No hay enemigo pequeño en las Grandes Ligas de béisbol
Los Atlanta Braves, colistas de la Nacional, han protagonizado una de las grandes sorpresas al barrer a los Mets en su propio estadio.
Las sorpresas en el mundo del deporte están a la orden del día. Es lo que hace que los aficionados sigan con auténtica pasión las diferentes competiciones del año. Sin embargo hay resultados que casi casi pueden preverse sin muchas dificultades. Independientemente de que la sorpresa puede saltar siempre, en principio nadie apostaría un duro por la victoria del Levante en el Santiago Bernabéu, ni por la de los actuales Lakers en la cancha de los Cavs (iba a decir los Warriors, pero después de lo del domingo…), ni por la del Teucro pontevedrés en la desde hace años inaccesible cancha del Palau barcelonés de balonmano. Las diferencias entre ellos son demasiado grandes como para esperar otra cosa.
Sin embargo eso no ocurre en el béisbol. Pocos deportes son tan imprevisibles y tan igualados como este. Ya empezamos por asumir que en una temporada de 162 encuentros el mejor equipo de los 30 que componen la MLB apenas conseguirá sobrepasar las 100 victorias, y eso en una temporada regular que puede catalogarse como excelente. Eso supone que caerá derrotado al menos en la tercera parte de los encuentros disputados. ¿Hay algún deporte que presente unos resultados similares?
Todo esto viene a cuento de la visita que los Atlanta Braves realizaron a Nueva York el pasado fin de semana para enfrentarse a los New York Mets en el Citi Field, en una serie de tres encuentros que, teóricamente, debería servir para que los neoyorquinos no solo mantuvieran su lucha con los Washington Nationals por el título de división sino que además les podría permitir ampliar su ventaja sobre unos Miami Marlins que se les estaban echando encima.
No empezaron bien las cosas para los Mets, con un Matt Harvey que volvió a conceder demasiados hits a sus rivales para acabar cayendo por 5-1. Bueno, ya lo dijimos al principio, en el béisbol se pierde uno de cada tres partidos así que con ganar los dos que quedaban se arreglaba un poco la cosa. Pero mira tú por donde los Braves fueron capaces de volver a ganar el sábado por 4-3 remontando un partido que parecía decantado para los de Queens y que no fue capaz de rematar el bullpen de los locales. Y para rematar la semana, Julio Teherán coqueteó con el no-hitter al permitir solo uno mientras lanzaba las 9 entradas para certificar la victoria por 6-0 y dejar a todo el mundo con los ojos abiertos de par en par. El peor equipo de la liga acababa de barrer al campeón en activo y aspirante a volver a meterse en playoffs.
No fue el único caso del fin de semana; San Diego Padres le ganaban dos partidos de la serie (7-3 y 6-3) a los Washington Nationals, mientras que en la otra liga, en la Americana, los Minnesota Twins (colistas) le ganaban el último partido de la serie a los todopoderosos New York Yankees por 7-4, resultados todos ellos que podrían ser catalogados como grandes sorpresas en otros deportes pero que sin embargo en béisbol son el pan nuestro de cada día.
Lo ocurrido este fin de semana deja clara la complejidad de un deporte en el que cualquiera puede ganar a cualquiera y en el que nadie puede salir al campo con la sensación de jugar frente a un rival inferior. Actualmente en la MLB no hay enemigo pequeño. Y que siga así por muchos años.