Kike Hernández, el multiusos de los Dodgers
El boricua ha comenzado la temporada mejor que el año pasado.Jugó en seis posiciones distintas en 76 partidos, con una línea de bateo de .307/.346/.490.
Hay aficionados que intentan racionalizar su afición al deporte. Buscan excusas para justificar el tiempo que pasan frente a la televisión o el dinero que gastan en los estadios. Leo Durocher, miembro del Salón de la Fama, dijo que “el béisbol es como la iglesia: muchos acuden, pero pocos entienden”. Sin embargo, hay quien continúa buscando significado.
Se dice que el béisbol es popular en América porque hace recordar a los aficionados su propia infancia, las ligas infantiles y las vacaciones escolares. Jugar a la pelota en el jardín y en la escuela, donde las reglas se interpretan y lo importante es participar. Donde el partido se acaba cuando ya no hay luz y todos juegan en todas las posiciones.
De todo esto sabe algo el puertorriqueño Kike Hernández, que en su perfil de Twitter se describe como “Super Utility” para los Dodgers de Los Ángeles. ¿Exagerado? En absoluto. Hernández se dio a conocer en 2015 por sus acciones dentro y fuera del campo. Jugó en seis posiciones distintas en 76 partidos, con una línea de bateo de .307/.346/.490. En la gerencia están encantados con él por su rol de comodín, y el boricua se ha desenvuelto bien en ese rol. En el béisbol, los jugadores multiusos nunca han tenido buena fama y siempre se ha dudado de sus habilidades (si son tan buenos, ¿por qué no son titulares?, dicen algunos). Pero Hernández disfruta y hace disfrutar a los hinchas de los Dodgers.
Dentro del campo atrae miradas, pero también fuera de él. Se le ha visto disfrazado de plátano en el banquillo de su equipo durante algunos encuentros, y se comenta que es uno de esos jugadores que fomenta el buen rollo en el vestuario.
Esta temporada, Kike (o Kiké, como escriben a veces en en inglés para evitar malentendidos con la comunidad judía) no se ha deshecho de la etiqueta de ‘utility guy’, puesto que ha ocupado cinco demarcaciones sobre el tapete en los 16 primeros encuentros. Sus números en este inicio de campaña son mejores que los del curso pasado, incluso al bate. Pero su momento estelar fue el viernes pasado.
Hernández, que cumplirá 25 años en verano, fue el protagonista del partido del 15 de abril ante los Gigantes de San Francisco. El partido comenzó con el homenaje a Jackie Robinson -“Todo el mundo piensa que yo soy blanquito, pero yo soy hispano. Gracias a él se abrió la puerta para que los afroamericanos y los latinos pudiéramos jugar”, dijo Kike antes del partido-. El puertorriqueño, que abría la alineación para los Dodgers, respondió con un jonrón al primer lanzamiento del partido de Madison Bumgarner. En su segundo turno al bate y con la cuenta en 2-0, Hernández volvió a mandar la pelota a la grada. El partido terminó con la victoria en el bolsillo y dos vuelacercas en el mismo juego por primera vez en su carrera. Y la afición, claro, como loca.
Pues tanto o más impresionante fueron sus palabras después del partido.
En el vestuario de los Dodgers, los periodistas se arremolinaban en torno a él. “¿Cuál es tu secreto?”, le preguntó un señor que llevaba una camisa rosa. En septiembre, Hernández había conectado otro cuadrangular frente a Bumgarner. “Pura coincidencia. Nada más”, dijo con mucha calma. “No hay secreto. He tenido suerte. No me puedo emocionar porque haya tenido un juego bueno. Estamos en el juego once y aún quedan 150”.
“Yo entiendo que tú como jugador no puedes dejarte llevar por un solo juego. Son 162 y si te emocionas por uno solo, se te olvidan los demás. Al final de temporada a la gente no le importa lo que haces en un solo juego sino lo que hiciste a través del año, así que espero seguir ayudando al equipo a ganar.” De momento, el boricua ha contribuido con 0.8 victorias más que el jugador promedio de reemplazo (WARP), y los Dodgers son líderes de su división con diez victorias y seis derrotas.
Es posible que Kike Hernández se acueste todas las noches sin saber en qué posición jugará al día siguiente, pero eso no le impide dormir tranquilo. Sus buenas actuaciones, tampoco.