La relación de amor y odio entre Los Angeles y la NFL
La NFL se instaló por primera vez en 1946 en la segunda ciudad más grande de EE.UU, Los Angeles, antes que la NBA o el béisbol.
La relación de la NFL con la ciudad de Los Angeles fue un matrimonio de largos años, la mayoría de ellos felices, pero que llegó a su término a mediados de los 90, cargados –como suele ser- de recriminaciones mutuas. Pero como en la vida, luego de este portazo y largas temporadas de indiferencia, vinieron los primeros acercamientos, conversaciones y finalmente la lógica reconciliación, con luna de miel, casa nueva y una gran fiesta programada con bombos y platillos para febrero de 2021.
El comienzo
Mucho antes que los Lakeres de la NBA o los Dodgers de la MLB, la primera liga en poner sus ojos en la creciente ciudad de Los Angeles fue la NFL, que con polémica, en 1946 aprobó que los Rams dejaran Cleveland para instalarse en el imponente Coliseo, que entonces albergaba más de 100 mil personas.
Los primeros años fueron de idilio, la ciudad abrazó a sus Rams y el equipo respondió con grandes temporadas, finales y el título nacional en 1951.
Al tiempo llegaron los Lakeres desde Minneapolis y los Dodgers, que en uno de los episodios más negros en la historia del deporte en Estados Unidos, dejaron la mítica cancha de Ebbets Field para instalarse en la urbe californiana. Pero le relación de “L.A.” con la NFL seguía muy sólida y para reafirmarlo, el primer Super Bowl de la historia se jugó en el Coliseo.
Los Angeles fue parte importante de la rotación para recibir la “super final” de la NFL, primero en el mencionado Memorial Coliseum y luego en el Rose Bowl.
Los problemas
Sin embargo, la larga relación comenzó a generar desgaste. La casa del Coliseo, era vieja, demasiado grande y carente de lujos. Los Rams y la NFL querían algo más moderno, pero la ciudad no estaba dispuesta a poner de su bolsillo para un nuevo estadio.
Los Rams se fueron al suburbio de Anaheim y en 1982 los Raiders llegaron a la ciudad desde Oakland. Dos equipos de NFL en el área metropolitana de Los Angeles no parecía ser gran problema, pero con el tiempo ambos fueron mostrando incomodidad: esencialmente, exigían el dinero que generaban los palcos de lujos de los recintos modernos.
En diciembre de 1994 se firmó el divorcio: los Rams se movieron a St. Louis y los Raiders regresaron a Oakland.
La última gran fiesta
El 31 de enero de 1993 es una fecha histórica para la NFL. Ese día en el Rose Bowl de Pasadena, se disputó el Super Bowl XXVII, entre los Dallas Cowboys y los Buffalo Bills. A la larga, se convertiría en la última final disputada en Los Angeles.
Luego de la Rams y los Raiders, la NFL endureció su postura de otorgarle la sede del Super Bowl solo a ciudades que tuvieran equipos en la liga. Incluso más, en los últimos años, hay una ley no escrita a favor de los estadios nuevos. Por eso, por ejemplo, desde 2003 que no se juega en San Diego.
El Super Bowl XXVII es histórico también porque en el show del medio tiempo apareció un tal Michael Jackson y desde ahí cambió todo: los rating explotaron y la NFL entendió que ahí tenía un potencial comercial para contratar grandes artistas consagrados en vez de bandas universitarias.
La reconciliación
Los camiones recién iban por la Interestatal 15 rumbo a St. Louis con las cosas de los Rams o subían por la Ruta 5 al norte camino a Oakland con el logos de los Raiders, cuando Los Angeles fue objeto de los galanteos de parte de otros equipo de la NFL. Los Seahawks llegaron hasta a empacar en 1996, querían instalarse en Anaheim, pero la liga se los impidió. El dueño de los Colts hasta aterrizó en “L.A.”, pero fue solo para asustar a Indianápolis y lograr que la ciudad le construyera su nuevo estadio.
Había interés, los recuerdos eran importantes, pero nunca ninguna de las dos partes se desesperó. Con el nuevo siglo la NFL comenzó a vivir el boom que la tiene como la competencia deportiva más rica de todo el mundo y Los Angeles, por su lado, se divertía con sus Lakers, alguna rara temporada en que los Dodgers no fueran mediocres y tenía fútbol americano con los equipos universitarios de UCLA (juegan de local en el Rose Bowl) y USC (Coliseo).
Con el tiempo, quedó claro que la ciudad haría poco, y que sería la NFL la encargada de hacer todo el trabajo por reconquistar a la “city of angels”.
La empresa AEG (dueños del Staples Center en “L.A.” y de los Kings de la NHL) tenía listo el proyecto para construir el Farmers Field en el centro de la ciudad, pero nunca llegó a algún acuerdo con un equipo. Finalmente, AEG se retiró de la mesa cuando se conoció el plan de los Rams para construir un estadio en el barrio de Inglewood y los Raiders y Chargers presentaron un proyecto en conjunto por un recinto en el suburbio angelino de Carson.
Los Angeles les dio el sí a estos tres pretendientes, pero la NFL solo le dio vía libre a uno solo: el 12 de enero, por una mayoría de 30 de los 32 votos, los equipos de la liga aprobaron que los Rams dejara St. Louis para volver a instalarse en California. Por ahora, los “Carneros” serán locales en el viejo Coliseo, pero para la temporada 2019 ya debería estar construido el City of Champions Stadium, en Inglewood, con una capacidad para 70 mil personas.
La fiesta de reconciliación, eso sí, se demorará. Es que hay que armarla con tiempo: la NFL designó a Los Angeles como sede del Super Bowl LV, que se jugará el 7 de febrero de 2021.
Para la fecha Los Angeles incluso podrían tener dos equipos si los Chargers no llegan a acuerdo con San Diego y deciden sumarse al proyecto de Inglewood.
Ese día se cerrará un ciclo de 75 años entre Los Angeles y la NFL. Una relación de amor y odio, que por ahora, camina por las nubes.