Carlos Soria, a sus 77 años, corona su duodécimo ochomil
Apoyan en su aventura al abulense, Luis Miguel López, Carlos Martínez y un sherpa. Ahora, Carlos Soria pretende enlazar con el Dhaulagiri.
A las cinco y cuarto, hora de España del 1 de mayo, Carlos Soria alcanzaba por fin la ansiada cima del Annapurna (8.091 m), a sus 77 años de edad. De esta forma se convierte en el alpinista de mayor edad en coronar esta montaña. Además es su duodécimo ochomil, (el undécimo que escala pasados los 60), un caso de extraordinaria longevidad deportiva; era su tercer intento a esta montaña, una de las más peligrosas entre los catorces gigantes del planeta, por las frecuentes avalanchas que barren su ruta de ascensión.
Le han acompañado en su última aventura un grupo de escogidos montañeros que suelen escoltarle, entre ellos Luis Miguel López Soriano, Carlos Martínez y al menos un sherpa. A partir de ahora ya sólo le restan el cercano Dhaulagiri (8.167 m) y el Shisha Pangma (8.020 m). En caso de tener éxito en el Annapurna Carlos había declarado su intención de atacar el Dhaulagiri, del que sólo le separa una de las mayores depresiones de la Tierra: el valle del Kali Ghandaki.
Este éxito es fruto del trabajo bien hecho, y de, en palabras del gran Walter Bonatti, “la constancia y la lógica que siempre premia el tiempo”. Tras dos meses de expedición y paciente espera los montañeros españoles y nepalíes han logrado la cima más dura de cuantas le quedaban para completar los catorce ochomiles. Aunque, como bien dice Carlos Soria, “hasta que no llegas al campo base no has conseguido nada”. Es posible que lo alcancen mañana y, por fin, se encuentren a salvo.
Entonces tendrán que tomar una decisión importante. Si regresar a casa, cansados y satisfechos, o hacer un intento rápido al Dhaulagiri, que, de tener éxito, pondría al veterano alpinista español a punto de lograr un éxito histórico, porque seguramente tendrá que pasar mucho tiempo antes de que vuelva a repetirse un hecho tan excepcional. A favor cuenta con una aclimatación perfecta y el impulso extra que supone una cima tan difícil como la lograda este domingo.
Unión. Además, por aquello de las extrañas coincidencias que a veces depara la fortuna, hace dos días la expedición de Juanito Oiarzabal lograba montar el campamento 2 a 6.700 metros, por lo que buena parte del trabajo ya está hecho. Sería formidable que ambos alpinistas pudieran unirse en el intento del Dhaulagiri y unir fuerzas. En cualquier caso, lo importante de lo logrado por Carlos Soria es su ejemplo. Está enseñando a todo el mundo que se puede seguir cumpliendo años y además persiguiendo con tenacidad sus sueños: los que siempre ha tenido, sus sueños montañeros.
Se envejece no sólo por los años que nos pasan por encima sino cuando se nos acaban las ganas de perseguir los sueños. Carlos, es evidente, es una persona excepcionalmente fuerte que está desafiando, además, sus límites y al calendario. Pero lo que hace ejemplar su esfuerzo es la demostración palpable de que tenía razón Cervantes cuando puso en boca de Don Quijote: “Hay que creer en los sueños. Hay que luchar por los sueños”. Hoy en el pre Pirineo aragonés, en los Mallos de Riglos, al acabar de escalar hemos brindado por este montañero ejemplar. A tu salud, amigo.