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WASHINGTON REDSKINS

Shanahan cuenta como RG3 se negó a jugar su playbook

El entrenador desvela una conversación en la que el jugador, apoyado por Dan Snyder, se pasó por el arco del triunfo la autoridad y la jerarquía del equipo.

Madrid
Shanahan cuenta como RG3 se negó a jugar su playbook
Getty Images

Que la relación en los Washington Redskins entre Mike Shanahan, entrenador,  y Robert Griffin III, QB, estalló en mil pedazos es algo sabido. Que el gran cizañero entre ellos fue Dan Snyder, propietario, también. Pero que la situación llegó a extremos inimaginables en franquicias deportivas norteamericanas es algo que vamos descubriendo poco a poco. Por ejemplo, con lo que ha contado hoy Shanahan y que muestra un nivel de descontrol, de estupidez organizativa, digna de los clubs que van camino del abismo y aceleran a fondo. Como así sucedió, por otra parte.

Resulta que RG3, en el comienzo de su segunda temporada como profesional, exigió tener una reunión con Shanahan y con el coordinador ofensivo, a la sazón Kyle Shanahan, hijo del entrenador jefe. En ella les pidió que no le interrumpiesen y que le dejasen acabar su monólogo. Les contó, ni corto ni perezoso, que había 19 jugadas en el playbook que no iba a ejecutar aunque se las cantaran desde la banda. Que eran inaceptables. Y punto.

Se trataba de 19 jugadas en las que el QB tenía que correr, y el quería ser un pocket passer. O convertirse en uno, vaya. Su campaña rookie había sido un enorme éxito en el sistema de Shanahan, pero Griffin había acabado lesionado tras tanto golpe. El partido final en playoff, contra los Seattle Seahawks, vio al QB con una ostensible cojera, con una imagen poco menos que lastimosa y, obvio, quería evitar situaciones similares.

El entrenador cuenta ahora que aquella situación fue el colmo. Que el lenguaje utilizado por el jugador era el mismo que usaba Snyder y que ningún chico de segundo años se atrevería a tamaña insubordinación sin contar con el favor del dueño y del general manager. De hecho, y esto también está documentado con profusión, Griffin y el propietario de los Redskins cenaban juntos a menudo, lo que llevó al vestuario a considerarle un niño bonito y un elemento ajeno a la dinámica grupal.

Shanahan ahonda en como RG3 no aprendía a hacer el slide o tirar el balón fuera para evitar golpes y que a él, como entrenador, le preocupaba como al que más la salud de su QB titular, pero que no existe modo alguno de pasar por alto una conspiración tan notable como la que le plantó en los morros el jugador en aquella surrealista reunión. "Fui a ver a Snyder y le dije: ¿sabes en que estás convirtiendo a este muchacho?" dejando claro que mimarle y protegerle le haría más mal que bien.

El 'ménage a tròis' acabó como era de esperar: Kyle Shanahan huyó a los Falcons (vía Browns), Robert Griffin III acabó en Cleveland, Mike Shanahan está en el paro y Snyder contrató a un general manager de enorme prestigio e independencia, Scott McCloughan, quien ha puesto el equipo en manos de Jay Gruden, entrenador, y Kirk Cousins, sin aparentes injerencias del que pone el dinero.

Y es que es muy difícil encontrar una franquicia norteamericana en la que la jerarquía de poder se vea asaltada con tanta desvergüenza, de forma tan burda, y el resultado sea positivo. Los Redskins no fueron una excepción.