mil nadas.
Entonces Elway tenía en la plantilla a Peyton Manning y a Brock Osweiler, por el que había pagado una segunda ronda y que, pacientemente, esperaba su momento tras la leyenda. Pero todo salió mal. Es decir, todo salió excelente, y en una temporada extraña, en la que uno y otro se alternaron en la titularidad, el veterano acabó poniéndose un anillo y el joven emigrando, enfadado, a donde le pagaban más y le daban más cariño: Houston Texans.
Elway se vio sólo en medio del desierto y miró a todos lados. Intentó conseguir a Colin Kaepernick, pero le dio miedo el precio, y se quedó con la escasa garantía del veterano Mark Sánchez, cogido a precio de saldo. Pero se cubrió las espaldas eligiendo a Paxton Lynch en primera ronda del draft 2016.
En toda esta ecuación, en ningún momento, aparecía Siemian, llamado a ser tercer quarterback en cualquiera caso, ya fuera con estrellas, ya fuera con chavales, ya fuera con rookies, ya fuera con veteranos con fama de chocarse con el culo de sus líneas ofensivos.
Y Kubiak comenzó a cambiar el cuento. Allá por mayo, o junio, dejó caer que la competición sería abierta de verdad y que no tenía ningún prejuicio, que sólo escogería "al que nos de más opciones de ganar" sin pensar en jerarquías, edades, protecciones de los chavales o del ego del veterano. Y está cumpliendo. Por completo.
Siemian no ha brillado en exceso, pero ha hecho su trabajo. Y eso, en estas circunstancias, puede ser suficiente. Si acaba consiguiendo su objetivo será una de las historias del año. Y, por increíble que parezca, cada vez parece más cierto que el sueño se hará realidad. Nada menos que liderar el ataque del campeón.