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WASHINGTON NATIONALS

¿Y si fuera este el año de los Washington Nationals?

Después de varios años con enormes expectativas, el equipo capitalino estaría en predisposición de cumplir con todos esos sueños de grandeza.

Stephen Strasburg podría ser el elegido a la hora de llevar a los Nationals a la Tierra Prometida.
Rob CarrAFP

Antes de nada os voy a decir una cosa; soy un poco ventajista. Sí, lo soy, y os lo adelanto porque sé que más de uno lo va a pensar al leer este artículo. Está claro que todos los aficionados a cualquier deporte tenemos siempre a nuestro equipo favorito. En mi caso y referente a los deportes norteamericanos soy declaradamente angelino gracias a un viaje a la capital del Pacífico en mis años mozos y al descubrimiento por aquel entonces de un jovencito mexicano llamado Fernando Valenzuela, historia que ya conté en mi blog personal hace un tiempo. Desde entonces sufro con los Dodgers, los Lakers (sorry Clippers), los Kings, los Galaxy y desde este año lo voy a hacer también con los Rams… y a su vez deseo que caigan los equipos de San Francisco (vaya añitos me están dando los Warriors) por aquello de la rivalidad californiana que me traje de vuelta a la vieja Europa.

Pero como el béisbol es mi deporte favorito por aquellas tierras, desde hace ya unos añitos mis simpatías por los New York Mets han ido en aumento de tal forma que los sigo con tanto o más interés que a los Dodgers, sufriendo como el que más cuando las Subway Series les enfrentan con sus archienemigos Yankees, siempre tan superiores en casi todo pero que en estos últimos años les miran desde el piso inferior. Y por supuesto también están los Cubs; ¿quién no se alegraría de que los eternos perdedores consiguieran por fin levantar el máximo trofeo de la MLB?

Claro que un ventajista como yo no podía quedarse solo en eso. Desde pequeño he tenido un gran cariño por Canadá y por sus equipos profesionales, siempre en inferioridad ante los todopoderosos vecinos del sur, por lo que mis simpatías por los Toronto Blue Jays me hacen animar a este equipo como mi representante en la Liga Americana de béisbol. Sin embargo mi auténtico amor hacia el deporte canadiense se lo llevaron siempre los Montreal Expos, de tal forma que cuando se mudaron a Washington les seguí con tristeza pero con el mismo interés y entusiasmo que si aún siguieran en la ribera del San Lorenzo, y aunque Dodgers o Mets siempre van por encima en mis preferencias debo reconocer mis grandes simpatías por los actuales Washington Nationals. ¿Qué, vais entendiendo ya lo de que soy un ventajista?

Y es que los de la capital llevan años amenazando con luchar por un título al que jamás han podido acceder, ni antes en Montreal ni ahora en Washington, pero por unas razones o por otras el hecho es que los Nats fracasaban temporada tras temporada, alguna de forma sangrante como el pasado año cuando, tras ser considerados el gran favorito de su división, ni siquiera se hicieron con un puesto en postemporada.

Este año todo puede cambiar. La gerencia se ha movido rápido y bien para crear un equipo ganador y para asegurar unos buenos mimbres que permitan a este equipo pelear durante bastantes años por jugar en octubre. Y es que a pesar de no poder retener en el equipo a un lanzador de contrastada valía como Jordan Zimmerman, la rotación de pitchers de los Nationals está funcionando más que bien, con un Max Scherzer en modo estrella y un Stephen Strasburg que ha visto recompensado su gran rendimiento con una reciente renovación millonaria, a los que hay que añadir a un Tanner Roark que está mejorando sus registros del pasado año y a un joven Joe Ross que en su segunda temporada en grandes ligas está demostrando ser un pitcher de altísimo nivel. Y por si alguno se viene abajo o se lesiona, el equipo tiene en el bullpen a Yusmeiro Petit, un jugador que ha demostrado en muchas ocasiones poder lanzar como pitcher titular con total confianza. Y por si eso fuera poco, en ligas menores está Lucas Giolito, uno de los prospectos mejor valorados y del que se espera que dé muchas tarde de gloria a los de Washington. Si a eso le sumamos la presencia de Jonathan Papelbon, uno de los mejores closer de la liga, el futuro que se les presenta a los capitalinos es para sentirse optimista.

Pero no sólo en el pitcheo está la magia de los Nationals, porque la potencia que tienen en sus bates hace de este equipo uno de los más temibles para los lanzadores rivales. No voy a descubrir nada nuevo hablando de jugadores como Bryce Harper (un prodigio lo de este chaval), Anthony Rendon, Ryan Zimmerman o el veterano Jayson Werth, pero es que además este año han llegado algunos nuevos para apuntalar la ya de por sí sólida rotación del equipo, como por ejemplo Ben Revere, fichado desde Toronto para abrir el turno de bateo del equipo y sobre todo David Murphy, que llega desde los Mets después de haberse coronado como el mejor jugador de su equipo durante la postemporada del pasado año y que en esta temporada lidera las estadísticas en porcentaje de bateo con un registro por encima del 38%. Tampoco hay que dejar de lado al ex bombardero Stephen Drew, un quizás no tan buen bateador pero que sí es un excelente defensor en la siempre complicada zona interior del diamante.

¿Es esto suficiente como para conseguir por fin levantar un título? No, en absoluto, hay muchos otros factores que hacen que un equipo pueda coronarse como el mejor del mundo, principalmente tener a todos sus jugadores franquicia en perfecto estado de salud no solo durante los meses de primavera sino, sobre todo, durante los momentos fundamentales de la temporada, allá por los meses de agosto y septiembre, para conseguir una plaza en los partidos de octubre.

Lo que sí es cierto es que los de Washington de momento lideran su división por encima de los actuales campeones de la Liga Nacional, los New York Mets, y solo se ven superados en porcentaje de victorias por los estratosféricos Chicago Cubs y ligeramente por los Texas Rangers. Así que motivos para creer en este equipo los hay y de mucha calidad. Y yo, como buen ventajista que soy, apostaré y animaré por la victoria final de uno de los míos.