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CLEVELAND BROWNS

Los Browns ante la obligación de ser infieles en el draft

La franquicia de Cleveland ha de luchar contra los instintos que la han definido en los últimos tiempos y elegir a un titular con el dos del draft.

Charlie Frye, Derek Anderson y Brady Quinn, olvidados y olvidables QBs de los Cleveland Browns.
Getty Images

Los Cleveland Browns arrastran una historia de fatalidad en el draft. Cual matrimonio malavenido, pero obligado a seguir unido, el proceso de selección de promesas y la franquicia de Ohio se detestan y se dicen de todo, pero acaban durmiendo en la misma cama con la rutina del fracaso como inercia de la situación. Desde el año 2011 esto es inmutable.

Nueve elecciones de primera ronda contemplan a los Browns entre ese 2011 y el 2015. Si descontamos a las dos del año pasado, Danny Shelton y Cameron Irving, que están por ver, la norma habitual de esos jugadores es la de ser un fracaso en la NFL. Los hay cum laude, como Trent Richardson, o con interrogantes a los que no es justo ni sensato enterrar aún, como Justin Gilbert, pero la tendencia es indiscutible: el pozo de los jugadores inservibles.

Añadamos lo que han hecho con el puesto de quarterback y recemos por la salud de este matrimonio lastimoso. Cada dos años, más o menos, un castañazo para el recuerdo: Johnny Manziel (2014) y Brandon Weeden (2012) como recientes primeras rondas, Colt McCoy (2010) como apuesta en tercera ronda, Brady Quinn (2007) de nuevo primera ronda, Charlie Frye (2005) tercera, Luke McCown (2004) cuarta...

Basta ya, Cleveland Browns, basta ya. Es hora de ser infiel, de pedir el divorcio. Esto no es vida.

Robert Griffin III ha recalado en la franquicia cuatro años tarde. En el 2012 los Browns tenían la elección número tres del draft y la obligación de quedarse con RG3. No sólo por el nivel del jugador sino por lo que suponía para Cleveland una figura de ese impacto social y comercial. El clásico chaval que no te llega sólo para ganar sino para convertirte en alguien. para resultar atractivo y salir de la zona de penumbra. Ver la luz con un mesías. En la puja por la elección dos, que tenían los Rams, los Washington Redskins les ganaron y se hicieron con el que entonces parecía llamado a revolucionar el juego. Dura derrota, más aún fuera del campo que dentro.

Pero ahora le tienen. En otro momento, cierto. Con el jugador recogiéndose el rabo entre las piernas, tras una experiencia frustrante y depresiva en Washington que ha dejado su caché a la altura de los peores QBs titulares de la NFL, con 15 millones de dólares en dos años y algo menos de siete asegurados. Pero le tienen. Su fichaje ha sido un movimiento auspiciado por la nueva dirección ejecutiva, ejercida por Sashi Brown y Paul DePodesta, y refrendado por la nueva dirección técnica, con Hue Jackson como amo y señor de esa parcela. En el fichaje se refleja, de forma inequívoca, la ilusión por una nueva pareja que nada tenga que ver con la desagradable unión con el draft.

Sin embargo, el hecho de que los Cleveland Browns tengan el número dos del próximo draft ha llevado a que las posibilidades con las que cuentan sean muchas. Pueden elegir a alguna potencial estrella en defensa o a algún sólido hombre de la línea en ataque. Pueden poner en el mercado su elección y acumular rondas intermedias por el camino. Pueden, ay, elegir un QB y, entonces, volver a recordarnos quienes son y cómo se han comportado en el último lustro.

Es el momento de que se nieguen, de que sean infieles a su propia historia.

Elegir un QB en el dos del draft, ahora mismo, es un sinsentido. Cuando a RG3 le pagan ese dinero antes mencionado es para ser titular. Porque si quisieran un suplente ya tenían a Josh McCown. Si sumamos el salario de ambos tipos nos salen doce millones de dólares comprometidos en el puesto, algo que no es élite, como no lo son ellos, que pero que es notable como para pensar que la posición está cubierta. 

Si su idea, por un casual, es cortar a McCown y dejar Griffin III como reserva del muchacho que escojan en el draft, el movimiento me parecería poco racional, pues el veterano Josh ha demostrado que cumple con su rol de forma notable y no hay necesidad de mover ese avispero.

Así que la única idea que habría detrás de la hipótesis de draftear a Jared Goff o Carson Wentz, aquellos pasadores con cartel suficiente como para ser top cinco de esta promoción, seria la de 'sentarse y aprender' un par de años hasta estar preparados para dirigir el equipo. Y hacer eso en un equipo con tal cantidad de boquetes en la plantilla me resulta una insensatez.

Con el número dos del draft hay que escoger a alguien con capacidad para rendir ya, para rendir con potencial de estrella y All Pro perenne. No es una ciencia exacta, y el riesgo de estamparse siempre está ahí, pero la mentalidad no puede ser otra. Hay varios chicos que cumplen ese perfil, y en puestos de necesidad de Cleveland (que son casi todos), así que desperdiciar a alguien así, a alguien con capacidad para impactar ya en el campo sería un lujo que no pueden permitirse.

Máxime cuando la idea romántica del 'sentarse y aprender' es papel mojado: cuando las cosas van mal se exige que el chaval juegue ya, y no hay entrenador o franquicia que pueda evitar eso, ni quiera apartar de sí ese cáliz, esa tentación; y cuando las cosas van bien no se cambia de QB, salvo casos excepcionales que, desde luego, no son la norma. Ni de lejos. 

Draftear un QB con el dos sería un movimiento digno de los viejos Browns. Crearía tensiones innecesarias; eliminaría todo lo bueno que han hecho en el proceso de fichaje de RG3, que ha sido mucho; sería en detrimento del equipo ya mismo, por la sustracción de una probable estrella defensiva, incluso en la línea ofensiva; y limitaría su capacidad de movimiento y negociación.

Los Cleveland Browns están en plena reconstrucción, con gente nueva que aporta ideas diferentes en todos los ámbitos de la franquicia. Caer en el clásico error de acumular QBs porque sí les llevaría a la disfunción tan habitual en las parejas que no se soportan, las peleas por los asuntos de siempre. Sed infieles, Cleveland Browns, se infieles al draft y a los cantos de sirena de los que quieren que sigáis eligiendo QBs cada dos años.