Mucha Serbia para una España que despertó tarde (10-7)
El mejor equipo del mundo recuperó su nivel. Un parcial de 7-3 en el descanso fue definitivo ante un equipo español que estuvo anulado en ataque.


Nadie quería enfrentarse con Serbia en los cuartos de final, por muy horrorosa que hubiese sido su fase de grupos. La explicación tenía argumentos sólidos: el conjunto balcánico ha dominado el ciclo olímpico con una superioridad aplastante sobre el resto de selecciones, y esa calidad debía aflorar con el paso de los días. Y afloró ante España, que se despide de Río igual que de Londres, en cuartos de final, sin estar atinada en la jornada que tocaba y aplastada por su rival (10-7).
Serbia no dio tregua. Gracias a su superioridad en la boya, lo que les permitió defender lejos de su portería y hacer pressing sobre los lanzadores españoles, comenzó a mostrarse insuperable. Filipovic, que hasta ese momento llevaba 14 goles de 29 lanzamientos, anotó el primero, al que respndió con agiliad Munarriz en la primera superioridad española (1-1). Desde el flanco derecho, Serbia abrió brecha. Dos goles de Mandic cerraban el primer parcial y certificaban la recuperación balcánica en el torneo (3-1). Y ya se vislumbraba que los lanzadores españoles no tenían el brazo calibrado.
Tampoco brillaron los hasta la fecha mejores jugadores españoles en Río. López-Pinedo no atajó los misiles serbios ni Echenique encontró puerta. Solo Molina aguantó el pulso, con un gol en superioridad y otro de rebote. Del 4-3 se pasó al 7-3 en un abrir y cerrar de ojos. España fue la mejor medicina para la recuperación del conjunto dirigido por Dejan Savic, antiguo jugador de waterpolo con tres medallas olímpicas al cuello, que ahora vuelve a ser la favorita a llevarse el oro.
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El tercer parcial fue el mejor de España, que dejó a cero a Serbia. Emergió López-Pinedo, que detuvo tres lanzamientos de gol, y Molina y Munarriz superaron a Mitrovic desde el costa izquierdo (7-5). El partido vivió momentos decisivos. España se pudo poner a uno del conjunto balcánico, pero Mallarach lanzó muy alto en el penúltimo ataque del cuarto. En ese remate se esfumaban las opciones.
El otro Mitrovic, Stefan, rompió la sequía en el primer minuto del último cuarto. A los de Gabi Hernández le quedaban siete minutos para meterle un parcial de 0-3 al mejor equipo del mundo para al menos forzar los penaltis. Un ejercicio de épica que les fue imposible pese a la leve mejora defensiva. El peaje fue demasiado grande, como el reto le quedó al equipo de Gabi Hernández en Río. El muro de cuartos sigue siendo demasiado alto.