La piscina no seduce a Río: media entrada en el debut

La natación acostumbra a ser uno de los deportes más seguidos en los Juegos Olímpicos y en las gradas de los centros acuáticos. En Londres 2012 las entradas se acabaron, aunque sí es verdad que en alguna tarde de finales había algunos huecos debido a la ausencia de la diplomacia de algunos países. No obstante, ni mucho menos se asemejaba al desolador aspecto de la Piscina de Río, que apenas llegó a un tercio de su capacidad al comienzo de la primera jornada de finales y después sí que se alcanzó la media entrada durante el trancurso. Una jornada en la que, sin ir más lejos, se pudo ver en acción a Katinka Hosszu y su estratosférico récord, a Katie Ledecky y las libristas australianas que batieron otra plusmarca y otras dos finales apasionantes.

Las gradas estaban vacías, y más las esquinas, donde nadie se colocó a intentar ver la prueba desde ese fondo en el que unos pilares tapan la visión parcial y es imposible seguir la prueba y conocer el ganador. Los que tuvieron entradas en ese sector podían desplazarse libremente a otros, sin necesidad de ocupar asientos de otras personas. Al final, ese cambio en la estructura de la piscina, una chapuza del ayuntamiento de Río, no resultó determinante por la falta de espectadores.

Hasta el momento, los Juegos no están enganchando demasiado a la gente. Hay otras instalaciones que estuvieron a mitad de su ocupación en la primera jornada. El encuentro entre Estados Unidos y China de baloncesto tampoco llegó al lleno. Ver las finales de natación y los partidos del equipo americano son dos de los eventos más preciados y con más demanda mediática: las acreditaciones están limitadas. Pero, por el momento, no han seducido a la gente de Río.