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El “infierno” de Carolina: habituarse al sufrimiento

Fernando Rivas, su entrenador, desvela la clave del éxito. Hay similitudes con el entrenamiento que realiza Mireia Belmonte.

El “infierno” de Carolina: habituarse al sufrimiento
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Alberto Martínez
Licenciado desde 2006 pero escribiendo crónicas desde 2003. En AS desde 2005, donde informa del Espanyol y de polideportivo, especialmente de deportes acuáticos. Ha estado en tres Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Natación y tres Europeos. Autor del libro ‘Jesús Rollán eterno’.
Río de Janeiro Actualizado a

Al igual que Mireia Belmonte, Carolina Marín es otra chica de oro, con talento y habilidades para su deporte, que además cuenta con un entrenador ambicioso y meticuloso, capaz de sacar lo mejor de su deportista. En el caso de la onubense esta figura es Fernando Rivas, que saboreó una medalla “para toda la vida” y quien reconoce que su alumna “no siguió el guion, se sintió insegura, y tampoco hizo caso a la estrategia del ataque ni al uso de la red en el primer set”. Errores que no esconden su sonrisa, y que denotan la búsqueda de la mejora permanente, incluso en momentos como la consecución de un oro.

El secreto de Carolina, el que le ha llevado a este éxito, está en la nueva metodología de entrenamiento, basada principalmente en una preparación física que supera el umbral del sufrimiento. “Me gusta innovar y me rodeo de profesionales que saben más que yo y que pueden resolver mis necesidades. Intentamos trabajar la intensidad de los partidos, pero incluso lo hicimos durante más tiempo. El bádminton es un deporte de puntos largos, muy rápido y de desgaste, y es clave la tolerancia al ácido láctico”, reflexiona.

Para poder hacer golpes ganadores, hay que estar preparado para soportar una carrera explosiva tras otra. Carolina ha utilizado una cámara de hipoxia para simular altura y ganar más glóbulos rojos, una técnica utilizada también por Mireia.

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Otro de los factores clave es el análisis de los rivales. Esa visualización permite que Carolina tenga un plan en cada partido, además de que “le fue bien entrenarse con hombres”.

Todas estas horas de esfuerzo se vieron “recompensadas. Si Carolina dijo que había pasado un “infierno”, eso le hizo llegar al paraíso en Río.

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